La concejala de Arqueología y Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, Alícia Izquierdo, acompañada del arqueólogo municipal, Joan Negre, técnicos y responsables de la obra, visitaron ayer las últimas actuaciones en la Nevasca de Marxuquera, donde se está desarrollando la primera fase de un proyecto de rehabilitación que permitirá instalar allí, en breve, un fantástico centro de interpretación sobre La Vall de Marxuquera y la Cova de les Meravelles. La restauración del edificio, conocido comúnmente durante años como el Morabito, ha permitido consolidar toda la estructura constructiva para asegurarse que sobrevive al paso del tiempo. Y, en su interior, se podrá hablar extensamente sobre la historia de este maravilloso paraje.
“El centro de interpretación será una ventana abierta a aspectos tan interesantes como el arte paleolítico de la cueva de les Meravelles, el intenso poblamiento neolítico en las cuevas que bordean el valle, el uso de algunas de ellas como santuarios en época íbero-romana o, cómo no, la vida rural en Marxuquera durante los últimos tres siglos», ha destacado Izquierdo.
Con la colaboración del Departamento de Gestión Responsable del Territorio, el entorno de la Nevasca servirá también para crear un espacio ambiental donde conocer los árboles y cultivos tradicionales en Marxuquera, y una atalaya privilegiada desde donde poder observar el increíble paisaje que lo rodea. Las obras se enmarcan dentro de las ayudas que los fondos FEDER europeos otorgan a proyectos para la conservación del patrimonio.
LA HISTORIA DE LA NEVASCA
Este edificio contó con varios usos desde el momento de su construcción, aproximadamente entre los siglos XVII y XVIII. Si bien en su origen debió de ser un pequeño almacén frío, en el cual podrían mantenerse temporalmente los bloques de hielo en tráfico entre las neveras de montaña y la ciudad de Gandia y los pueblos del valle, «también se debió de ver transformado posteriormente en un pequeño cuartel de vigilancia, un espacio de tareas agrícolas e, incluso, un sencillo trastero». El nombre del edificio proviene de la partida donde se encuentra, denominada en la documentación y cartografía antigua por este nombre, al tratarse de uno de los rincones de ombría más frescos y resguardados de todo el valle de Marxuquera.