El cierre de Gandia golpea al comercio local en plenas rebajas

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Las consecuencias de la pandemia y las consecuentes restriciones impuestas por las diferentes administraciones no afectan únicamente al sector de la hostelería. El del comercio es también uno de los más daminificados por una crisis económica que amenaza alargarse ya más de un año. Con el primer confinamiento de marzo, estuvieron cerrados durante semanas, acumulando en sus almacenes toda la mercancía recién adquirida. Cuando reabrieron, la estación había cambiado por completo y, por tanto, había que sacar producto nuevo. En otoño parecía que remontaban ligeramente, y las reducciones de aforos se asumieron al final con total normalidad, pero entonces tras la Navidad llegó la tercera ola y, con ella, nuevas restricciones. Primero el cierre de los locales a las 18 horas, y ahora, durante 3 fines de semana, el cierre perimetral de Gandia.

 

 

Esto supone un duro golpe para los cientos de comercios locales y también para las grandes superficies, puesto que cerca de un 30% de la clientela procede de los municipios e incluso comarcas vecinas que, hasta el 15 de febrero, no van a poder entrar en el término municipal. Y todo ello, en plena campaña de rebajas.

 

 

Basta salir a la calle y hablar con algunos de estos profesionales para comprobar la delicada situación que atraviesan y el desánimo generalizado y compartido que no da signos de desaparecer, al menos, en el corto plazo. Acatan las normas, como no puede ser de otro modo, pero en general comparten la opinión: esta medida no va a ser la solución a los contagios y hay otras muchas opciones que, si se tuviera en cuenta la opinión de los y las empresarias, se podrían ejecutar con mejores resultados para todos.

 

 

Santi García, Confecciones Milán

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“La situación es también muy mala para todos, no sólo para la hostelería que lo están pasando rematadamente mal”. García regenta la tradicional tienda de ropa para hombres de Gandia y aclara: “De moda y complementos la gente compra lo justo, lo que exclusivamente se necesita”. En negocios como el suyo, dedicados en gran medida a fiestas y eventos de todo tipo, las repercusiones son todavía mayores.

 

 

A su juicio, las medidas no son las adecuadas y cree que se podrían adoptar otro tipo de restricciones. “El horario que nos han impuesto no conduce a ninguna solución. Creo que si se planteara abrir  por la mañana y a las 3 de la tarde todos a casa, ganaríamos tiempo y dinero. Tendremos que ver cuánto nos va afectar a las pocas ventas que ya tenemos, pero intuyo que va a ser muy malo. ”.

 

 

 

Cristina Morant, propietaria de Milady

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Con dos comercios, uno en la Av. República Argentina y otro en la Calle Mayor, Cristina sabe muy bien que entre las 16 y las 18 horas nadie sale a comprar. “Nos dejan abrir en este horario para no meternos en el saco de las ayudas. “Son soluciones a medias, porque si nos cerraran tendrían que multiplicar o triplicar las 800.000 personas que ahora están en ERTEs y como no tienen dinero, nos dejan abrir unas horas y así evitan pagarnos. Seremos los mayores perjudicados, porque los que tienen cerrado a cal y canto tienen derecho a Erte y también ayudas”.

 

Ella no oculta su desazón: “Es un desastre total, dan ganas de tirar la toalla, dan ganas de llorar. Pienso que nuestros políticos no tuvieron el valor de cerrar en Navidad y ahora sufrimos las consecuencias. Nos hundiremos, porque ahora llegará el buen tiempo y con él debería llegar el turismo que es nuestra industria más fuerte pero será imposible remontar esta situación. Ahora, el cierre de Gandia desde el viernes a las 15 horas termina de hundirnos”.

 

 

Celia Noguera, propietaria de Floristería Noguera

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El gremio de floristas de Gandia también está indignado. «Nos obligan a cerrar a las 18 horas pero hay hasta supermercados que venden flores. No sabemos qué hacer, pero está claro que es una competencia desleal”. Como producto delicado y perecedero que es, muchos clientes recogen sus pedidos a última hora, «pero al restringir los horarios la Generalitat Valenciana, a ese cliente directamente lo hemos perdido”.

 

Celia, como tantos otros, está preocupada por la caída en picado de las ventas. Ya el año pasado perdieron las grandes celebraciones donde las flores son protagonistas, empezando por las Fallas, que tampoco se plantarán este marzo. Ahora, ya se suman algunas de 2021, como la fecha señalada de San Valentín, 14 de febrero, que este año cae fin de semana. «Pero ahora, con Gandia cerrada desde el viernes por la tarde, no vamos a dar salida».

 

Noguera recuerda lo ingenua que fue en los primeros días del confinamiento de marzo. Ella, y no fue la única, pensaba que sería de cosa de días, así que continuó yendo cada día a su local a regar las plantas y cuidar las flores. Nada más lejos de la realidad. “Entendemos desde luego hay que tomar medidas, no sé si antes hubiera sido mejor, nadie nos lo asegura. Ojalá tuviera la respuesta”. A pesar de todo, Celia no pierde el ánimo: “Debemos apoyarnos los unos a los otros, que aquellos que tengan asegurado un sueldo gasten para que todo siga funcionando”.

 

 

Mª José Tarrazó Martí, Propietaria Tarrazó-Òptica

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El BOE y el DOCV recogen que las ópticas se consideran un servicio esencial y pueden abrir más allá de las 18 horas, por eso, el caso de la óptica de Mª José Tarrazó es diferente, aunque también le afecta como comercio local toda esta situación. “A las 18.30 ya no queda nadie en la calle. Es una ciudad fantasma, Gandia está muerta a esa hora. Por lo tanto no hay clientes, salvo que sea un turno dado con anterioridad”.

 

 

Eso le hace presuponer que el fin de semana se repetirá la escena. “En mi caso, que trabajo con muchos clientes de los pueblos de la comarca, les puedo dar la autorización para entrar a Gandia, es decir, una justificación de que se desplazan con turno fijado a la óptica. Ese papel se lo enviamos por correo electrónico con nuestro membrete, la fecha y la hora de la consulta”. Pero está la contrapartida, porque sospecho que mucha gente dirá: “Ufff, para pedir el papelito me espero». Todavía tiene muy cerca el confinamiento de Oliva que mantuvo un cierre perimetral 15 días y que también le afectó. «Todo depende de la urgencia que tenga cada persona”.

 

 

En cuanto a la aplicación d eun horario intensivo de 9 a 15 horas, Mª José opina: “No viene nadie por las tardes, porque no estamos acostumbrados a estos horarios. Si todos pensáramos en los demás, a nivel de conciliación laboral para todos, el horario sería genial. Lo único que tendríamos que hacer es cambiar los hábitos y salir a esas horas. Pero el concepto del cliente es que esto es pasajero y ya pasará. No salgo y lo hago cuando vuelva a todo a la normalidad”.

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