Andamos muy perdidos los ciudadanos. Noviembre ha sido, tras abril, el mes con más muertos por Covid-19 y parece que no importa. Salvar la Navidad. Que si 8, 10 o 12 juntos. Hasta la 1 de la madrugada para movernos, otros proponen a las 2. En la calle menos peligro y en Madrid parece que ninguno.
Cada especialista dice la suya. Unos que no nos juntemos, otros que sí y con medidas, que el número de gente importa poco pues los bares y restaurantes están abiertos. Según Comunidades Autónomas se aplican unas normas, mirando de reojo lo que hacen las vecinas.
Y al final ante tanto galimatías, se apela a la responsabilidad individual para así culpabilizar después al ciudadano como un ente abstracto, por no haber seguido las normas. ¿Cuál de todas o todas a la vez? ¿A quién le hacemos caso?
En Italia por ejemplo, han prohibido directamente la dichosa Navidad. Ni juntarse, ni bares, ni comercios y confinados. Aquí hay campañas apelando a «vivir la Navidad, como siempre» lo siento pero es en la Comunidad de Madrid. Donde inauguran un hospital de pademias sin contenido pero con continente, sin acabar, sin sanitarios, sin equipamiento, pero lo llaman hospital.
Eso si han llenado el centro de Madrid con banderas de España hechas con luces led y una iluminación navideña como si nada. Y su alcalde invita a salir de casa en tropel para salvar la hostelería y el comercio. En enero cuando vuelva a desmadrarse el número de muertos, volverá a decir que la gente se relaja y pasa lo que pasa.
Podían en todas partes haber destinado el dinero de luces y banderas a mejorar el equipamiento de los hospitales acabados y a contratar sanitarios para mejorar la atención a los ciudadanos afectados.Pero claro eso no luce.
Parece que el anuncio de las vacunas nos ha inmunizado contra el virus ya no hace falta ni ponerse las dosis.
A una buena parte de la sociedad le importa un comino lo que les aconsejen, están hartos de restricciones, al que le toque que baile con el de la guadaña.
En las fechas que vienen sin fiesta, habrá fiesta. Juntarse es lo que toca da igual el número. Salir a disfrutar como siempre. Mi libertad es sagrada, no me lo pueden impedir. Si no me importa matar a mi familia, adelante con los faroles.
No soy yo el moralista ante tanta gilipollez. Cada cual que haga lo que entienda. Pero que no ponga a nadie en peligro por su insensatez. Y a las autoridades que unifiquen criterios y velen por su cumplimiento que para eso están. Suerte a todos.