A estas alturas ya no nos cabe duda de que María Enríquez es un personaje clave para la historia de Gandia, y más aún en lo que a la época de los Borja se refiere. María Enríquez fue mucho más que la prima hermana de Fernando el Católico, la viuda de Juan de Borja, la nuera del papa Alejandro VI, o la abuela de San Francisco de Borja. De ella sabemos que fue excelente gestora, gran mecenas, culta y valiente. Quien fue capaz de contradecir a su suegro, el papa Alejandro VI, para poder regentar el ducado tras la fatídica muerte de su esposo Juan de Borja. La misma que mandó concluir las obras de la colegiata de Santa Maria en el novedoso estilo renacentista contratando a los mejores artistas del momento. La responsable de la mejora económica y financiera de un ducado cada vez más próspero gracias al cultivo de la caña de azúcar. 

Pero la historia no se construye sola, sino que es el producto resultante de un arduo trabajo de investigación, redacción y difusión. El conocimiento que tenemos hoy en día de la figura de María Enríquez es un logro alcanzado gracias a labores de investigación como las del historiador Santiago La Parra sobre los Borja y el ducado de Gandia; publicaciones como el reciente libro de Verónica Zaragoza sobre las mujeres Borja; y la difusión en forma de artículos, reportajes televisivos, programas de radio, conferencias, charlas, e incluso visitas guiadas. Todo ello ha contribuido a la asimilación de la figura de Maria Enríquez como parte indispensable de la historia de Gandia.

No obstante, los libros continúan repletos de nombres de mujeres a las cuales se les asocia solamente con calificativos que nada aportan o incluso que no son reales. ¿De cuántas mujeres sabemos poco más que fue una mujer bella, una beata, una loca, o incluso una arpía? Un ejemplo claro lo tenemos con la cuñada de María Enríquez, Lucrecia de Borja, víctima no solamente de las estrategias de su padre, Rodrigo de Borja, sino del tratamiento misógino que ha tenido la historiografía con ella.

Así que este trabajo no termina aquí. No estamos ante un fenómeno de moda pasajero, sino en el camino hacia la creación de una historia más completa y justa que tenga en cuenta el papel que tuvieron tanto los hombres como las mujeres, a pesar de las dificultades a causa de la escasez de documentación existente. En nuestras manos está el no olvidar el papel que tuvo María Enríquez en la historia de Gandia, pero también el de sacar a la luz el de muchas otras.