Recientemente hemos celebrado uno de los momentos, que marcan un antes y un después en la historia de una ciudad, la declaración de la Semana Santa de Gandia como fiesta de Interés turístico Nacional, comunicación, que además se hace en día muy especial para todos los gandienses, el 3 de octubre, festividad de nuestro santo patrón, San Francisco de Borja.

Este reconocimiento, si bien es cierto que nos ha llegado en este momento concreto y que tenemos la enorme suerte de poder vivirlo, también lo es, que no responde a algo que se deba exclusivamente al mucho esfuerzo y trabajo de los últimos años, sino que es fruto de aquello que sembraron quienes nos precedieron y refundaron las Hermandades de Semana Santa tras la Guerra Civil, a aquellos convecinos que perteneciendo, o aún sin pertenecer a ninguna cofradía quisieron dar su apoyo y colaboraron en aquel arranque, que sin que pudieran saberlo, era el génesis de la Semana Santa de la que podemos presumir hoy.

El Salón de Coronas del Palacio Ducal, fue el marco escogido para esta celebrar un sencillo y austero acto institucional en el que se dieron cita la Junta Mayor de Hermandades, integrada por las 18 cofradias de Gandia, presidida por María José Martí, el Ayuntamiento de Gandia, con la Alcaldesa Diana Morant y el Concejal Delegado de la Semana Santa Miguel Ángel Picornell entre otros, el Director General de Turismo de la Generalitat Valenciana Henrick Campos, Vicent Mascarell Diputado de la Diputación Valenciana y Voro Femenía, Presidente de la Mancomunitat de municipos de la Safor.

Fue un día en el que era debido, tener un recuerdo muy especial a aquellos que más que reiniciar, iniciaron partiendo de cero la Semana Santa que hoy vivimos. Muchos de ellos, tristemente ya no están con nosotros, pero nos dejaron un gran legado, una importantísima herencia, que es esta: nos enseñaron y demostraron que trabajando juntos, buscando el bien común, es como se pueden hacer grandes cosas. De hecho si hoy podemos enorgullecernos de esta declaración de interés turístico nacional, es gracias a ese planteamiento tan claro que tuvieron: alma, vida y corazón al servicio de Gandia. Supieron tener una amplitud de miras enorme. Fueron generosos hasta lo indecible, tanto en lo material, para construir nuestros pasos como en lo intangible, ya que también regalaron su tiempo.

Fueron solidarios inteligentes y astutos al crear la Junta Mayor de Hermandades, para que todos juntos, pudiesen organizar la Semana Santa y no solo las procesiones, sino que se la pudiese dotar de una dimensión cultural y también caritativa, o como se dice hoy en día de Acción Social.

Fueron un ejemplo de buenos cristianos, al esmerarse en el cuidado espiritual de los actos y actividades que organizaron.

Su legado para la posteridad, ha sido una Semana Grande, que se fundamenta y levanta sobre la fe y la devoción popular, y que hoy alcanza una cota importante al ser reconocida como Fiesta de Interés Turístico Nacional, que desde luego, no hubiese llegado sin la colaboración y apoyo incondicional del  Ayuntamiento de Gandia, tanto de quienes iniciaron el expediente que nos ha llevado a bueno puerto, el exconcejal delegado Ciro Palmer y Llorens Abril, como el actual concejal, Miguel Ángel Picornell y su equipo, que han rematado las labores iniciadas años atrás.

La dimensión de la fe y vivencia religiosa, sin las que la Semana Santa no tiene ningún sentido, también abren paso a una expresión de la misma, que nos ha hecho ser visibles no solo en Gandia y La Safor, sino que ha trascendido a todo el territorio nacional.

Si tras este reconocimiento nos relajásemos… estaríamos traicionando el esfuerzo de las miles y miles de personas que han dejado su huella, con mayor o menor visibilidad, pero que está ahí. Unos trabajando con cargos, otros en la sobra, otros participando como espectadores, aguantando el viento, el frio e incluso algunos años, la lluvia. Sin el apoyo de todos y cada uno de los gandienses de nuestros días y de tiempos pasados, no habríamos podido construir y levantar la Semana Santa de hoy.

No hemos llegado a una meta, al contrario, estamos en un nuevo punto de salida y es nuestra responsabilidad como cofrades, como consiliarios, como políticos, como vecinos, cada uno en el puesto que ocupe… seguir trabajando para cambiar lo que se puede mejorar y consolidar lo que tenemos.

Gracias a todo este fuerzo común, el nombre de Gandia aún suena un poco más España, por nuestra forma de vivir la fe, por nuestra manera de organizar la Semana Santa, y quien sabe… quizá seamos capaces de sembrar la semilla para que un día abramos nuevas puertas.