Quisiera comenzar este artículo constatando que no se trata de una reacción ante la votación en contra que hizo el PP a los presupuestos y la plantilla de personal del Ayuntamiento de Gandia para el presente año, sino del producto de una profunda reflexión.
En política es importante la acción, pero esta cobra una relevancia mayor si viene precedida por una reflexión honesta, la crítica constructiva y la autocrítica.
En mi humilde opinión, participar en un pleno para la aprobación de cualquier tema exige a las partes que participan tres condiciones inexcusables. Primero, tiene que existir una voluntad de diálogo y no una ‘no-filia’ sospechosa. Es decir, esa tendencia al no sistemático que impide el mínimo consenso.
Por ello, se han de poner sobre la mesa transparente que merece la ciudadanía, objetivos y datos comprobables. Y no meras insinuaciones o inexactitudes –elementos que los populares utilizan cuando consideran con una destreza tal, que parece indicar que es un arte que dominan por haberlo practicado como norma–.
Además, en aquello que se disiente se han de proponer posibles alternativas para propiciar el acuerdo cuando este parece alejarse. Así, me dirijo al portavoz del PP, Víctor Soler, para hacerle ver que, tras los presupuestos o la plantilla, hay una ciudad en marcha que cada día mejora en servicios y en resolver los problemas de los gandienses, que son también los nuestros.
El señor Soler ignoró estas tres condiciones desde el inicio de su intervención. Y es que los populares muestran síntomas inequívocos de una amnesia selectiva ante la que solo cabe responder desde la serenidad con datos y resultados.
El ayuntamiento ha presentado una plantilla de personal previamente consensuada con las fuerzas sindicales, rigurosa en cuanto a las pautas del plan de ordenación, basada en la normativa vigente y con los condicionantes del plan de ajuste –el mismo que nos llevará a que cuando termine esta legislatura se haya rebajado la deuda municipal en 90 millones de euros–.
Ese no a los presupuestos, con ese no sostenido sin argumentos, supone un no al derecho de los gandienses a disfrutar de numerosos proyectos que mantendrán la excelencia de Gandia. Supone la negación de la voluntad manifiesta del Gobierno local, que tiene como prioridad contar con una plantilla
de profesionales, con un perfil que desdice la afirmación maniquea del señor Soler cuando insinúa que la ‘dedocracia’ impera en su selección.
No quisiera suponer que su pasado les lleva a creer que todos actúan como ellos lo hicieron. Al contrario, los que gobernamos ahora solo podemos y debemos pensar en la ciudad, en su mejora, así como en la creación y mantenimiento de esos servicios que tanto benefician a la ciudadanía.
De este modo, no se pueden tolerar las afirmaciones insidiosas y falsas que lanzó el portavoz del PP, quien llegó a decir en el mismo pleno que el actual gobierno “ha confundido el ayuntamiento con una agencia de colocación” o que “ha creado un auténtico árbol genealógico con padres, cuñados, parejas…”.
Curiosamente, con ambas afirmaciones se está autorretratando el mismo PP cuando gobernó esta ciudad –con doscientas personas pululando por los pasillos del ayuntamiento sin un cometido concreto, y con una empresa pública que actuaba, esa sí, como una auténtica agencia de colocación–.
Únicamente cabe recordar que cuando en 2015 llegó el gobierno de progreso, tuvo que poner orden y regularizar todos los desaguisados del gobierno del PP en materia de personal. Hoy en día contamos con una plantilla ordenada, planificada y consensuada con los sindicatos.
Solamente le pido al señor Soler un poco de rigor y seriedad en sus argumentos. Gandia no merece, solo respeto a los trabajadores municipales, las bochornosas insinuaciones que efectuó sobre la función pública, en un consistorio donde los procesos de selección son impecables.
Como concejala de Recursos Humanos, me dolió en el alma la deriva a la que llevó el PP un debate político en el que no cabe todo. Hubiese sido la primera en aplaudirle si, al menos, hubiera reconocido que esta plantilla sale reforzada en este año de la recuperación en el que tanto se juega Gandia. Pero,
lamentablemente, me quedé con las ganas de aplaudir. Otra vez será.
Carmen Fuster Mollá
Concejala de Recursos Humanos del Ayuntamiento de Gandia