Aunque haya terraplanistas, negacionistas, el primo de Rajoy y otros personajes variopintos que siembran dudas, lo cierto es que el cambio climático es un hecho irreversible que tenemos la obligación de corregir quienes desempeñamos responsabilidades de gobierno si aspiramos a legar a nuestros descendientes un planeta mínimamente habitable. No tenemos un planeta B y habrá que cuidar al único disponible. Determinados argumentos tradicionales ya no sirven para justificar la toma de determinadas decisiones con el fin de mitigar esta situación que nos ha tocado vivir. Los cambios que se avecinan marcarán un antes y un después.
La pandemia de la covid-19 nos ha llevado a arbitrar medidas urgentes tendentes a asegurar el distanciamiento social. Está claro que con más de 29 millones de personas afectadas en todo el mundo y una cifra de muertos que supera el millón, la prioridad debe ser sofocar la crisis sanitaria. Pero el problema del cambio climático sigue estando ahí y como dice David Waskow, director del WorldRessourcesInstitute (WRI), “para el cambio climático no hay vacuna, tenemos que actuar”. Y en eso estamos. La peatonalización –materia tabú donde las haya– de determinados espacios urbanos ya pocos la discuten, a pesar de su utilización por políticos de medio pelo con fines meramente partidistas.
La conversión del paseo marítimo Neptuno en ‘La Morada’ ha supuesto un auténtico espaldarazo a las políticas de movilidad sostenible, ganándose un nuevo espacio para el peatón en detrimento del automóvil. A ello ha ayudado la concienciación de la ciudadanía, pero también la de determinados sectores muy sensibles y, más bien, poco dados a los cambios. Me refiero al comercio y a la hostelería. Bares, restaurantes y tiendas han ganado un espacio formidable que, especialmente en las horas crepusculares, ha sido una especie de “sala de estar” de la playa en un verano ciertamente atípico. La puesta en marcha de este proyecto no ha pasado inadvertida para las autoridades autonómicas que, recientemente, le han concedido el segundo premio en la Semana Europea de la Movilidad Sostenible.
Otro tanto ha sucedido con el paseo de les Germanies en el que también se ha limitado la circulación de vehículos a motor, primando la peatonal. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética, cuyo anteproyecto fue aprobado por el Consejo de Ministros y remitido al Congreso de los Diputados el pasado mes de mayo, prevé la descarbonización de España antes de 2050, impulsando las energías renovables.
El texto subraya el papel de las ciudades en la consecución de los objetivos, favoreciendo con ello la creación de espacios más habitables y saludables, con una mejora de la calidad del aire. Establece que los municipios de más de 50.000 habitantes introducirán, en la planificación de ordenación urbana, medidas de mitigación que permitan reducir las emisiones derivadas de la movilidad, incluyendo la implantación de zonas de bajas emisiones no más tarde de 2023. Acciones para facilitar los desplazamientos a pie, en bicicleta u otros medios de transporte activo; y la mejora y fomento del uso de la red de transporte público. Gandia ya se ha anticipado a ese horizonte de 2023 con la implantación de las mencionadas áreas urbanas libres de humos.
Garantizar el bienestar de los ecosistemas, las ciudades sostenibles y la resiliencia frente al desafío climático y la erosión de la Tierra determinarán el impulso económico para la recuperación priorizando la agenda verde, ha dicho hace unos días la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien anticipó que se movilizarán 12.000 millones de euros en los próximos tres años para conseguir ciudades más saludables a través de rehabilitación de edificios y barrios enteros, más carriles bici y un impulso a la movilidad sostenible.
Debemos hacer de la necesidad virtud y transformar nuestra ciudad en un entorno amable, saludable y libre de humos. Si no lo hacemos ahora, dudo que lo hagamos nunca.
Miguel Ángel Picornell
Concejal de Servicios Básicos al Ciudadano y Calidad Urbana