Recientemente la ministra de educación Isabel Celaá, nos deleitó con una intervención en la que no nos aclaró nada, bueno casi nada, lo único que nos quedó claro es que esta gran política no sabe de educación.
El secretario de estado de Educación que la acompañaba parecía más empático y logró llegar un poco más lejos, aunque todo terminó en que cada Comunidad tomaría sus medidas al estar transferidas las competencias. Y a su vez, las comunidades delegaban en los equipos docentes, que, por un lado son los auténticos profesionales de la educación y tienen la capacidad para evaluar a los alumnos, pero necesitan un criterio básico y común respecto a la promoción y la titulación de sus alumnos. No es lo mismo promocionar con dos asignaturas pendientes que con 8, y no les lo mismo obtener el título sin materias pendientes como hasta ahora, que con asignaturas suspensas como están proponiendo.
Mientras las administraciones toman las decisiones, este tiempo se está perdiendo porque el profesorado prepara material online con la incertidumbre de no saber si tiene que, exclusivamente, repasar contenidos vistos, o, avanzar contenidos aunque sea de manera flexible, modificando el currículum oficial. Como era de esperar, las autonomías de diferente signo político se han alzado en contra el “aprobado general, pero con excepciones” para afirmar que debíamos ser coherentes y tomar las mismas medidas en toda España, y, que esta medida estaba contra la Ley Orgánica vigente.
Si el profesorado (al que nunca se le pregunta ni para legislar nuevas leyes educativas, ni ahora para intentar solucionar un curso académico sin clases presenciales) esperaba ansiosamente saber si avanzaba contenidos y cómo evaluaría, parece que sigue con las mismas dudas, y, lo que es peor, de momento no puede aclararlas ni a sus alumnos ni a las familias.
Por un lado, se nos dice que la tercera evaluación (la única en la que estamos trabajando online) servirá de refuerzo y repaso de las otras dos, es decir, no se avanza materia; pero por otra parte se nos dice que debemos flexibilizar el currículo esta tercera evaluación para explicar los contenidos mínimos, dadas las circunstancias excepcionales. Es decir sí se avanza materia.
En cuanto a la evaluación, se nos dice que la tercera evaluación nunca podrá perjudicar al alumno pero sí que se evalúa, teniendo en cuenta la metodología online y el trabajo que el alumno ha hecho. Pero veamos, si un alumno ha aprobado las dos primeras evaluaciones y no se le puede perjudicar en la tercera, no se le puede suspender, y, por tanto puede dar por finalizado el curso, cosa que entra en contradicción con las declaraciones de la ministra, que el curso no ha finalizado.
Finalmente se nos dice que, con medida general los alumnos promocionarán, pero con las asignaturas suspendidas pendientes. Esto es imposible ya cada curso escolar tiene sus asignaturas específicas, que difieren en muchos casos. Pero los casos más temibles, son los cursos en los que los alumnos obtienen un título como el de Secundaria o el de Bachillerato, ya que no tendrían posibilidad de recuperar estas asignaturas, con lo que se les regalaría el título.
Si comparamos estas medidas excepcionales con otro tipo de casos atípicos como es la incorporación del alumnado extranjero en nuestro sistema educativo, la normativa indica que se han de matricular en el curso correspondiente a su edad natural. Quizás alguien pueda pensar que es injusto cuando alumnos están repitiendo, que venga un estudiante de otro país y acceda directamente al curso superior. Pero si reflexionamos entenderemos que si, por ejemplo, un alumno inmigrante de 15 años podría incorporarse en 4º ESO pasando directamente todos los cursos anteriores, sin necesidad de convalidar estudios similares en su país de origen, ni de realizar ninguna prueba.
Pero debemos tener en cuenta que eso no supone ningún regalo, ya que para obtener el título de Secundaria deberá acreditar los conocimientos suficientes durante el curso en el que está matriculado. Así pues los alumnos inmigrantes que llegan a etapas educativas como Educación Infantil y Educación Primaria, pueden adaptarse perfectamente y seguir sus estudios con normalidad en nuestro sistema educativo, pero cuando un alumno, que desconoce nuestra lengua y que en algunos casos no ha cursado con regularidad estudios en su país, se incorpora a nuestro sistema educativo y, comienza directamente en la etapa de secundaria, no sólo debe aprender el idioma sino necesita en un curso adquirir los conocimientos necesarios para acreditar un nivel de competencia similar a los alumnos españoles.
Eso resulta harto complicado y explica el fracaso de los alumnos inmigrantes que se incorporan de forma tardía. No sólo se trata de si procede de familias con nivel sociocultural o socioeconómico bajo, que también, sino que demuestra la dificultad de continuar estudios en otro país, con otro sistema educativo y en otra lengua.
En cualquier caso, lo que no ha hace nunca la administración, es regalar nada, ya que si el alumno tiene 25 años, puede acceder a estudiar Ciclos Formativos o Estudios Universitarios mediante pruebas específicas. También puede obtener los títulos de Secundaria o Bachillerato, con las respectivas pruebas. Pero lo que nunca se le concede son los títulos de Secundaria o Bachillerato de forma automática. Es decir, a todos los alumnos se les dan oportunidades de incorporarse el sistema educativo independientemente de la edad que tengan, pero a ninguno se les regala ningún título, si siquiera el acceso a los estudios.
El error garrafal que están cometiendo, es el intentar promocionar de forma casi automática a un alumno que cursa 4º ESO o 2º Bachillerato, lo que sí sería un regalo injusto, sin necesidad ni justificación, ya que todos los alumnos han realizado presencialmente las dos primeras evaluaciones, es decir el 66% del currículum oficial e independientemente de la forma de evaluar en la tercera evaluación, el profesor tiene herramientas suficientes para poder evaluar globalmente al alumno en el curso 2019/2020.
El derecho a la recuperación no se le puede usurpar, pero articular las recuperaciones presenciales, u online, en junio o en septiembre no justifica que el alumno obtenga esta titulación de forma automática, pues el alumno obtendría sin esfuerzo ni acreditación un título y el profesorado vería a su labor denigrada a una resolución de la administración. Destruiría la cultura del esfuerzo y la equidad de la evaluación.
A los profesionales de la educación no nos hacen falta la ayuda de los políticos para determinar qué alumnos han consolidado las competencias necesarias para tener superada nuestra asignatura, por lo que esta intervención lastra y contamina la labor docente, loable, si comprobamos que de manera inmediata, la mayoría de docentes se ha adaptado para trabajar en plataformas educativas como Aules (https://aules.edu.gva.es/) para convertirse en expertos en Nuevas Tecnologías (muchos ya lo eran) y elaborar material digital con el que explicar al alumno, orientarlo y finalmente evaluarlo.
Es cierto que no todos los alumnos tienen las mismas oportunidades en sus casas con sus familias, por eso hay que mantener la consigna de la excepcionalidad de la tercera evaluación, lo cual no implica que no sea objetiva la evaluación global del alumno durante el curso escolar. No hace falta añadir la excepcionalidad de la promoción automática, lo que sí sería subjetivo e injusto.
El objetivo no debiera ser el de compensar a los alumnos y evitar reclamaciones regalando la promoción automática, debería ser más bien, el de de potenciar la autonomía de los alumnos mediante el aprendizaje constructivo. Los alumnos pasivos, mediante el aprendizaje inductivo, nunca llegan a ser autónomos y son siempre dependientes de la clase del profesor al que intentan imitar.
Hay que promover la autonomía de los alumnos y valorar el esfuerzo por adaptarse a las nuevas metodologías, y no fomentar la dejadez de los alumnos para que, de forma paternalista, esté todo exonerado debido a las circunstancias excepcionales. Hay que preparar a los alumnos para su futuro profesional en el que continuamente habrá circunstancias excepcionales. Porque todos sabemos que un alumno que no estudia, no aprende, y, con título o sin él, no podrá seguir los itinerarios académicos o profesionales que requieren de las destrezas, habilidades y competencias que necesitaba haber adquirido previamente.