Un momento de tranquilidad durante el fin de semana, después de haber reposado la paella
Nieto Adolescente: abuelo que buena te sale la paella, he disfrutado comiendo….pero ¿porqué pones esa cara?
Abuelo: Acabo de recordar que el otro día estuvimos hablando y se nos quedó algo en el tintero que no comentamos.
NA: ¿Te refieres a los de la legalidad y la justicia?
A: Sí, ¿a vosotros no os preocupa el aspecto que nos afecta a la mayoría?
NA: La verdad es que en ocasiones los colegas flipamos con lo que hacen algunos jueces, que no parece muy justo.
A: No sólo a vosotros, a otra gente más mayor también. Quizás pueda ayudar a su comprensión lo siguiente. Durante mucho tiempo lo que imperó fue la teoría legalista primitiva (Ius Strictum) basándose en que la norma no podía o no debía ser interpretada más allá de lo que de forma literal imponía el legislador al gobernado.
NA: Entiendo, ¿Entonces la ley es blanco o negro?
A: No te apresures. Pero antes de continuar, quiero aclararte que no soy jurista y alguna de las cosas que pueda decirte aún siendo reales podrán ser discutidas o rebatidas por expertos. Continuando, en el siglo XX se estandarizó en el Derecho Civil Europeo la teoría de la interpretación objetiva de la ley, indicando que hay que buscar el sentido que las propias normas tienen en el momento de ser aplicadas. Es una interpretación dinámica no estática, persiguiendo el sentido o significado que radica en la propia ley en sus ideas y en las consecuencias que se derivan de ellas.
NA: Me lo estás liando, podría ser que no todos los jueces entendieran lo mismo.
A: Más o menos. La idea actual tendería a que hay que decidir qué significado conviene a un texto normativo estando esta decisión ligada al contexto cultural y social…
NA: No continúes, tendrían que decir aquello que parece mejor para todos.
A: Calma que no es tan simple, pues al hacer la interpretación un juez, esta decisión pudiera estar contaminada por su ideología o sus pasiones, lo que la adulteraría.
NA: Muy bien, pero nosotros lo que vemos es que hay mucha gente que no se fía de los juecesy los critica.
A: Este aspecto a mi entender es muy complejo o muy sencillo de entender. Complejo por lo que te he explicado antes de las características personales del juez. Y muy sencillo ya que un trabajador, al fin y a la postre el juez lo es, debe tener aquellos recursos para desarrollar su profesión de forma digna. La judicatura en este País de forma habitual ha sido dejada de lado en la dotación de recursos, pero en la X legislatura (Rajoy) nos sacaron de la crisis ecónomica a cambio de la pobreza en muchos aspectos, laboral, educación, sanidad y como no en la judicatura. Con los recortes se contribuyó a que el trabajo de los jueces fuera más precario.
NA: No entiendo…
A: Te voy a dar unos datos objetivos que lo pueden explicar. En Octubre de 2016 la Comisión Europea para la Eficiencia de la Justicia en Europa, en su informe bienal y refiriéndose al año 2014, España era uno de los países más criticados, por cada 100.000 habitantes en España teníamos 12 jueces cuando la media europea eran 21, y 5 fiscales cuando la media eran 11. ¿Ahora sí lo entiendes?
NA:: Claro, así se retrasan y es más fácil equivocarse.
A: Se supone que esto último no, pero podemos recurrir al aforismo de que “la Justicia que es lenta no es Justicia”, pudiendo darse el caso de que al promulgar una sentencia que en su momento era adecuada, cuando se dicta, el posible penado ya se ha recuperado y reinsertado en la sociedad, como paso en algunos casos de personas con adiciones a tóxicos.
NA: Vaya tela, ¿no todo lo que criticamos depende de los jueces?
A: Dices muy bien, no son responsables de todas las críticas. Únicamente te informo de que nuestro Código Civil en el articulo 3.1, dice, “Las normas se interpretaran según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas”.
NA: Siguiendo esto lo legal se convertiría en justo.
A: Me encanta hablar contigo