El antiguo taller de Paco Orihuel se ha convertido en un espacio que guarda un universo en miniatura creado a mano. Este rincón ubicado en la calle Ulargui 17 del Grau, lleno de detalles y dedicación, es el resultado de años de trabajo paciente y de una pasión por las manualidades.
Cada día, Paco abre las puertas de su exposición para que los visitantes descubran catedrales, castillos y edificios históricos. Mientras la gente recorre este universo de corcho y pintura, Paco sigue en su mesa de trabajo, tallando, cortando y perfeccionando cada pieza con calma y mucha paciencia.
En su pequeño taller, los edificios más emblemáticos del mundo encuentran una nueva forma de ser admirados, recordándonos que la creatividad y el esfuerzo pueden convertir cualquier rincón en un espacio lleno de magia.
- ¿Cómo comenzó a trabajar con maquetas y corcho?
Empecé a hacer este tipo de maquetas después del último Engalanament de carrer de la Falla Grau, en 2018. Aunque mi trabajo con corcho comenzó en 2004, cuando recreé una calle de palacios. Desde entonces, cada año desarrollaba una temática diferente para la Falla.
Las calles que diseñaba eran, básicamente, maquetas. Un año recreé Sevilla, otro los monumentos de Europa, y uno de mis últimos trabajos fue la antigua Gandia, con sus murallas. Me gustó tanto que empecé a hacer maquetas para mí. También trabajé en fallas infantiles.
Después de aquellas últimas calles, decidí no continuar con esos proyectos grandes y me dediqué a hacer castillos pequeños como regalos para las Reinas de la Falla Grau. Más adelante, busqué inspiración en fotografías de agencias de viaje y comencé a recrear monumentos.
- ¿Elige usted los edificios que recrea?
Me suelen ir diciendo edificios y los hago. Mi amigo Juan coloca las imágenes en la tablet para que pueda ver los edificios en detalle. Necesito fotos que incluyan las cuatro caras del edificio y un plano cenital para asegurarme de tener una visión completa.
Es esencial que las fachadas aparezcan completamente planas en las imágenes, porque así puedo sacar la escala para la maqueta.
- ¿Cuándo aprendió a hacer maquetas?
No lo sé. Siempre me han gustado las manualidades, y supongo que con la práctica he ido mejorando. Muchas personas me dicen que tengo mucha paciencia, y es cierto que este trabajo la requiere.
- ¿Cuál ha sido el edificio más difícil de recrear?
Sin duda, el Duomo de Milán. A simple vista parece sencillo, pero tiene muchos detalles en el interior, lo que lo hace muy complicado.
- Para hacer estos trabajos necesitará mucho tiempo.
Depende del tamaño. Normalmente tardo unos dos meses. Por ejemplo, la Sagrada Familia de Barcelona, que ha sido la última que he hecho, la empecé en agosto y la terminé en noviembre. Es una obra complicada, con muchos detalles detalles y muy diferentes, y todavía no la doy por acabada, como la original. Incluso he pensado en añadirle una grúa para asemejarla más al edificio real.
Al final el corcho es un material blando y fácil de trabajar. Si se rompe una pieza, simplemente la vuelvo a hacer con paciencia.
- ¿Cómo consigue los detalles tan realistas en sus maquetas?
Me regalaron una tablet que me permitió trabajar con mayor detalle. Empecé a crear maquetas de catedrales y otros edificios agregando más detalles, algo que siempre sorprende a quienes visitan la exposición.
La tablet me permite ampliar las fotos y observar todos los detalles. Intento imitarlos al máximo, aunque con corcho es imposible replicarlos al 100%. Cuanto más pequeña es la maqueta, más complicado es trabajar los detalles, pero con paciencia lo consigo.
- Sus maquetas habrán ido cambiando con los años.
Las primeras maquetas tienen detalles más bastos porque no tenía imágenes completas; a veces solo trabajaba con dos caras del edificio y no podía ampliar las imágenes, por lo que no podía ver con exactitud cada detalle del edificio. La diferencia con las actuales se nota mucho gracias a la tablet.
- ¿Qué utiliza para crearlas?
Uso corcho de diferentes medidas, tres tipos de cúter, bisturí y un lápiz. Para ensamblar las partes utilizo una cola sin disolvente, que no daña el corcho. Pinto las maquetas con pintura al agua y, si uso pintura acrílica, primero aplico dos capas de pintura al agua para sellar el poro del corcho.
- La gente se sorprende al entrar por la puerta.
La gente se sorprende al ver estas obras en un local que antes era mi taller, y muchos opinan que deberían estar en un museo. Suelen felicitarme y sacan muchas fotos. Dicen que las maquetas les impresionan más que algunas visitas a museos, especialmente porque están aquí, en el taller, y solo se conocen por los carteles que he ido colgando yo por el Grau.
- ¿Por qué decidió convertir su taller en exposición?
Las maquetas estuvieron guardadas durante mucho tiempo. Abrí la exposición después de la pandemia, sin pensar que tendrían tanto éxito. Fue a petición de la Falla Grau, como ya no hacía la calle, me pidieron que abriera el taller como exposición para que la gente pudiera ver las maquetas.
Lo decoré con el nombre de la Falla y, al gustar tanto, decidí mantenerlo abierto. Ahora paso el día trabajando en las maquetas mientras los visitantes recorren la exposición.
- ¿Y si alguien quiere una maqueta?
No vendo las maquetas grandes porque en una casa podrían romperse fácilmente. Sin embargo, hago piezas más pequeñas que se llevan como recuerdos, como los Tinglados del Puerto de Gandia, la Iglesia de Sant Nicolau del Grau o alguna barraca valenciana. Gente conocida también me pide cosas y yo las hago, por ejemplo castillos de Disney para los niños.
- De todas las que tiene, ¿hay alguna que sea especial?
Me gustan todas. No puedo elegir una. Sí podría mencionar las más complicadas, como el Duomo de Milán o la Sagrada Familia, pero no tengo una preferida.