Desde que Tecatel lanzara Postigel, los dispensadores de gel hidroalcohólicos inteligentes, en la segunda fase de la pandemia del coronavirus, no han cesado las reacciones positivas de sus usuarios y clientes. Ya son centenares los establecimientos e instituciones que han apostado por su tecnología para garantizar una desinfección de manos más segura.

Tras el éxito de Postigel en el mercado español, la firma de la Safor inicia su fase de expansión a mercados internacionales. “Estamos muy contentos por el alto nivel de aceptación que nos manifiestan nuestros clientes y se ve reflejado por la fuerte demanda. Antes, para desinfectarnos, teníamos que tocar las botellas que tocan todos y eso lógicamente provocaba rechazo. Ahora, con la tecnología de sensores que hemos incorporado a Postigel, desinfectarse se está convirtiendo es una experiencia saludable”, ha dicho Cándido Estevan, Director general de Tecatel.

“Esta experiencia nos ha llevado a poner en marcha una estrategia para extender nuestra red de ventas a otros países. Tras la gran aceptación que hemos tenido en el mercado español estamos en llegando a acuerdos con varias compañías internacionales interesadas en distribuir el dispensador en Europa y Oriente Medio”, asegura el empresario.

Tecnología que evita el rechazo a desinfectarse las manos

Tecatel siempre se ha caracterizado por investigar para desarrollar productos tecnológicos de alto valor, como fueron las antenas parabólicas de alto rendimiento, el receptor TDT más pequeño del mundo o la plataforma de toma de constantes vitales inalámbrica para el sector sanitario, entre otros.

Ahora, con la pandemia Covid19, observaron que podían aportar soluciones para mejorar la desinfección de manos y desarrollaron el primer dispensador inteligente del mercado, que detecta y avisa con luces de la presencia de personas y suministra las dosis sin tener que tocar nada.

Con la llegada del Covid-19, la industria no disponía de la tecnología adecuada, ni estaba preparada para abastecer de forma inmediata lo que el mercado pedía, de ahí que en la mayoría de establecimientos públicos tuvieron que improvisar la colocación de dispensadores manuales con contacto sobre una mesita o soporte. “Al detectar esta incongruencia, de tocar lo que tocan todos, nos dimos cuenta de que podíamos ayudar a asegurar esa desinfección y que disponíamos de la tecnología y los medios para fabricar un dispositivo sin contacto, mejorando la asepsia en los locales públicos”, comenta Cándido Estevan. Esa ha sido la clave, tan sencilla como innovadora.