Se cumple un mes del confinamiento y vamos camino del segundo mes.

Hasta el 26 de abril será como ahora. A partir de esa fecha se puede suavizar un poco, no totalmente.

Durante este mes nos hemos dado cuenta de que el escalón primario del sistema productivo para mantener cierto “Estado del Bienestar” lo ocupan aquellos segmentos productivos más invisibles normalmente a saber: empleados de supermercados, personal de la limpieza, conductores de transporte público y privado, trabajadores de empresas esenciales como camioneros, taxistas, puertos, aeropuertos, trenes, sanidad, agricultores, ganaderos, empleados de farmacias, panaderos, funerarias, vigilantes privados y como es obvio las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado nacional, autonómico y local. Alguno más me dejaré seguro, lo siento, que se auto-incluyan.

Es decir, el sistema capitalista neoliberal que nos comanda tiene tal y como se ascienden los escalones de la pirámide y más arriba se va llegando, puestos perfectamente prescindibles en una situación de alarma. Curiosa paradoja de una realidad que se nos presenta con la crudeza vigente.

Son los que menos cobran normalmente y resulta que son los imprescindibles ante un estado de excepción, otra controversia del sistema capitalista. Cuando todo esto pase volverá cada cual al escalafón social que ocupaba, se acabó la fiesta.

Ya no saldremos a aplaudir a nadie, las sirenas callarán y “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza”. Espero que saquemos alguna consecuencia positiva de todo esto pero me temo que la vacuna de la realidad y el anonimato lo impregnará todo.

Lo único que no ha cambiado es la realidad política. Ni el Covid-19 ha podido con los intereses propios de cada ideología. Ante una situación de alarma con consecuencias devastadoras.

El Gobierno, gobierna. Con errores y aciertos. La oposición destruye. Todo vale para hacer caer al gobierno y mandar ellos. Los que apelan al patriotismo son los más antipatriotas. ¿Y qué? Mientras les sigan votando.

Por suerte nos pilla con un gobierno de cariz más social que neoliberal porque de lo contrario tras la anhelada vuelta a la anormalidad tendríamos llanto y crujir de dientes. Tampoco esperemos milagros pero del mal el menos para bien de la colectividad, que somos los demás pero muchos invisibles.