El nuevo gobierno que acaba de asumir en Gandia, con una mayoría progresista que no se había visto nunca en la ciudad, ha tenido la fuerza y la voluntad de expresar en cinco folios su propio desafío para estos cuatro años próximos.
Y es que esa mayoría, le posibilitará tal vez una legislatura tranquila, más allá de la fabulación del líder de PP local, que al parecer no ha entendido en absoluto el resultado electoral, por mucho que la derrota en Gandia no haya sido lo terrible que en otros sitios de España.
Es que, además de esa voluntad, el gobierno municipal cuenta con equilibrios importantes entre experiencia y bisoñéz política de algunos de sus miembros, con lo cual se compensan ciertamente riesgos y tentaciones de prometer más de la cuenta.
Porque hay que tener en cuenta que Gandia aún arrastra una deuda municipal importante, de las más altas en relación con sus habitantes, de toda España y aunque ha hecho un esfuerzo tremendo para compensar cuentas y pagar a tiempo a sus proveedores.
No hay que llamarse a engaño, el programa presentado a la ciudad solo podrá cumplirse si se dan algunas condiciones, además del trabajo ingente de los concejales elegidos: entre ellas, se deberá contar no un factor clave en todo esto. Y ese factor, no es otro que la colaboración, si no complicidad de los gobiernos autonómico y nacional. Algo que en principio, debería estar resuelto habida cuenta de la sintonía con Ximo Puig y Mónica Oltra en la Comunidad Valenciana, y con el más que previsible gobierno de Pedro Sánchez.
En ese sentido, Gandia puede ya contar con algún medio importante para intentar solucionar a corto plazo el ahogo económico que ha pasado prácticamente desapercibido: el decreto valenciano que se publicó hace un par de meses, y por el cual, los ayuntamientos en crítica situación económica podrán financiarse mediante unas garantías reales de bienes inmuebles.
Si, finalmente, Gandia es aceptada en esta opción habrá resuelto buena parte de sus actuales problemas y podrá liberar todo su potencial de gestión.
Aún así, el proyecto de gobierno presentado por PSOE y Compromís +’Gandia Unida, no cae en la tentación de prometer locuras del tipo del Parque Acuático, por citar un caso paradigmático, como lo fue también en su día el frustrado tranvía a la playa.
Lo demás ya correrá por cuenta de la más estricta política: una buena coordinación de áreas, lealtad entre los socios y una atención exquisita y permanente al reclamo social.
Sentido común, en suma. Y eso le sobra a este gobierno.