El Partido Popular de la Comunitat Valenciana anunciaba la tarde de este jueves que, tal y como se venía comentando en los mentiremos de la ciudad desde hace meses, Víctor Soler no será el candidato a las próximas elecciones locales. El elegido para ocupar su lugar e intentar recuperar la alcaldía perdida en 2015 será Juan Carlos Moragues.
El antiguo conseller de Hacienda con Alberto Fabra y ex delegado del Gobierno ha estado desojando la margarita durante meses, pero los que le conocen ya venían adelantando que la postura negativa inicial estaba virando hacia una más que posible aceptación del reto de enfrentarse al actual alcalde, José Manuel Prieto.
No es plato de buen gusto el que ahora le toca comer a Soler. De ser aclamado a la búlgara en el congreso celebrado en el mes de enero y conseguir un 97% de los apoyos -incluido el de Moragues- a ser poco menos que pisoteado por las altas esferas de su partido.
Ahora resulta que Moragues da el perfil que se busca para las grandes ciudades.
¿Nadie fue consciente de eso en el mes de enero? ¿Qué pasa ahora con un grupo de personas que Soler ha ido sumando al Partido Popular y que ya daban por sentado que él sería el candidato?¿Con qué cara justifica la dirección de la Comunitat el aterrizaje de este, para muchos, nuevo paracaidista ante el grupo municipal y la Ejecutiva Local?
Queda por saber la reacción de las bases del partido y si Soler y los suyos se revolverán ante una decisión cuanto menos injusta para el afectado. Otra cosa no, pero experiencia hay en las filas del PP tras lo sucedido con Fuster, Mut y De Juano.
Hasta el refrán «no hay dos sin tres» se queda corto. Que pase el siguiente.