Con los años las mujeres han ido evolucionando, luchando y formando una sociedad justa e igualitaria. Mujeres que han dejado de lado sus aspiraciones para poder formar una familia. Mujeres que se han quedado solas y han luchado para sacar adelante a sus familiares. O mujeres que plantaron cara y decidieron salir al mercado laboral aunque los demás no lo viesen con buenos ojos.
Grandes ejemplos de ello podemos ver a lo largo de la historia y de los últimos tiempos en la comarca de la Safor. Porque no solo han sido los grandes e ilustres hombres los que han trabajado para forjar la historia de esta comarca. Muchas mujeres han insistido en hacer de ella un lugar seguro en el que poder disfrutar de la independencia, el arte, la cultura y los derechos.
Y es que, para conocer el momento en el que las mujeres decidieron luchar en la Safor nos tenemos que remontar, nada más y nada menos, que al siglo XV, con María Enríquez de Luna. Una gran mecenas del arte en la ciudad de Gandia que, tras enviudar del II Duque de Gandia, Juan de Borja, luchó por regentar el ducado de Gandia para que su hijo mantuviese el título de III Duque de la ciudad una vez fuese mayor. A lo largo de todos esos años demostró ser una mujer valiente, luchadora e inteligente. Además de enfrentarse al Papa Alejandro VI (su suegro) para mantener el ducado, consiguó consolidar el dominio territorial ampliando el ducado y elevar la categoría de la Iglesia de Gandia a Colegiata, ampliando también la Seu.
Años más tarde, en el siglo XVI, otra gran mujer valiente luchó también por el arte y sus tierras en la Safor. Magdalena de Centelles, condesa de Oliva y mujer del V duque de Gandia, Carlos de Borja, consiguió anteponerse a sus primos y heredar el Condado de Oliva, el cual le pertenecía. Junto con su marido, los Borja-Centelles formaron una de las posesiones más ricas de todo el reino.
Ellas sentaron las bases pero, aún así, han sido necesarias muchas más mujeres para crear esa sociedad donde todas pueden acceder a los puestos que desean y cumplir sus metas. Y grandes ejemplos de ello hemos visto en la comarca de la Safor.
Maestras y farmacéuticas, como Milagros Macias del Valle (directora e impulsora del Colegio Público Joan XXIII del Grau de Gandia) o Àngels Malonda Arsis (primera farmacéutica de Gandia) trabajaron también a mediados del siglo pasado por romper moldes y construir un nuevo modelo de mujer con el fin de lograr educación, independencia económica y cultura.
Ahora, grandes mujeres promueven el arte como lo hizo en su momento María Enríquez, como es el caso de la escritora Adriana Serlik, que ha luchado durante muchos años por acercar la cultura y la figura de la mujer a toda la comunidad. Otras han sacrificado mucho tiempo de su día a día para que no la callaran, ni a ella ni a la sociedad, como hizo Marta Sambrizzi durante muchos años con Gente de la Safor. Mujeres jóvenes, estudiosos y talentosas como Estela Pellicer se enfrentan al día a día en la gestión y dirección de un gran edificio patrimonio de de la ciudad como es el Palacio Ducal de los Borja. E incluso en el deporte, Lorena Carpi, en un “mundo de hombres”, ha trabajado por ser la presidenta del Club de Fútbol Del Real de Gandia.
Pero estos casos también se han trasladado a instituciones y al sector público. Ahora en las universidades ya hay rectoras, como Mavi Mestre (Oliva) de la Universitat de València. O las alcaldesas que trabajan diariamente por sus vecinos en Tavernes de la Valldigna, con Lara Romero al frente, y Yolanda Pastor en Oliva.
Todas ellas han luchado por sus metas. Todas ellas han trabajado por estar ahí. Y gracias a las generaciones anteriores que allanaron un poco el camino, hoy todas esas mujeres han podido cosechar sus propios éxitos. Y todas estas mujeres referentes de este 8M son las que ayudarán a las nuevas generaciones a que sus oportunidades crezcan con trabajo, tesón, ilusión y confianza.