Las obras de consolidación de la alquería de la Torre dels Pares ya han sido recepcionadas. El proyecto de rehabilitación está valorado en 750.000 euros, financiado al 75 por ciento por el 1,5% Cultural del Gobierno central y el resto de aportación municipal.
Gracias a estos trabajos, se han arreglado todos los techos, los forjados de la casa y se han eliminado todos los elementos impropios.
Ahora, la Torre dels Pares ha vuelto a su estado original del siglo XVII: «Siempre decimos que es lo BIC más desconocido para Gandia, porque presentaba un estado arquitectónico que impedía la visita por razones de seguridad. Hoy ya podemos anunciar que, una vez finalizada esta primera fase de las obras, se podrá abrir a la ciudadanía con un ciclo de visitas organizadas a partir de la primavera», ha indicado la responsable de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de Gandia.
El concejal de Urbanismo, Vicent Mascarell ha insistido en que la mejor manera de proteger el patrimonio de una ciudad es abrirlo a la sociedad para que lo conozca y lo valore: «Hay que recordar que, cuando accedimos al gobierno en 2015, encontramos el edificio en grave peligro y, desde entonces, ha sido una prioridad; todas las legislaturas se han invertido recursos públicos en la medida de nuestras posibilidades económicas para mantenerlo. Hoy damos un paso más, no va a ser suficiente y el compromiso es más que evidente, así que vamos a buscar más recursos de otras administraciones para finalizar la restauración».
Un poco de historia
Pocos meses después de la compra del ducado de Gandia, a finales de 1485, la familia Borja empezó a incorporar a su patrimonio varias propiedades rurales. Una de ellas fue la alquería de los hermanos Balaguer, situada dentro del término de la villa, más allá del río.
Posteriormente, la propiedad fue legada por Francesc de Borja a la Compañía de Jesús para sufragar los gastos de la Universidad de Gandia, las actuales Escuelas Pías. Pocos años después, en 1605, los jesuitas iniciaron la construcción de la Torre dels Pares en un solar deshabitado dentro de la finca, que pronto ya contaba con varias edificaciones a su alrededor donde los miembros de la Compañía residían.
«Entre otros, el complejo tenía su propia capilla, cocina, aposentos y todas las instalaciones necesarias para explotar las amplias y fértiles tierras de su alrededor. En los planos más antiguos que conservamos de la heredad se observa como los cultivos mayoritarios fueron las viñas y olivos, y que la alquería contaba con una acequia propia. Hasta la expulsión de los jesuitas en el siglo XVIII, esta propiedad fue una de las más ricas del ducado», ha explicado Joan Negre