Vuelven los jabalíes… en manada

En las últimas semanas, han sido múltiples las imágenes de jabalis que, de buenas a primeras, se dejan ver donde antes era impensable encontrarlo. A la orilla del Serpis, en los alrededores de las grandes superficies comerciales de las afueras, en diferentes carreteras comarcales… No era tan raro que algún jabalí desorientado o falto de alimento abandonase el campo y apareciese entre las casas de algún pueblo. Pero verlos por zonas claramente urbanizadas, o incluso por la playa, resulta cuanto menos insólito, aunque ya no tanto. Cada semana aparecen imágenes en conocidas zonas de Gandia. Las últimas, junto al CAI de Cáritas o el Serpis, a la altura del Pont de Ferro.

 

 

El jabalí es una especie oportunista y con una gran capacidad de adaptación, que ha experimentado una gran expansión demográfica en las últimas décadas paralela al abandono rural, el crecimiento del monte y la disminución del número de cazadores. Esta propagación de la especie ha hecho que se establezca en zonas periurbanas. El jabalí ha pasado de ver al hombre como un depredador a considerarlo una fuente o proveedor de alimento.

 

 

Pero no tiene miramientos y en numerosas ocasiones causan graves daños en propiedades privadas, huertos e instalaciones de riego. El confinamiento fue también para esta especie animal, una auténtica liberación. Los problemas van más allá porquese trata de uno de los vectores de transmisión de enfermedades como la triquinosis, brucelosis, la peste porcina o la tuberculosis, algunas de ellas de posible transmisión al ser humano. Y los accidentes en carretera tampoco son ya excepcionales.

 

Hace unos días Ciudadanos Gandia denunció la inacción por parte del Ayuntamiento en cuanto a las denuncias sobre avistamiento de pequeñas manadas o individuos campando por las afueras de la ciudad. Según su portavoz, Pascal Renolt, «se trata de un problema que pone en riesgo la seguridad de los propios animales y de vecinos y resto de viandantes o vehículos que circulen por la zona». 

 

Las intervenciones propuestas son muchas pero casi siempre poco efectivas, como la esterilización de hembras, la captura de ejemplares, la utilización de repelentes odoríficos o de pastores eléctricos. Pero los expertos reducen las intervenciones a dos: reducir su población y disminuir el atractivo del ambiente urbano mediante la concienciación social. La caza sigue considerándose la principal herramienta de gestión directa del jabalí, pero no está permitida en las áreas urbanas ni en sus zonas de seguridad, así que la disminución del aporte alimentario sería la medida más factible. Evitar que los animales puedan encontrar comida y, por supuesto, concienciar a los ciudadanos de que el jabalí no busca alimento en los cascos urbanos porque pase hambre en el monte sino porque le resulta más fácil.

 

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