Dolores Medio. Maestra, escritora censurada y olvidada

Por Agustina Pérez

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Dolores Medio es una de las máximas representantes de la literatura social en España. Fue ganadora del Premio Nadal en 1952 por Nosotros, los Rivero. Hoy es casi una desconocida, a pesar de que su obra literaria es abundante y variada. Escribió unos 25 volúmenes, aparte de sus obras inéditas como las novelas infantiles (Modelo de madres y Entre abrazos) o de adolescencia (Mi compañera). A las que hay que añadir las no publicadas, debido a la censura, como Celda Común.

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La historia de la novela española contemporánea de los años cincuenta y siguientes no se podría escribir en toda su pluralidad y riqueza sin incluir en ella el nombre de Dolores Medio, junto a Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa, todas ellas nacidas en fechas muy próximas.

 

Desde la infancia demostró interés y habilidades para las artes. Al notarlo sus padres la envían a la Escuela de Bellas Artes. Allí estudió Música y Dibujo. Su formación literaria es completamente autodidacta. Con apenas cinco años de edad escribía sus propios cuentos y los ilustraba. En 1920, a la edad de nueve años, organizó una compañía infantil de teatro que representaba las obritas que escribía. Y a los doce años, escribió su primera novela larga que tituló Egoísmo.

 

Muere su padre y se arruina la familia. Dolores Medio se ve obligada a trabajar para costear sus estudios de Magisterio. Cuando los termina, ejerce como maestra en Nava (Asturias). Preparaba al mismo tiempo su ingreso en la Facultad de Filosofía y Letras.

 

Cuando estalló la Guerra Civil, vivió intensamente el Sitio de Oviedo. Fue varias veces destituida por sus ideas renovadoras de la enseñanza. Durante las etapas en las que ejerció, escribió poesías y piezas de teatro infantil, para representarlas con sus alumnos. Fue represaliada al acabar la guerra y años más tarde, quedó incapacitada para desempeñar cargos directivos y de confianza. Tras interponer un recurso, tuvieron que readmitirla.

 

En 1945, gana el Premio Concha Espina en un concurso organizado por el semanario nacional Domingo, con la novela Nina, aunque el libro no se podrá publicar hasta 1988. Dolores Medio se traslada a Madrid donde colaborará con el semanario, bajo el seudónimo de Amaranta,  y allí se matricula en la Escuela de Periodismo, sin dejar del todo la enseñanza.

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La novela con la que gana el Nadal, Nosotros, los Rivero, es una novela de factura clásica, que narra la historia de una familia de clase media en el Oviedo de principios del siglo XX, deteniéndose el relato en los dramáticos sucesos del “octubre rojo”. La obra fue literalmente podada por la censura.

 

Dolores Medio era una maestra republicana depurada en la inmediata postguerra y situaba la parte final del relato en la Asturias de la Revolución del 34, al tiempo que retrataba los años de aprendizaje de una chica poco acorde con los modelos de mujer en el régimen franquista.

 

Ángeles Caso ha recuperado la versión sin censura de Nosotros, los Rivero. El texto original de la novela ganadora del Premio Nadal en 1952 fue hallado en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, donde se guarda todo lo que pasó por la censura. El texto íntegro es una edición crítica, coordinada por el filólogo y patrono Manuel Díaz-Faes, que nos permite leer el libro tal y como lo concibió su autora.

 

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Dolores Medio nunca quiso hablar del tema de la censura. Los censores habían prohibido la publicación en una primera editorial. Ella ya tenía 40 años y decide escribir al censor para podar lo necesario y poder publicarla. No había, en el franquismo, modo de evitar el lápiz rojo. O lo aceptabas o no publicabas.

 

El primer informe que la despachó, a pesar de su brevedad, resulta demoledor. El censor (en el documento resulta ilegible su firma más allá de un ‘Jaime de’) responde en el cuestionario formal -el mismo para todas las obras que pasaban por este trámite- que el libro atacaba a la moral, al régimen y, aunque «no abiertamente», también al dogma, la Iglesia y a sus ministros. La conclusión es que la autora en su novela, políticamente «demuestra su simpatía por la República española del 14 de abril y su antipatía por las tropas españolas que pacificaron Asturias en 1934».

 

Su veredicto sobre el contenido ‘moral’ no es más favorable: «Es a veces cruda en descripciones y perniciosa en teorías»; además, sus personajes principales hablan en un capítulo «de modo tan cínico y desvergonzado que resulta repugnante aunque lo haga con la piadosa intención de aleccionarla en la vida». Por último se denuncia que en el texto «hay elogios de obras comunistas». El veredicto no ofrece dudas al censor y así lo subraya con el lápiz rojo de sus correcciones: «Completamente reprobable».

 

Dolores Medio decide entonces presentarla al Nadal. Lo gana, pero aún tuvo que podar nuevos pasajes para poder publicarla. Era su primera novela y tuvo que humillarse y acceder a los requerimientos del censor. El nombre del censor que rubrica el último informe, una vez realizadas las sucesivas podas por parte de la autora es identificado por Ángeles Caso como un ilustre académico y filólogo que ejerció en la censura durante casi una década. Un ‘mérito’ que «en sus biografías oficiales no viene», señala la escritora y periodista.

 

Ese no fue su único choque con la censura.  El urogallo, cuento escrito entre  1936 y 1939,  no se publicó hasta 1982 por problemas con la censura. O la ya citada Celda Común, que no se publicó.

 

Tras recibir el Nadal, la antigua maestra represaliada llega a Oviedo y en la estación del Norte es recibida como una auténtica celebridad. Los ejemplares de la novela llenan escaparates a los pocos días de salir de la imprenta, y los libros se agotan rápidamente.

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El éxito obtenido le permite dejar la escuela y dedicarse por entero a la literatura. Conecta con la que ella denomina “la verdadera bohemia madrileña” convirtiéndose en una autora de éxito.

 

 

[Img #21987]En 1961 publica Diario de una maestra. La novela es fruto de su pasión por la enseñanza, a la que consagró buena parte de su vida. Está inspirada en su propia experiencia como maestra en un pueblecito asturiano. Se centra en la trayectoria vocacional e íntima de Irene Gal durante el curso 1935-1936, cuando se incorporó de manera activa y entusiasta al proyecto cultural político y educativo de la II República.

 

En 1963 comienza su trilogía Los que vamos a pie con Bibiana, en el que se relatan los hechos (autobiográficos, como gran parte de su obra) relativos a la manifestación en apoyo a los mineros que la llevó a prisión, experiencia a su vez relatada en Celda común.

 

Ese mismo año obtiene el Premio Sésamo con Andrés. Un año después, la Fundación March, le otorga una pensión literaria, para escribir la biografía de Isabel II. Otra pensión extraordinaria de esta Fundación se le concede en 1969 para redactar la Guía de Asturias, integrada en la Colección de Grandes guías Artísticas y Literarias de la Editorial Destino.

 

Su fructífera carrera literaria va en ascenso y publica biografías, memorias, novelas y cuentos que son muy valorados por la crítica.

 

Sus memorias, Atrapados en la ratonera: Memorias de una novelistaretoman el tema de la revolución del 34. Evoca la experiencia bélica en el cerco de Oviedo que marcó su vida.  Fueron publicadas en 1980. 

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Muchas de sus novelas y cuentos se desarrollan en Asturias, a la que lleva siempre en su pensamiento y donde nunca ha sido olvidada.

 

En 1981 se creó la Fundación Dolores Medio, a la que donaría todo su patrimonio. Desde su origen creó el Gran Premio de las Letras Asturianas, dirigido a reconocer una trayectoria literaria y el Premio «Asturias» de Novela.​

 

En 1988 regresa a su ciudad natal, Oviedo, que la había nombrado “Hija predilecta” y se le concede la medalla de Plata de Asturias. En 1992 un grupo importante de Asociaciones de Mujeres de Asturias le ofrece un homenaje en Gijón, donde la Concejalía de la Mujeres había celebrado unas jornadas y exposición sobre su vida y obra, en las que participó activa e ilusionadamente. Allí permanecería hasta su muerte.

 

El 5 de noviembre de 1996 ingresa en el hospital por una trombosis, falleciendo finalmente el día de su 85 cumpleaños, a causa de una insuficiencia renal y cardíaca.

 

En palabras de Mercedes Álvarez:

Dolores Medio es uno de esos sonoros nombres que ya quedan unidos de forma poderosa a la historia de una ciudad, Oviedo en este caso. Pero no menos unido a la historia literaria de una región, de un país entero. Una mujer de nuestro tiempo, una adelantada, una precursora, amante y defensora del progreso, una solitaria solidaria.

 

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Víctor Alperi, amigo personal de la escritora desde la juventud, cuenta que los escritores después de su muerte pasan al purgatorio del olvido, y que solamente salen de él, aunque no todos, después de un largo tiempo, por diferentes causas no muy concretas:

 

Dolores Medio, por ser un fantasma, no llegó al purgatorio al morir; pasó directamente a su fundación, para continuar publicando libro tras libro, parecidos a los que entregaban los editores en vida de la autora.

 

Además de literatura, Dolores Medio inyectaba en sus historias una actitud política e ideológica ante la vida que el franquismo no toleraba. Por eso algunas no fueron publicadas en su tiempo. Celda común Mi compañera, se publicaron tras su muerte.

 

Una de sus sobrinas explica así su olvido:

Mucho antes de que yo la conociera como la tía Loli, Dolores Medio Estrada empezó a escribir […]

Por diversos motivos, fue cayendo en el olvido. Una de las causas era ser mujer, sobre todo por ser la mujer que era  Dolores Medio, con sus ideas políticas republicanas y su forma de vida. Cuando era joven vivió con su novio, algo impensable en aquel momento entre la gente de su clase social. Vivieron juntos hasta que se rompió la relación, no sé bien el motivo, pero me enteraré para contarlo. Más tarde, estuvo un mes en la cárcel al ser detenida en una manifestación de apoyo a una huelga de mineros asturianos. Todos sus libros fueron retocados por la censura; otros se publicaron muchos años más tarde, por negarse ella a publicarlos censurados. Sin embargo, fuera de España sus libros sí que vieron la luz.

 

En el año 2003 el Ayuntamiento de Oviedo decidió colocar una escultura en su memoria, llamada Dolores Medio, en la plaza que lleva su nombre en el barrio de La Argañosa, obra del escultor Morrás.

 

Dolores Medio fue una de esa “chicas raras”, como las llamaba Carmen Martín Gaite, que nunca aceptó ser una sombra en el franquismo. Mujeres a las que mueve el deseo de libertad y de romper con el mandato de ‘ángel del hogar’ sumisa, abnegada y silenciosa. Que luchó por ser una persona libre y por poder expresar lo que pensaba. Y que fue castigada, acosada y perseguida por ello.

 

Recordarla y leer su obra es el mejor homenaje a su memoria.

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