Ayer asistí en el teatro Serrano a la presentación de Diana Morant como candidata a la alcaldía de Gandia por el PSOE. La acompañaban Ximo Puig, el Presidente de la Comunitat Valenciana y José Luis Rodríguez Zapatero, el quinto presidente de Gobierno tras el inicio de la democracia en España.
La presentación de Diana como candidata fue un acto distinto y emotivo. Íntimo a pesar de que los asistentes ocupábamos todo el espacio. Nos habló de los orígenes humildes de su familia y del compromiso ideológico y la represión que sufrieron por ello. Hizo un breve repaso a la legislatura que acaba y nos recordó el descalabro económico que el anterior Gobierno había provocado y el esfuerzo realizado para reducir la deuda. También el empeño puesto por ella misma y por todo su gobierno por devolver a Gandia la dignidad de ciudad emprendedora y culta en que el empeño de los diversos gobiernos progresistas la habían convertido.
Diana dejó constancia de su compromiso por lo público y puso como ejemplo la recuperación de la gestión del espacio que nos acogía y de las Escoletes, que fueron de gestión privada durante la anterior legislatura. Reconoció en Pepa Frau, la primera mujer alcaldesa de Gandia, su papel de referente y compromiso por la educación y la cultura en esta ciudad y se mostró orgullosa de presidir un Gobierno en el que las mujeres son mayoría. Porque Diana, como el Partido en el que milita y la llevó a la alcaldía, tienen un firme compromiso con la igualdad y contra la violencia y discriminación que muchas mujeres sufren por el mero hecho de serlo.
Ximo Puig nos habló de la magnífica sintonía que Gandia ha mantenido con la Generalitat y de cómo esa buena sintonía da buenos frutos. También nos habló de diálogo. Un diálogo que mayoritariamente la población de este país reclama como única vía de solución a uno de los mayores retos que deberemos seguir afrontando en la legislatura que se avecina. Porque todos sabemos que ha sido la ausencia de diálogo y la judicialización de la política lo que nos ha llevado a estas situación absurda que deberemos resolver sin violencia dentro del marco constitucional.
Zapatero nos arrancó a todos una sonrisa al decir que él ya no necesitaba hablar después de escuchar a una mujer tan brillante como Diana. Pero habló. Y a través de sus palabras y de las preguntas e intervenciones de la Alcaldesa recorrimos el camino que se inició con el clamor atronador de
este país que salió a decir “no a la guerra” sin que nadie de quienes podían haberlo impedido supiera escuchar. Quizás si ese clamor se hubiera escuchado hoy no existiría en el Jardín del Retiro de Madrid el Bosque de los Ausentes en el que 192 abetos y encinas nos recuerdan a quienes no deberían haber perdido la vida aquel fatídico 11 de marzo de 2004. Poco después José Luis Rodríguez Zapatero retiró las tropas españolas de Irak.
Zapatero en este acto ha encarnado el mejor espíritu del socialismo. Él, mejor que nadie, representa el compromiso por los derechos civiles y las libertades que el PSOE ha legado a los españoles. Con sus gobiernos se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo, se aprobó la ley de la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia y la ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. También se implementaron una serie de ayudas a las familias más desfavorecidas.
Casi de soslayo apareció su empeño personal en llevar a Naciones Unidas la tan denostada y encomiable iniciativa que recibió el nombre de Alianza de Civilizaciones. Tan necesaria para fomentar el diálogo y la cooperación entre diferentes comunidades y culturas.
Y también en sus últimos minutos de intervención pudimos recordar su apuesta por la Educación para la Ciudadanía, una asignatura imprescindible en esta sociedad todavía tan necesitada de respeto hacia el otro.
La presentación de Diana Morant ha sido un recorrido por los compromisos y las acciones de gobierno que han dignificado este país, esta autonomía y esta ciudad. Desde aquí quiero hacerle llegar mi deseo más sincero de que siga siendo nuestra Alcaldesa. Gandia se lo merece.