«Ni de lejos imaginaba esta situación»

Esther Martínez Morant, Jefa de la Agrupación Local de Voluntarios de Gandia

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Todas las tardes Gandia sale a sus balcones y ventanas para agradecer con sus aplausos la inmesa labor que numerosos colectivos están realizándose desde que comenzara la pandemia del Covid-19, en muchos casos sin los medios necesarios y poniendo en riesgo su propia salud y la de sus familias. Personas anónimas que hacen un trabajo, muchas veces invisible, pero imprescindible para que todo el engranaje funcione.

 

 

Una de esas heroínas anónima es Esther Martínez Morant, Jefa de la Agrupación Local de Voluntarios de Protección Civil de Gandia, una organización de carácter altruista que realiza funciones de colaboración en labores de prevención, socorro y rehabilitación ante situaciones de emergencia. A sus 42 años, Esther se ha formado en diferentes disciplinas y ha realizado distintos cursos que han sido homologados por el Instituto Valenciano de Seguridad Pública y Emergencias (IVASPE) para poder asumir el cargo que ahora ocupa. “Nos exigen una formación para poder reaccionar ante cualquier emergencia”. Hace 16 años que es voluntaria en Protección Civil.

 

 

– ¿Te imaginaste alguna vez que vivirías una situación tan dura?

– Nunca, jamás. Cuando se comenzó hablar del coronavirus con el primer brote en China, ya nos reunimos con miembros del Ayuntamiento de Gandia y Sanidad para situarnos y tomar algunas medidas. Pero, ni de lejos imaginaba toda esta situación.

 

 

– ¿Cómo se lleva el día a día?

– Son días muy duros, de 8 de la mañana y a veces hasta las 10 de la noche. Nosotros hemos estado muy protegidos. Desde el primer momento el Departamento de Sanidad del Ayuntamiento nos suministró los equipos de protección sanitaria, nos han tenido muy cuidados. Mascarillas, guantes y gel, porque tampoco íbamos hacer un servicio más allá de prevención o apoyo a otros servicios. Estamos siendo muy cautelosos en cada colaboración que hacemos.

 

 

Esther vive con su suegra, una persona de alto riesgo, por lo que extrema al máximo todas las medidas cuando llega a casa después del trabajo. “Mi gran preocupación es no contagiar a alguien”. Hay mil aspectos a tener en cuenta, pero un simple descuido puede ser fatal. Y eso, añade presión a un trabajo ya de por sí estresante.

 

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– ¿Qué pensó al ver las imágenes de esas plazas  y playas repletas de niños el fin de semana?

– Impotencia. Estamos sufriendo, todos los que estamos en la calle lo estamos pasando muy mal. Cuando vi las imágenes se me puso un nudo en el estómago. ¡Por favor, -se emociona y lanza el mensaje-, no hagáis esas cosas!. Da mucho miedo pensar que puede empezar otra ola de casos con coronavirus. Si la gente empieza otra vez a contagiarse, daremos un paso atrás y psicológicamente eso será durísimo. Visualizas una salida después del túnel y pensar, que en lugar de salir el próximo 11 tengamos que esperar al mes siguiente, eso es muy duro.

Veo en las redes sociales cómo la gente no para de criticar al Gobierno por el confinamiento. No puedo entender por qué no espera unos pocos días más. Deben tener paciencia, estamos llegando al final, per necesitamos bajar la curva entre todos.

 

 

– Entre las labores que han realizado está repartir alimentación.

– Sí, a familias que viven situaciones muy duras. También hemos llevado alimentos a los pisos que se han habilitado en la playa de Gandia para el personal sanitario o trabajadores de Renfe, que no quiere exponer a su familia y tiene temor a un contagio. Hay que tener en cuenta que todos los transportes públicos son focos de infección. Es increíble cómo agradecen este servicio y cómo nos esperan muchas familias.

 

 

– ¿Cómo se encuentra el personal sanitario que se separa de su familia y se aísla en un apartamento?

– Hay padres que llevan dos meses sin ver a sus hijos por miedo a contagiarlos. He conocido a una mamá que ha dejado a su nene con una persona de riesgo porque sabe que ella no podrá salir a la calle y así su hijo está seguro. Me ha comentado que este fin de semana ha pensado mucho en su hijo que no podía salir a la calle. Y después, ver imágenes de gente saltándose las normas me enfada. Es tan poquito lo que se pide, responsabilidad.

 

 

– ¿Qué pasa con las personas sin techo?

– Para las personas que viven en la calle con el fin de asegurar la protección, atención y cuidados junto con Cáritas y Cruz Roja se estableció un plan de contingencia. Alojamos en un piso a toda la gente que estaba sin techo por las calles de Gandia. Fue duro porque teníamos que tener cuidado que ninguno estuviese contagiado, e intentamos darle una cierta seguridad y la cobertura de sus necesidades básicas (estado de salud, alimentación y bebida, higiene personal). Allí hay 10 personas. Es cierto que muchos de ellos no querían, no les gusta tener normas, ni horarios, pero una vez se les explica la situación de riesgo, van accediendo. 

 

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– ¿Qué es lo más difícil?

– Muchas imágenes. Niños llorando en un balcón preguntado cuándo pueden salir. Gente mayor que te mira de una forma que no se puede describir. Las lágrimas de los sanitarios llorando de rabia. Los contagios de compañeros de Protección Civil de otras localidades que han fallecido. Despertarme por las mañanas y ver su foto en el móvil con la frase ‘que descanse en paz’ es muy duro. Ejercemos de voluntarios, no cobramos nada y nos exponemos muchísimo -reflexiona Esther, con la voz entrecortada en este momento-.

 

 

– ¿Hay momentos buenos?

– Sí, cuando salimos en las caravanas con la policía, bomberos, ambulancias y la gente nos aplaude, eso nos llena el corazón. También cuando vas a entregar alimentos a las familias y ves cómo te agradecen. Las personas mayores, que ya te ven y sonrien… todo eso vale muchísimo. Solo con esas imágenes, ya nos valen para salir nuevamente otro día.

 

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– ¿Qué ambiente se percibía en el hospital, especialmente, al principio?

– Son tan grandes que aunque estén asustados no te lo van a demostrar -de nuevo, se emociona al recordarlos-. Lo que sí notas, es que te reciben con las manos abiertas. Cuando hemos ido a llevarles batas, guantes o mascarillas a los centros de salud como Corea, Grau o Beniopa lo reciben como agua de mayo. No te lo dicen, pero ahí sí ves la necesidad que tienen.

 

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– Ha habido un gran despliegue por toda la ciudad de voluntarios.

– Nuestro granito de arena fue repartir mascarillas en el transporte público, en la Renfe, el Urbanet, la Marina Gandiense o la Estación de Autobuses. Entregábamos mascarillas a cada viajero o nos subíamos en los autobuses y en cada parada, antes de que bajara la gente les distribuíamos las mascarillas a quienes iban a trabajar.

 

 

– ¿Y aún han tenido tiempo de ir a otros ayuntamientos de la comarca?

– Correcto, hemos estado repartiendo material de seguridad, proporcionado por el 112 a los Ayuntamientos de Gandia, Beniflà, Alqueria de la Comtessa, Alfauir, Lloc Nou de Sant Geroni, Almiserà, Rótova, Palma de Gandia y Real de Gandia.

 

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– En plena pandemia, también participaron en la búsqueda del chico desaparecido en Gandia.

– Sí, estuvimos haciendo búsqueda y rescate  en plena montaña. Ahí se volcó toda la agrupación. Envié un mensaje diciendo lo ocurrido y que debíamos buscarlo y la gente se apuntó para realizar batidas. Estuvimos con la Cruz Roja, Policía Local y Nacional, Guardia Civil, la Asociación de Perros de rescate… En ese momento, todos pensábamos, ‘si la gente pensara un poco en todo el trabajo que estamos haciendo…’ y además, con la carga del coronavirus.

 

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– ¿Está valorada su labor?

–  Estamos formados para actuar y saber en qué momento entra un sanitario, un policía o un bombero. Muchas veces la imagen que tenemos es que estamos para cortar el tráfico. Intervenimos en momentos para que pase una cabalgata o en Semana Santa o en una carrera de deportes. También estamos en las entradas de los conciertos o grandes eventos, en la feria y Fiesta informamos o montamos las carpas para poner las pulseras para que los niños no se pierdan. No somos bomberos, aunque coordinamos toda la infraestructura en la noche de la cremá. Apagamos 13 fallas, tenemos conocimientos para hacerlo, aunque sabemos que si hay un problema, los llamamos y acuden inmediatamente. Somos simplemente voluntarios de Protección Civil. Pero también es cierto que Protección Civil es el cuerpo menos valorado, muchas veces los últimos en ser reconocidos, aunque somos los primeros en salir a la calle.

 

 

– ¿Qué mensaje le gustaría dejar de fondo?

– Que la gente antes de hacer algo que se pare un minuto a pensar en lo que puede provocar esa acción que va a realizar, porque por mucha necesidad o muchas ganas que tengamos todos de salir, de hacer cosas, de jugar al fútbol o ir a la playa, quiero que piensen un minuto antes lo que puede conllevar. Un minuto antes de reflexión, que piensen en los niños, en la gente mayor que será la última en salir. En los trabajadores de restaurantes que serán los últimos en abrir. Mucha gente lo está pasando muy mal. (nuevamente la emoción se hace presente). Pero estoy segura que juntos saldremos adelante.

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