Como hemos podido ver estos días, la petición de la construcción de un hotel por parte de una empresa privada en los antiguos terrenos de la piscina, discoteca y cafetería de la Colonia Ducal, se ha convertido en una patata caliente para el gobierno de coalición de nuestra ciudad.
La postura de los socialistas está clara: no quieren que se pierda esta oportunidad de ampliar la capacidad hotelera de la ciudad. Y, más aún, con un hotel de estas características –cuatro estrellas superior–, que rompería la estacionalidad persistente desde hace décadas en nuestra playa, tan demandada siempre por los sectores turísticos y hosteleros.
Claro está que hay opiniones en todos los sentidos, y que todas son necesarias y respetables. Los vecinos son partícipes de ellas, pero no se pueden condicionar y querer vincularlas en que “si ahora tengo vistas al mar y me las van a tapar”. Ningún ciudadano tiene ese derecho cuando adquiere una vivienda.
Así, de una u otra manera estamos expuestos a que nos construyan delante de nuestra casa. A mí me ha pasado. Vuelvo a repetir que los vecinos tienen todo el derecho a que se les escuche y su opinión es importante, pero no creo que deba ser vinculante ante una decisión de este calado.
No obstante, de lo que estamos hablando es de enclavar un hotel en una zona que ya tenía construcción desde hace muchos años, con una altura menos de las que tienen las viviendas y que dará un servicio hotelero de calidad del que la playa de Gandia tiene una oferta limitada, con lo que implica en puestos de trabajo directos e indirectos que tan necesarios son para nuestra ciudad en estos momentos. Incluso, se revalorizarían los comercios adyacentes y locales que quedan por alquilar.
Recordemos que todos los foros de la ciudad, turísticos o no, siempre han destacado la necesidad de apostar por la industria para crear empleo. Y, este proyecto, también es industria.
En estos momentos, una cosa está clara: el empresario tiene que poner en marcha su inversión, y la opción B también está encima de la mesa. Ya se ha comunicado la posibilidad de implantar un centro de ocio con franquicias, una zona ‘chill out’ e, incluso, pubs –recuerden que había una afamada discoteca en esas instalaciones y las quejas de los vecinos eran constantes–.
Visto lo visto, ahora no hay mucho tiempo: la empresa propietaria quiere ejercer su derecho de explotación y ponerse en marcha lo más pronto posible.
En cuanto a la oposición, el portavoz de Ciudadanos, Pascal Renolt, ya ha manifestado su voto a favor del hotel por el revulsivo que supondría para Gandia, tan carente de complejos de estas características. Ahora falta ver qué piensa hacer el PP de Gandia, que todavía a estas alturas no ha dado a conocer su intención esperando reunirse con los responsables de la empresa para conocer el proyecto a fondo.
Protejamos la Colonia Ducal, sí –pero compatibilizando la construcción del hotel con el menor impacto estético en cuanto al complejo para que no pierda su esencia arquitectónica de los años sesenta–. Pero, al mismo tiempo, aumentemos su oferta turística. Y, con ello, la de la playa de Gandia, que tan necesaria es en estos tiempos de crisis que vivimos.