Bárbara Ortiz Prieto ya está en Honduras. Esta gandiense está muy vinculada a la ayuda social. Es educadora social, especialista en intervenciones asistidas con perros y docentes, y ahora ha emprendido un viaje hacia una experiencia que seguramente le cambiará la vida y en la que su labor dejará una marca muy profunda.
Su labor está muy reconocida en Gandia, en entidades como Asmisaf, la Asociación Prominusválidos Psíquicos de la Safor, donde desarrolló varios proyectos y propuso nuevas acciones. También se implicó en la Associació Rosa dels Vents por la igualdad de género, en la que las mujeres cuentan con grupos de apoyo y donde se plantean distintas opciones de actividades. Realizó un trabajo de acompañamiento y dinamización mediante talleres de empoderamiento dirigido a las mujeres de la asociación. Se ha convertido en un pilar fundamental de la asociación, a la que seguramente seguirá muy implicada a pesar de la distancia.
También participa con Iscana, un grupo de profesionales con años de trayectoria en el campo de la educación y el acompañamiento social, actuando junto a las personas pertenecientes a colectivos en riesgo de exclusión social en la Safor. Un equipo enriquecido con profesionales del mundo de la educación canina, sensibilizadas con el respeto y la empatía.
Con este currículum de entrega social es fácil imaginar que el Padre Ángel se fijara en ella y le propusiera formar parte del Proyecto de Mensajeros por la Paz. Esta vez, el proyecto es en Guarataro acercando la educación a familias en riesgo de exclusión social.
Esta fundación está realizando las primeras acciones en Honduras a través de un convenio con la Fundación de niños de Guarataro. Bárbara hace pocos días que está en la zona después de haber pasado todos los controles del Covid-19. Se ha familiarizado con las instalaciones donde llevan años realizando una gran labor de atención a la infancia de esa zona. “Para dar continuidad a este proyecto queremos ir un paso adelante y vamos a crear una comunidad socioeducativa basada en la metodología pedagógica del método Montessori”, comenta Ortiz.
“Una comunidad que se fundamenta en varios pilares. Por un lado la alimentación, la atención sanitaria y la educación”. También será muy importante la educación en el entorno, por eso el proyecto comienza con la creación de una escuela para niños y niñas de 0 a 6 años, donde poder acompañarles en su propio desarrollo personal, con una educación para la paz.
“Es una educación necesaria no solo por los valores que adquiere el niño o la niña, sino también por el cambio que supone para su entorno, tanto por su familia como para la sociedad. Cuando hablamos de niños y niñas no nos podemos olvidar de aquellos que tienen diversidad funcional, por esto apoyamos la labor que están realizando la Congregación de Hermanas de Jesús del Buen Samaritano donde acogen a los pequeños con diversidad funcional, porque cuando pasa algo en cualquier parte del mundo, por muy lejos que nos parezca que esté, nos afecta y, por lo tanto, debe importarnos”.
Bárbara ya está trabajando con equipo de la Fundación Niños de Guarataro y ha tenido las primeras reuniones. No estará sola en esta nueva fase solidaria que emprende. Quienes la conocen saben de su valía y seguramente Gandia se implicará en este proyecto. Suerte Bárbara.