Las restrictivas medidas que conlleva el estado de alarma están paralizando poco a poco la Safor, el país y el mundo. Se habla de consecuencias económicas más graves que las de la crisis de 2008, pero las administraciones públicas van tomando medidas que tratan de paliar, en la medida de lo posible, sus efectos. Así, las empresas se han ido adaptando a la situación. Muchas aplican Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, otras directamente cierran durante la cuarentena y otras muchas siguen al pie del cañón ofreciendo servicios básicos, como la alimentación.

Respecto a los ciudadanos, ls dudas sobre lo que se puede hacer o no estos días se van disipando. Y la Policía Local va resolviendo las que reciben en el teléfono de atención (96 287 88 00).

Pero hay un sector importante del empresariado local que aún hoy no tiene claro qué puede y qué no puede hacer. Se trata de los autónomos y profesionales libres que no tienen un jefe que les haga un justificante para ir a su lugar de trabajo o que ni siquiera saben si pueden ir. Es el caso de David Escrivá, abogado, que trata de trabajar desde casa aunque la actividad judicial está también paralizada.

“Puedo aprovechar para adelantar trabajo de documentación y archivo, hablar con algún cliente por correo electrónico o teléfono pero poco más. Pero el problema es que yo tengo toda la información en el despacho y no tengo claro si puedo ir o no. Es preciso que vaya, al menos para descargarme expedientes. Si me para la policía por la calle, le explicaré mi situación porque no tengo justificación en papel que darle. EL TSJ y el Colegio de Abogados sí nos han enviado los protocolos que se han aplicado en la comisaría y en el juzgado, donde se supone que hay equipos de protección (EPIs) para los funcionarios y los abogados que estén de guardia o tengan que tratar casos urgentes”.

Casos urgentes relacionados con violencia de género, con menores, internamientos no voluntarios, por supuesto detenciones y casos relaciones con derechos fundamentales. Mamen Miñana, sí está dentro del turno de oficio y, aunque aún no le ha tocado su guardia, espera preocupada que esta llegue. “No sé muy bien cómo lo haremos. Sé que está bastante controlado, que está el personal indispensable y que nos han puesto un kit de protección, pero no hay suficiente, sólo guantes. Y ese no es el problema grave. Toda la actividad ordinaria está paralizada, así que cuando todo esto pase, el colapso que va a haber va a ser descomunal”, advierte la letrada. De momento, “he ido al despacho a trabajar, por supuesto no recibo visitas, pero toda la información que tengo es difícil que me la pueda llevar a casa”.

Raül Faus también es autónomo y estos días se dedica a ordenador y limpiar el taller donde él y su socio guardan la maquinaria. Pero también les surgen dudas sobre lo que pueden hacer y lo que no. “Tenemos muchos encargos que no podemos hacer, porque no vamos a ninguna casa. Pero también tenemos trabajos que hacer en casas que están en la montaña, como podar árboles o triturar restos de poda. Son fincas en medio de la montaña donde no hay nadie viviendo, pero no sé si podemos ir o nos van a multar. Si seguimos parados luego no podremos atender todos los trabajos”, se lamenta.

A Laura Bertó también se le plantea una situación complicada en su empresa. En primer lugar, el teletrabajo. Misión casi imposible cuando se debe compaginar trabajo y cuidado de un hijo de 4 años. Superada esa fase, y suponiendo que las horas de “oficina cunden”, “tampoco puedo adelantar porque todas las empresas con las que trabajamos está cerradas”. Esto no sería un problema si no fuera porque, y aquí llega el tercer obstáculo, a su cargo tiene dos empleados además de las cuotas de autónomos y salarios de ella y sus dos socios. “Estamos realmente preocupados, porque esto se va a alargar, y no sé cómo vamos a hacerlo”, explica.