La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJ) que anula la concesión administrativa de la zona deportiva del puerto de Gandia al Real Club Náutico precipitó hace algo más de un mes la dimisión del presidente de la entidad, Daniel Vidal. David González, hasta entonces vicepresidente, asumió el cargo en uno de los momentos más complicados. Con las obras de demolición del edificio en marcha (y ya acabadas), y el proyecto para construir la nueva marina (que iba a comenzar en septiembre, tras el parón estival), el fallo judicial arroja un jarro de agua fría sobre los planes del Club y llena de incógnitas un proyecto que lleva años gestándose.
González Levallois asume el nuevo reto con mucho ánimo, respaldado por la mayoría de los socios del Club, y con la esperanza de que el camino judicial que se abre ahora (y que se prevé largo en el tiempo), acabe en el mismo punto en el que se encuentran ahora: con la concesión del Náutico y la luz verde para ejecutar su proyecto y gestionarlo los próximos 20 años.
– ¿Qué va a pasar?
– No lo sabemos. De momento, hemos solicitado una aclaración de la sentencia, para saber exactamente a qué punto se debe retrotraer el procedimiento, y poder actuar en consecuencia. Calculamos que eso lo sabremos en septiembre.
La sentencia anula la concesión, con lo que se supone que volveríamos al inicio del proceso. Lo que no queda claro es si regresamos al punto inicial, cuando las dos partes presentamos nuestras ofertas; o si bien se queda en el momento en que ya se presentaron las propuestas, justo antes de que la Autoridad Portuaria (APV) descartada la oferta de Alcora.
– ¿Puede recordar qué es lo que ocurrió?
– Nosotros recurrimos la oferta de Alcora, por varios defectos de forma y fondo. Y la APV aceptó un defecto de forma, porque presentaron el aval fuera de plazo. Con eso, quedaba directamente descartada y nos otorgó a nosotros la concesión. Ellos recurrieron, y es la sentencia que se ha conocido ahora, la que anula esa concesión.
– ¿Y ahora cuáles son las opciones?
– Podemos volver al inicio, cuando se presentan las dos ofertas. Aunque se anulara ese defecto de forma que en su día adujimos, en nuestras alegaciones sigue habiendo numerosos defectos de fondo que serán tenidos en cuenta y que justifican igualmente la exclusión de la empresa. Recurriremos. Si se repite el proceso y volvemos a conseguir la concesión, entiendo que serán ellos los que volverán a recurrir. Y no descartamos llegar al Tribunal Supremo.
– Eso supone mucho retraso en ejecutar las obras…
– Sí, claro. Nosotros teníamos la concesión, y teníamos una obligación contractual con la APV de cumplimiento de plazos. Por eso durante el invierno empezamos a vaciar las instalaciones, y finalmente ejecutamos la demolición. Estaba prevista la paralización durante los meses de verano y empezar las obras en septiembre.
Pero ahora no sabemos qué va a pasar, porque de momento el contrato sigue vigente y, tras pedir una ampliación de plazo, teníamos hasta el verano de 2022 para acabar. Cuando tengamos esa aclaración de la sentencia, y decidamos qué es lo que vamos a hacer, entonces veremos qué pasa con las obras y qué dice la APV. Pero si el asunto se alarga, pediremos una paralización de las obras, entre otras cosas, porque no tendremos la financiación.
– Esa ha sido una de las grandes dificultades de su proyecto…
– Bueno, costó encontrarla. Pero una vez concedida la concesión, no hemos tenido ningún problema. Esa era nuestra garantía de cara a las entidades financieras, los 20 años de concesión y explotación del Náutico. Pero ahora con esta sentencia que cuestiona el contrato, pone en riesgo la financiación porque esa garantía está en interrogante.
– ¿Y puede seguir funcionando el Club?
– Por supuesto. Llevamos trabajando sin concesión muchos años. Y lo seguiremos haciendo. Nuestra actividad está en el agua. Y el agua está, así que no hay problema. Será un poco más incómodo para los socios, porque no hay instalaciones, pero la actividad no para. Aún así, las instalaciones que teníamos estaban muy desgastadas y había muchas zonas de desuso. Al no tener la concesión, no se han hecho inversiones, ni tampoco en sus servicios. Cuando vives alquilado, no haces obras en la casa. Como mucho, pintas o cambias algún mueble. Pero no inviertes si piensas que el propietario te va a echar algún día.
– ¿Qué ha afectado más a la actividad, las obras o el Covid?
– Sin duda el Covid. Tenemos mucha actividad a partir de mayo, pero el Covid ha impedido que pudiéramos organizar muchísimas actividades deportivas. Pero las obras no han afectado, por ejemplo, al tráfico de embarcaciones y la llegada de transeúntes. Ha bajado, claro, pero bastante menos de lo que nos esperábamos.
– ¿Cómo están los ánimos entre los socios?
– Hay de todo, pero en general, la mayoría está animada. Aunque hemos pasado unos meses muy complicados. El virus, el confinamiento y cuando parecía que empezábamos a salir, nos llega la sentencia. Llevamos mucha carga y eso desgasta mucho. De ahí el relevo a Dani (Vidal). Pero ahora, estamos todos motivados y confiamos en nuestro proyecto, que es el más social. A finales de agosto convocaremos una asamblea general, expondremos la situación, y cuáles son las opciones, y entre todos votaremos qué es lo que queremos hacer.
– Momento difícil para asumir las riendas…
– Hemos pasado momentos mucho peores. Me gusta la emoción (ríe).