El corazón del Viernes Santo

Amanece un viernes que no es un viernes cualquiera. En la Hermandad del Santo Sepulcro se nota en el ambiente. Sale el Sepulcro. Únicamente una vez al año, sólo en Viernes Santo. Desde el chocolate que organiza la Hermandad a las 7.30 h, hay una mezcla de nervios y alegría. 

 

Desde entonces permanecerán y lo harán todo juntos. Participando en el Vía Crucis que organiza Junta Mayor de Hermandades, almorzando y haciendo los correspondientes turnos de vela al Altísimo y comiendo juntos hasta que llegue el momento. 

 

Hay que preparar la iglesia del Beato para lo que acontecerá después. Se retiran todos los bancos de las dos naves de la iglesia. El Sepulcro queda custodiado desde las 17h. hasta su salida procesional. 

 

A  la hora de la comida, llega el florista para dotar al trono de su correspondiente arreglo floral. Todavía con el sabor del café en los labios, directivos y hermanos que han querido sumarse a los preparativos, se dirigen hacia el pequeño altar que da a la calle de San Francisco de Borja a fin de habilitarlo para que, a los pies del Beato Andrés Hibernón, quede el Sepulcro. 

 

El trono, ya arreglado con flores, anda parsimonioso hacia allí. Sólo una consigna, que nunca se quede solo. 

 

Cabe decir que el trono, mediante unos pivotes diseñados especialmente para la ocasión, quedan a la altura de los ojos, más bajito que lo de costumbre, más cerca de la gente. 

 

Delante de él, para que cualquiera que lo desee pueda acercarse a rezar, se han habilitado cuatro reclinatorios. 

 

También lo escoltan cuatro grandes velones y una vieja maroma con el único fin de marcar un perímetro y evitar cualquier incidente. Los portadores, con su hábito de franciscano, han pedido custodiarlo hasta su salida. 

 

Van a dar las 17 h. y se abrirán las puertas del templo. Se puede ver tan de cerca, es tan de verdad. Lo comentan los visitantes, eso y el característico olor a incienso que precede siempre al Sepulcro y que también lo acompaña esta vez. 

 

Asusta y enorgullece ver las reacciones que produce. Asombro y muchas emociones. Lágrimas en los ojos de no pocos hermanos. 

 

A las 19 h. tiene lugar un pequeño acto de Hermandad, de reflexión interna, de intentar parar el tiempo. La Meditación Ante el Sepulcro. Con un pequeño acompañamiento musical, varios hermanos participan activamente del acto leyendo concienzudamente, recitando alguna poesía… 

 

20.15 h. la Agrupación Musical de la Hermandad con un sólo de trompeta romperá el silencio y devolverá a la iglesia un ritmo frenético con el fin de preparar la salida procesional. 

 

Después de muchos, esta Hermandad cumplió un viejo anhelo de todos sus miembros, desde el 2017 volvió a procesionar a hombros por las calles de Gandia, nada más ni nada menos que 63 años después. Para entonces la iglesia queda vacía pero en el ambiente, el buen observador, adivinará que algo importante acaba de suceder. 

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