El extraordinario valor de la “Visitatio Sepulchri” de Gandia (V.S de G.) no radica en su originalidad, sino en su singularidad. Es una obra única. Se trata de uno de aquellos dramas litúrgicos que durante la Edad Media se representaron en algunos monasterios masculinos de Europa occidental recreando el tema del “Quem quaeritis”. O sea, la visita de las Marías al Santo Sepulcro, donde las recibe un ángel que les pregunta eso, “Quem quaeritis”? (“¿A quién buscáis?). Y cuando ellas le responden, el ángel les anuncia:
“Surrexit Christus”! (“¡Cristo ha resucitado!”). La trama era simple y el argumento lo entendía todo el mundo, aunque el texto estuviera en latín.

No es, pues, una obra original, pero nuestra “Visitatio” es pieza única, singular, al menos por estas tres razones:

1ª.- Porque está completa. La obra consta de dos partes, que corresponden a las dos jornadas de su
representación original: el entierro de Cristo el Viernes Santo y la Resurrección durante la madrugada del
Sábado Santo al Domingo. En 1865 el arzobispo de Valencia la prohibió y dejo de representarse hasta que en 1996 el grupo Pluja la recuperó, pero solo la segunda jornada, la de la Resurrección. El profesor José María Vives Ramiro rescató también la primera y, además, consiguió restaurar toda la obra, incluyendo las acotaciones teatrales. Así, desde 1998 se representa completa, pero en una única jornada, el Sábado Santo, por razones prácticas.

2ª.- Por sus características formales; básicamente, la unidad literaria de ambas jornadas, por una
parte y, por otra, su altísimo nivel musical. Respecto a eso primero, la V.S. de G. se ciñe estrictamente al
texto canónico del ritual católico, sin incorporar elementos ajenos (como hacen otras, que se conservan
parcialmente), incluyendo el mantenimiento del latín original. Podría, pues, formar parte de los oficios de la Semana Santa, aunque fue suprimida precisamente por su carácter no-litúrgico, en estricta aplicación de los decretos de Trento, que obligaban a reservar los recintos consagrados para actos de culto exclusivamente.
 

Respecto a la música, mientras que el Santo Entierro de la primera jornada se acompaña con el
tradicional y emotivo canto gregoriano, la Resurrección se celebra con una polifonía espectacular, tan
compleja técnicamente y de tal calidad que los especialistas coinciden en que solo pudo ser obra de un
músico consagrado. La V.S. de G. es hoy una de las piezas maestras de la música del Renacimiento en
Europa.

3ª.- Y, en tercer lugar, porque es un legado excepcional a su ciudad natal del santo duque, personaje destacado en la política y religión europeas del s. XVI, que hizo universal el topónimo “Gandia”. Francisco de Borja asignó en su testamento (agosto 1550) una dotación económica al cabildo de la Colegiata para garantizar la representación de la V.S. de G. Ahora es responsabilidad nuestra que aquel legado llegue a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. No hacerlo así sería un caso de desidia e irresponsabilidad imperdonables.

A estas alturas ya no podemos alegar ignorancia para incumplir la obligación moral de conservar nuestro patrimonio cultural, incluso cuando se trate de obras maestras, únicas en la cultura occidental de la que tanto presumimos los europeos y de un valor incalculable, como es el caso de la “Visitatio Sepulchri” de Gandia.

El Coro Borja está poniendo todo su empeño, que es mucho y bueno, en cada representación; el profesor Vives ha renunciado siempre a los derechos que le corresponderían por el copyright y me consta la buena predisposición de la actual corporación municipal para conservar esta joya de nuestro patrimonio
cultural inmaterial.

La obra reúne méritos más que suficientes para ser declarada Bien de Interés Cultural por la Generalitat Valenciana, pero la mejor garantía de su conservación sería confiarla a un patronato específico. Yo creo que, más de veinte años después de la feliz recuperación de esta pieza única, ya es el momento de pasar de las musas al teatro.
 

SANTIAGO LA PARRA LÓPEZ

(Universitat Politècnica de València-EPSG)