La paciencia no es una de las mayores virtudes de los niños. ¿Cuánto queda? ¿Ya llegamos? Algunas frases que escuchamos cuando viajamos en coche. Al fin y al cabo, su dificultad para ubicarse en el tiempo les complica enormemente obtener las gratificaciones. No saben cómo medir el tiempo, porque lo mismo es un minuto que una hora. Si están esperando algo, siempre les parece demasiado larga la espera. La paciencia es una capacidad que debemos trabajar con ellos desde pequeños y eso les aportará numerosos beneficios en la vida adulta.
¿Cómo enseñar a tu hijo a ser paciente?
1. Lo primero que debes tener en cuenta es que los pequeños aprenden por imitación y, por lo tanto, los adultos somos un modelo para ellos. Si ven que pierdes la paciencia en la cola del súper y te enfadas, o que gritas cuando hay una caravana de coches delante del tuyo, difícilmente será capaz de esperar su turno para subir a un columpio, ya que asocia la espera con el enfado y lo percibe como algo negativo. Si tú pierdes la paciencia, ellos asumirán que la impaciencia es la respuesta normal.
2. Trata de comprenderlo. A nadie le gusta esperar. Empatiza con él y ayúdale a verbalizar cómo se siente, valida sus sentimientos y después trata de explicarle la causa de la espera. “Debemos esperar a que nos llamen en la consulta del doctor porque siguen un orden y ahora están atendiendo al niño que tenía su turno antes que el nuestro”. Este aprendizaje para el desarrollo de la paciencia requiere también mucha paciencia y constancia por vuestra parte. No es un proceso sencillo y requiere de mucha perseverancia a lo largo del tiempo.
3. Utiliza tiempos de espera. Los niños pequeños no tienen adquirida la noción del tiempo en edades tempranas. De nada sirve que le digas que tiene que esperar 10 minutos si no sabe cómo de largo es ese tiempo. Utiliza referencias, por ejemplo, cuando la aguja grande del reloj esté en el 5 podremos salir al parque o puedes también utilizar un reloj de arena para marcar los tiempos de espera, seguro que observando cómo cae la arena de un lado al otro, le pasa volando.
4. Cumple tus promesas. Esto es innegociable, asegúrate de cumplir lo prometido cuando el plazo de espera acabe. “Cuando acabe de bañar a tu hermano, te contaré el cuento”. No te pongas con la cena o a hablar por teléfono, si has prometido un cuento. De lo contrario, perderás toda credibilidad.
5. Entrénalos en la espera. No les concedas todo lo que piden en el momento que lo piden. La vida real no es esto. Están acostumbrados a los juegos electrónicos en los que la recompensa es instantánea. Vamos a enseñarles que esto no siempre es así, que en muchas ocasiones, para ver resultados debemos esperar y ser pacientes. Podéis plantar unas semillas en una maceta y que vea cómo poco a poco la planta va creciendo y que el resultado no es instantáneo. Y, por supuesto, no evites situaciones que impliquen tener paciencia. Si tu hijo es de los que le cuesta esperar su turno en el tobogán, no eludas ir al parque, al contrario, debes visitarlo más a menudo para enseñarle a ser paciente.