Un buen amigo periodista me preguntaba si las actuaciones que ya se percibían en Bairén eran el resultado de excavaciones, porque “la verdad, decía, no lo tengo claro”. Lacónicamente le respondí con otra pregunta: “acaso crees que la función de una excavación es la de levantar muros y construir un jardín?”. La evidencia suele ser la mejor respuesta.
Señores, hagan relativo caso a la propaganda que se emite machaconamente y prepárense para subir a Bairén allá por el mes de noviembre. La experiencia vale la pena y les aseguro que a partir de ahora, será más interesante, tras haber puesto en valor ese “sitio histórico” que fue el principio de todo en Gandia y que ha sufrido un abandono casi secular.
Entren al parque; en su entrada verán una caseta de recepción y un servicio, justo antes de tomar el camino de siempre, ahora afirmado, en el que se salpican plataformas donde sentarse a contemplar el lugar y leer unos pequeños y asequibles textos que les ayudarán sin duda, a adentrarse en su geografía y también en su historia.
Entre tanto, verán esa maravilla de arbustos aromáticos, flores amarillas, rosáceas, violetas, rodeadas por mariposas; de vez en cuando alguna lagartija y hasta pequeñas culebrillas. Quizás lleguen observar alguna pareja de rapaces sobrevolando la colina. Emociones al alcance de todos, pues los parques, los jardines, son de todos y para todos al igual que el valor de las ruinas y del patrimonio.
En Bairén, las Administraciones locales, Autonómicas y Europeas, están haciendo un importante esfuerzo. Impulsado desde la Alcaldía, cuando nadie creía en él, el proyecto se ha consolidado, conformado por un equipo potente. Las obras no se hacen solas, nunca por una única persona; las obras son el resultado del trabajo y la coordinación de gentes que en ellas se implican hasta el fondo. Nada más injusto que alguien quiera adjudicar a una sola persona un proyecto de muchos.
Decía que era un parque, con destino a la gente de Gandia y de la Safor y también para aquellos que nos visiten, tiene un primer y primordial componente social y turístico que es la base de la actuación.
La segunda vertiente es la arquitectónica. La conservación de las ruinas de una fortaleza cuya construcción fue iniciada hace mil años, aproximadamente, con materiales humildes: tierra, piedra y cal. Se trata de evitar el deterioro y la pérdida irreparable de aquello que aún nos queda. Eran tiempos de los árabes y en la cima plana del montículo que ya había sido transitado por culturas anteriores (neolítico, bronce, iberos, romanos), asentaron sus murallas para defenderse, vivir y albergar, en caso de peligro, a los habitantes de las alquerías circundantes. Sus tres partes son Castell o Alcazaba, Albacar y Vila como tan acertadamente nos contó Bazzana allá por los años setenta. Las ruinas hoy, se han salvado y los visitantes podrán hacer suya la fortaleza de forma asequible para todos. Cumpliendo nuestra misión para Gandia.
Y una tercera pata, que supone aproximadamente la tercera parte de la inversión, es la de arqueología, es decir, la de averiguar qué hubo en el origen, cómo se hizo y cómo evolucionó con el tiempo lo que está enterrado y oculto. Desvelar la historia. Ustedes verán en la red y en papel todo un conjunto de noticias que anuncian descubrimientos. En su mayor parte se ratifica lo anunciado o intuido. Bien, la arqueología nos hará entender mejor el conjunto de la fortaleza.
No hace muchos días, alcé las cejas y dejé escapar de mi boca una breve sonrisa irónica tras leer un artículo sobre las obras, en el que aparecía un nombre en negrilla y otro sin ella, dando a entender la autoría del enorme trabajo comunitario que es Bairén. No se nombraba a Pepe, ni a Marta, ni a Fermín, a Rafa, a Alba, ni a Construcciones Bañuls, ni a Josep, Toni, Pau, Edu, ni al honrado Miquel, a Guillermo, ni a Vicent, a Santi, ni al otro Miguel, ni a Jordi, Xaro, Benjamí o Borja, ni a tantos que se están dejando la piel por salvar nuestro origen. Tampoco a Josep Gisbert quien nos dio las pautas a seguir, ni al Plan Director realizado por José Manuel Climent y Joan Cardona que nunca llegó a aprobarse y tampoco a Suso con su proverbial generosidad , al hacernos llegar imágenes maravillosas del paisaje con paisanaje incluido.
Recordé aquella anécdota de un hombre sabio que tenía el defecto de hablar en demasía, pues poseía un prodigioso don de conversación, mostrando sus conocimientos a la primera de cambio. Cuentan que tras un discurso entre un grupo de amigos un humilde obrero le dijo “De acuerdo D. Francisco, entre todos lo sabemos todo”. Pues eso, entre todos construimos nuestro parque con sus bellísimas ruinas, nuestro paraíso llamado Bairén.
Fernando Mut
Arquitecto