Domingo. Jornada de descanso. Calles vacías y sólo algunos coches patrulla que recorren los municipios de la Safor recordando por megafonía la necesidad de no salir de casa para evitar la propagación del coronavirus. Y parece que poco a poco se consigue el resultado.
Cuando parecía que la gente tomaba conciencia, ayer se volveron a vivir episodios de locura en los supermercados y otros comercios de alimentación en Gandia. Como si del apocalipsis se tratara, la gente ignoró los avisos de evitar aglomeraciones o de realizar comprar compulsivas. Hasta tal punto que las superficies han comenzado a aplicar sus propias medidas restrictivas: limitar la entrada de personas en el espacio al mismo tiempo o incluso reducir el horario de atención al público. «Así al menos nos da tiempo a reponer las estanterías, porque estaba pasando que la gente cogía el género directamente de los palés», explica Arantxa, empleada de un supermercado.
Anoche también se vivió un momento espacial cuando a las 22 horas, miles de personas convocadas por redes sociales salieron a sus balcones y compartieron un sonoro aplauso dedicado a todo los sanitarios y sanitarias que estos días se dedican en cuerpo y alma en sus centros de trabajo atendiendo a los infectados, arriesgando su propia salud. Algunos lo hicieron una hora antes, acompañados de los pequeños de la casa.
A partir de mañana lunes será cuando realmente se empiece a vivir la reclusión. Teletrabajo, educación en casa, ocio entre cuatro paredes… Bienvenido el ingenio, y la paciencia.