Los escritores Ferran García-Oliver y Josep Piera reciben sendos premios

Las literatura gandiense está en muy buena forma. Esta semana, dos de los escritores más reconocidos de Gandia, Ferran García-Oliver y Josep Piera, han recibido sendos premios en dos concursos literarios celebrados en tierras valencianas: els Premis Altea de Novela y Prosa Creativa y el Premi Lletraferit a la Cultura Valenciana, respectivamente.

 

 

En un modesto acto, pero no menos emotivo que el de las pasadas galas de entrega de los Premis Altea, en la tarde-noche del jueves tenía lugar la presentación de las obras ganadoras de los Premis Altea 2020 ya editadas: Premi Altea de Literatura Infantil i Juvenil, ‘No podría ser més feliç’, de Josep Escarré; Premi Francesc Martínez i Martínez d’Assaig i Investigació, ‘De la mar a la terra’, de Antonio Belda Antolí, y Premi Carmelina Sánchez Cutillas de Novel.la i Prosa Creativa, ‘La bèstia en què cavalquem’, del gandiense Ferran García-Oliver, que se llevó “La Mà del Sol”, realizado por Pepe Azorín, como símbolo de su galardón.

 

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‘La bèstia en què cavalquem’ es un dietario que toma su título de uno de los sermones de San Vicent Ferrer. Para expresar la rapidez y la fugacidad del tiempo, el religioso acudió a la imagen de un animal sobre el que montamos a lo largo de nuestra vida. García-Oliver recoge algunos hechos relevantes, combinando experiencias íntimas con algunas reflexiones sobre asuntos éticos, morales o políticos. Y todo ello, escrito en 12 meses, las estaciones del año, como las cuatro ruedas sobre las que cabalga ese animal que es el tiempo. El fallo del jurado se produjo el pasado mes de junio, pero no ha sido hasta ahora, con las obras ya editadas, cuando se han podido entregar en mano los reconocimientos.

 

 

La entrega de premios, celebrada en el auditorio del Centro Social de Altea, bajo las medidas de seguridad e higiene que marcan los protocolos anti COVID-19, fue mantenido por la concejala de Cultura, Aurora Serrat, quien citaba a Francesç Martínez i Martínez y a su nieta Carmelina Sánchez Cutillas como dos de las figuras clave en las letras valencianas, que, de origen alteano, han inspirado estos premios. El acto, presidido por el Alcalde de Altea, Jaume Llinares, contó con las intervenciones de Antonio Belda Antolí, Josep Escarré y Ferràn García-Oliver, quienes coincidieron al manifestar alegría por obtener los respectivos galardones pero también en señalar a la cultura, literatura y las letras como un “buen remedio” contra la pandemia.

 

 

Ferrán García-Oliver García (Beniopa, 1957) es un historiador y escritor en lengua catalana, doctor en Historia y catedrático de Historia Medieval en la Universitat de València. Miembro del consejo de redacción de la revista L’Espill, Garcia-Oliver ha publicado la novela La veu d’Odiló (2004) y las obras de no ficción Oc (1989), París particular (1993) y Per espaiar la malenconia (1995), además de numerosos trabajos de investigación. En 2003 publicó La vall de les sis mesquites, un estudio sobre el trabajo y la vida durante el medievo en la Valldigna. Con el dietario escrito entre 2004 y 2005, El vaixell de Genseric, ganó el Premio Carles Rahola de ensayo en 2006. En 2015, dentro de los Premis Octubre, se alzó con el Premi Joan Fuster de Ensayo con la obra Nació, ancestres i ADN.

 

 

Por su parte, el poeta y ensayista Josep Piera​ (Beniopa, 1947) se llevó II Premio Lletraferit de Cultura Valenciana en reconocimiento a su dilatada trayectoria. “Piera es un escritor total que ha hecho una aportación cultural fundamental y con su trayectoria ha ayudado a ensanchar los marcos mentales y físicos de la valencianidad”, tal y como le describieron el escritor Toni Sabater y el historiador Vicent Baydal durante el acto.

 

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El escritor, que abandonó su autoconfinamiento en la Drova para recibir el premio, se mostró agradecido y, parafraseando a Ausiàs March, instó a seguir “los caminos dudosos” en el mar hasta “llegar a buen puerto”. De ahí surge precisamente una de sus principales fuentes de inspiración, el Mediterráneo, “que nos lleva hacia un pasado espléndido, un presente agónico (un cementerio marino), pero sobre todo es un espacio de vida con el que los valencianos tenemos una proyección histórica y espiritual”.  El poeta aprovechó su discurso, una vez más, para lanzar una lanza en favor de la convivencia cultural y la defensa firme de la lengua y culturas propias como la valenciana.

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