Ya van… dos años

 

Se nos va acabando el segundo año pandémico con luces y sombras marcadas por la evolución del Covid-19, que ante tantas variantes ya nos hemos olvidado casi de la matriz causante de tantas desgracias.

 

La Covid-19, estiman los expertos, que a finales de enero de 2020 ya estaba entre nosotros y se extendió multitudinariamente en marzo de ese año, el resto ya lo han vivido ustedes en sus carnes. Las vacunas llegaron a España en diciembre de 2020 y fue Pfizer su primer proveedor. Ello ha evitado millones de muertos en nuestro país.

 

Y a día de hoy con una variante de nombre griego, Ómicron, seguimos asimilando su discurrir, menos activa por las vacunas que nos hemos inoculado, no porque en su adn sea menos destructivo que la inicial.

 

Hay que sentirse orgullosos de tener una sociedad tan responsable que hemos alcanzado el 90% de vacunación pero ello no significa la erradicación del problema, sólo su mitigación temporal. Esto en clave  internacional.

 

Con todo hemos visto también  incongruencias palmatorias en clave nacional. Vamos con ello.

 

En estos casi dos años los presidentes de las Comunidades Autónomas han reivindicado sus derechos para gestionar la emergencia sanitaria en discrepancia con las medidas tomadas por el Gobierno. Y cuando el Gobierno les ha cedido dicha posibilidad desde antes del pasado verano, resulta que ahora claman por todo lo contrario, que vuelva a marcar la pauta el Ejecutivo, ante el incremento de casos. Así lo han solicitado Catalunya, País Vasco, Galicia, Andalucía o Castilla-La Mancha.

 

A ver si se aclaran los políticos. No se puede pedir una cosa y la contraria al mismo tiempo mostrando una incoherencia supina ante los ciudadanos. Eso lleva  al desconcierto y la incredulidad de la gente. El 2022 nos traerá más de lo mismo. Nos tenemos que acostumbrar a la pandemia como lo estamos a la gripe. Vacunación y respeto a las normas porque entre otras cosas la incidencia no se detendrá hasta que la población mundial acceda a las vacunas. En el primer mundo podemos mitigar su incidencia pero si en el tercer mundo no hay vacunación aparecerán nuevas variantes y entraremos en un bucle sin fin de afectación, sin solución.

 

 

Siguiendo en clave nacional, ésta ha sido la “semana horribilis” del dirigente del PP Pablo  -fra- Casado. Verán, ésta semana la CEOE, Empresarios, los Sindicatos y el Gobierno han firmado la Reforma Laboral. De salida sin haber leído el contenido, el negacionista Casado ya ha mostrado su disconformidad con el acuerdo. Un acuerdo que venga de Pedro Sánchez y de su Gobierno socialista -comunista-bolivariano sólo puede ser rechazado por  la derecha española, incluido VOX dirigido por el Jinete del Apocalipsis, Santiago Abascal.

 

Los Empresarios le han dicho al “Doctor NO” Pablo Casado, que la reforma mantiene un 95% del anterior texto parido en 2012 por Mariano Rajoy y que se lea antes el acuerdo y no se cierre en banda promulgando el NO. El PP desde los tiempos de CheMari Aznar siempre se ha erigido en defensor empresarial y su representante social. Ahora Casado los demoniza por aceptar las tesis diabólicas de la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, una podemita irreverente. En pocas palabras ““cogida grave del diestro en la plaza de su pueblo”.

 

Decía el entrenador argentino de la Selección  Argentina y el Sevilla CF, Carlos Bilardo, que al enemigo ni agua, había que pisarlo. Esa es la norma de la derecha en este país.

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En clave local  tardaremos  muchos años en tener otro 2021. En julio Diana Morant ascendió al Monte Olimpo de los Dioses de la política cuando fue nombrada Ministra de Ciencia e Innovación. Cosa que valoraremos más cuando ya no esté en ese cargo. Un orgullo para la ciudad y sus habitantes. Ello propició la entrada como Alcalde de José Manuel Prieto quien ahora en diciembre cumple sus seis primeros meses como máxima autoridad local.

 

Por ahora como a los estudiantes cabe darle un PA (Progresa Adecuadamente) pero debe corregir ciertos defectos a mi modesto entender. Traslada una obsesión por que le conozcan que le lleva a una desmesurada actuación tratando de ser el niño en el bautizo, el novio en el casamiento y el finado en el entierro, y para mí un Alcalde debe ser más cauto y moderar más sus apariciones para hacerse respetar y que cuando salga públicamente sus mensajes consigan infundir respeto y marquen diferencias con el resto de conciliábulos.

Sólo es mi opinión personal como periodista, él ya dispone de una pléyade de asesores que le aconsejan y marcan el paso.

 

Para finalizar les deseo que lo mejor que les haya pasado en 2021 sea lo peor que les traiga el 2022. Venturoso y feliz Año Nuevo a todos.

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