Resulta lamentable que ante la terrible invasión de un estado soberano como Ucrania, tanto la Unión Europea como Rusia planteen la guerra como una adversidad que golpeará a Europa tras las crisis económica del 2008 y la del COVID en 2020.

Alemania, tradicionalmente aliada de Rusia tras la segunda guerra mundial y líder de la Unión Europea por una parte, y el país con mayor dependencia energética del gas ruso por la otra, ha intentado jugar un papel clave en el proceso de diálogo para evitar un conflicto armado.

No se trata de si Rusia saldrá perdiendo a corto, medio o largo plazo. No se trata de si Italia o España podrán actuar como nuevos corredores de gas argelino aunque a precios superiores.

La cuestión vital que todos parecen olvidar que un país está siendo invadido. Que los muertos son ucranianos civiles o militares, pues en este caso no hay diferencia cuando han sido llamados a filas todos los civiles ucranianos de 16 a 60 años.

Se trata, que tras la segunda guerra mundial se hicieron unos acuerdos y tratados de inviolación de fronteras, se crearon nuevos organismos como la Unión Europea para evitar nuevos conflictos bélicos y que han sido pulverizados.

Cuando hablan de las repercusiones de las medidas a adoptar contra Rusia para resolver el conflicto, nadie piensa en el futuro del pueblo ucraniano. Pueblo que fue devastado por Stalin, que sufrió la radiación de Chernóbil, pueblo pacífico que nunca ha provocado a ninguna potencia europea. Pueblo que lo único que quiere es vivir en paz y libre, sin mayor pretensión que vivir una vida digna.

Ucrania que sabía que iba a ser invadido pide ayuda, pide auxilio, pide acciones, pero solo recibe palabras de apoyo que no significan nada.  Ucrania sabe que está sola, que no va a haber ayuda más allá de la humanitaria, más allá de sanciones económicas ineficaces y de intentos de negociaciones con un tirano. Está cual David contra Goliat, pero sin siquiera su honda para lanzarle en la frente.

Porque desde 2014 aunque los medios de comunicación europeo no nos lo recuerden, Rusia y Ucrania han estado en guerra, en los territorios de Donetsk y Donbass. Han sido 8 años en los que Rusia ha ido deteriorando con su potencial a estas dos regiones infiltrando agentes prorrusos.

El problema es que en este tercer milenio Rusia tiene una potencia nuclear pero tiene una mentalidad medieval. La prueba es que muchos rusos viven por debajo del umbral de pobreza pero prefieren un gobierno supuestamente fuerte que les protegerá de los demonios occidentales, aunque sea corrupto y tirano, porque para ellos lo primero es la paz; aunque Putin irónicamente sea amante de la guerra.

Después de la segunda guerra mundial, nunca ha habido confianza entre Rusia y EEUU ni el resto de Europa, pese a los intentos de Gorvachov por acercar Rusia a Occidente. Pero menos hubo, cuando tras el conflicto con Ucrania Rusia decidió cortar el gas hacia Europa. Y mucha menos tras el conflicto del 2014 cuando Rusia decidió invadir la región ucraniana de Crimea

De forma ingenua Europa ha estado estos años intentando establecer puentes económicos con Rusia, y prueba de ello es la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que evita pasar por Ucrania y Polonia. Pero el problema nunca ha sido Ucrania, sino Rusia. Estos días por fin los líderes europeos se han percatado de que Putin nunca ha querido negociar, sino humillar, utilizando las mismas escusas que Hitler para invadir Ucrania.

Porque Rusia no tiene ni los miedos ni las ambiciones que tiene Europa. Lo importante para los ciudadanos rusos no es mejorar su nivel de vida, sino enarbolar el “alma rusa”. Nacionalismo y nostalgia se unen para eliminar la razón y crear un corazón que no entiende de miseria humana y para el que el fin justifica los medios.

Putin ha calibrado perfectamente todas las sanciones que puedan incurrir sobre Rusia. Ha ido acumulando oro y divisas tenido en la actualidad una deuda pública del 19% cuando España la tiene del 120%. Ha ido negociando con China nuevos socios a los que vender su gas y petróleo además de muchas otras materias primas que dispone como son trigo y carbón. Todos ellas vitales para Europa quien tendrá un problema ingente de precios y abastecimiento. Rusia sabe que a corto plazo puede dañar a Europa mucho más que lo que pueda sufrir. Putin puede soportar perfectamente a corto plazo todas las sanciones propuestas por la UE y EEUU ganando si cabe popularidad de cara a las siguientes elecciones tratando a occidente como el enemigo a combatir. Pero ha fallado al pensar que puede anular la voluntad de los ucranianos. Putin puede conquistar gran parte del país, pero no podrá retenerlo y absorberlo. Éste era su objetivo, y no lo va a conseguir

Putin ex agente KGB Putin actúa de manera autoritaria y temeraria. Todos los temen y nadie le cuestiona. Pero lo que sí podemos y debemos hacer es juzgar y condenar a Putin por crímenes contra la humanidad de manera que sea un fugitivo de la justicia y que viva en su propia cárcel que puede ser Rusia. El pueblo ruso salvó a la humanidad una vez, cuando resistió valientemente frente a Hitler. El pueblo ruso puede salvar a la humanidad de nuevo resistiendo valientemente frente a Putin.

Ahora el mundo es más pobre y tiene menos esperanza de un futuro mejor. Pero las nuevas amenazas del ministro Serguéi Lavrov acerca de la posibilidad de iniciar una tercera guerra mundial y nuclear no son más que palabras desesperadas que nos recuerdan al último presidente que tuvo Rusia en 1999 Boris Yeltsin quien moribundo amenazó con el mismo argumento. Ahora vemos con Putin la misma desesperación y pérdida del sentido de la realidad. Y esto nos debe alentar para pensar que es inminente un cambio en Rusia, y, esperemos esta vez sea con un líder democrático que haga progresar a Rusia y que cree unas sinergias con el resto del mundo que nos permitan por fin crear un clima de confianza y desarrollo global