Este año ha comenzado con peores augurios que el pasado. La alineación de Júpiter y Saturno con la Tierra no presagia nada bueno.
Se ha disparado la pandemia, nada sorprendente ante los comportamientos insensatos y suciamente repetitivos. No es nuevo. Las hordas fascistas y violentas de Donald Trump asaltan el Capitolio en Washington para entretenerse a falta de algo mejor que hacer. Y una tormenta con nombre de chacha de tebeo de Ibáñez, Filomena, nos ha dejado congelados. Para llevar doce días del año no está nada bien, si he escrito “nada bien” conscientemente.
Menos mal que tenemos las mascarillas con las que escondernos detrás para disfrazar ciertas cosas y ser un poco más anónimos socialmente. Podrían hacer unas de cuerpo entero para volvernos invisibles.
Pero esto de la pandemia les ha venido muy bien a otros muchos para, con la excusa de lo que acontece, dejar de atender a ciudadanos perplejos. Los bancos atienden y teletrabajan a medio gas. Las administraciones, más de lo mismo, como mucho con cita previa, si te cogen el teléfono. A muchos profesionales de profesiones liberales: médicos, dentistas, abogados… se les ha roto el datáfono, cobran en rama. Qué curioso.
Pongo un ejemplo personal. Tengo un juicio pendiente desde hace dos años contra un banco. Por la Covid-19 me lo aplazaron hace seis meses, ayer me lo volvieron a aplazar porque no hay jueces de refuerzo para atender mi demanda. No me han dicho por cuántos meses, años o siglos. Sólo faltaba que hubiera sido por “Filomena”.
La pandemia se ha convertido en la mejor excusa para cualquier asunto y con ello los tristes mortales llenamos nuestra mochila de paciencia para aguantar lo que nos venga, tampoco queda otra.
Por cierto, no sé si se han enterado que ha nevado en Madrid, por si acaso se lo cuento, ha colapsado la capital del país la nevada “Filomena”. Lo raro hubiera sido que no se pudiera salir de Marbella por el colapso de una nevada. En pueblos de Asturias y Cantabria pasan meses aislados por las nevadas y no van ni un cámara, ni un periodista, sólo los cuervos a jugar con la nieve.
(No quiero acabar sin mandarle un fuerte abrazo, mucho ánimo y suerte a un amigo que está luchando contra el bicho en el hospital de Gandia “Jorge, tú puedes”).