¿Avanzar o retroceder?

El pasado lunes, día 13, tuvo lugar el debate electoral organizado por Radio Gandia en el Palau Ducal.

 

Los debates, que deberían ser un sano contraste de ideas, se han convertido en encorsetados monólogos de bustos parlantes moderados por periodistas contadores de minutos. Cuenta más el tiempo que el razonamiento, el eslogan de argumentario que el razonamiento.

 

Pero pudimos ver y escuchar a cuatro candidatos a la alcaldía de Gandia y contrastar personalidades, talantes y gestos elocuentes que pueden ayudarnos en la decisión de nuestro voto.

 

La suerte quiso que a la derecha del espectador estuvieran los candidatos conservadores aspirantes a gobernar y a la izquierda, los socios progresistas que han gobernado esta ciudad los últimos cuatro años.

 

 

El sustituto por sorpresa de Ciro Palmer en Ciudadanos, Pascal Renolt, comenzó el debate haciendo una encendida defensa de sus cualidades. Siempre en primera persona,  nos habló de sus viajes, de su familia, de su hijo, de sus gustos. Y nos confesó que “le encanta la cultura” (¿?). Se permitió aconsejar a la actual alcaldesa que no se encargue del turismo, porque él sabe mucho de eso: maneja una “web de éxito” y ha “recorrido el mundo”. Además, añadió, “vivo del turismo”.

 

Confundió el Ayuntamiento con una ONG y prometió repartir productos de primera necesidad a los más débiles. Alguien debería explicarle que la justicia social no es caridad y los poderes públicos deben buscar la justicia, no dar limosna.

 

Conminó a los otros tres a pedir perdón a la ciudadanía y faltó al respeto a esta última con su falta de propuestas serias. Eso sí, no olvidó la foto de turno -marca de la casa en su partido- para apoyar su promesa de un funicular desde la playa al castillo de Bayrén.

 

Sin comentarios.

 

Sus intervenciones fueron vacías en el fondo y penosas en la forma. Sobre todo cuando se dirigió a la alcaldesa aludiendo a si tenía o no hijos. La moderadora, Marina Vallés, estuvo rápida al hacerle ver lo inadecuado de sus palabras de tufo machista.

 

El vacío del desconocimiento hace del señor Pascal Renolt un candidato arriesgado para gestionar una ciudad tan importante como Gandia. Y su falta de propuestas, de concreción y de sentido político apuntan a que su irrupción en el partido para sustituir a Ciro Palmer obedece a intereses que se nos escapan.

 

 

El candidato del Partido Popular, Víctor Soler, no es nuevo en política. Él mismo se encargó de vender su sobrada capacidad teórica y práctica al comienzo de su monólogo. Sin embargo, esa experiencia es su peor enemiga, ya que fue la mano derecha de Torró: el alcalde que en cuatro años quebró esta ciudad, la sumió en el desprestigio cultural y el caos económico, y nos hizo sufrir a todos la vergüenza de ver entrar a la Guardia Civil en su despacho, días antes de las anteriores elecciones.

 

Pero Soler no parece arrepentido y ha vuelto a reivindicar lo peor de aquella legislatura.  Ha defendido los tres presupuestos ilegales como una manera de “pensar en la ciudadanía”. No puedo imaginar cómo se puede pensar en ella al margen de la ley. Soler, que tanto defiende la ley y el orden, debe saber que la seguridad jurídica es  fundamental. Y, desde luego, pensar en la ciudadanía es pagar a los proveedores y gobernar para todos, no sólo para los suyos. Obras son amores…

 

Acusa al actual gobierno de abulia, falta de ambición y “humo” y se permite, cínicamente, defender saraos millonarios con cuentas opacas que piensa repetir. O alardea de cumplir promesas cuando incumplió casi todas en su gobierno.

 

Su obsesión con la limpieza de la ciudad demuestra hipocresía, pues ellos no pagaban a la empresa encargada de este servicio. Y también, pobreza de argumentos contra la gestión de esta legislatura. Muy bien ha debido hacerlo el gobierno de coalición que ha gobernado, si el líder de la oposición insiste tanto en este único argumento.

Soler no respondió a la pregunta sobre su posible pacto con el misógino y ultraderechista Vox. Aunque depende mucho de cómo sople el viento que lleve al PP, parece que sí pactará. Ventajas de tener principios de quita y pon.

Además, su propuesta de recuperar una medida ilegal del alcalde Torró sobre el padrón y su obsesión con una “inseguridad” que no existe lo alinean claramente con la xenofobia del partido de Abascal. Ningún problema. Piensan igual en muchas cosas.

El teatral “enfrentamiento” entre Soler y Pascal Renolt muestra la rivalidad por liderar la derecha que ya conocemos a nivel nacional. Dardos envenenenados sobre Ciro Palmer y alusiones a los Simpson fueron un ejemplo. Pero no dudarán en pactar los dos con Vox, si es necesario.

 

Las  intervenciones de Soler fueron un regreso al pasado con apariencia de huida hacia adelante, trufadas de mentiras y medias verdades. Parece que los continuos bandazos del PP, que ya ni sabe dónde está, lo han mareado demasiado y lo empujan a una arriesgada maniobra de equilibrismo que puede ser fatal para sus intereses. Su actitud, siempre a la defensiva, lo delata. ¿Cómo creer en lo que Soler llamó “propuestas razonables”, cuando fue el delfín del alcalde del gobierno más irracional de esta ciudad y lleva de número tres a quien elaboró tres presupuestos ilegales? ¿Qué significa “cambio” para él?

 

 

Josep Alandete, candidato de Compromís Més Gandia Unida, es nuevo en estas lides, pero lo acompaña una trayectoria de activismo vecinal reconocida y solvente. Quizá por ello echó mano de su experiencia como profesor para hacer unas exposiciones pedagógicas, con una defensa clara de lo que debe ser la buena política: diálogo, pluralidad, proyectos a largo plazo, propuestas razonables y tolerancia.

 

Defendió la gestión de las áreas que ha llevado su partido. Desde las políticas sociales y educación hasta la industria y el comercio pasando por el Medio Ambiente y  agricultura.

 

Propuso seguir fomentando el respeto a la diversidad, la sensibilidad social ante los débiles. Y también, la relación con las universidades y la modernización tecnológica.

 

Ante la crítica de la ORA por parte de Soler reivindicó el rescate de los aparcamientos y los precios públicos. Aunque se echó de menos una mayor defensa de una ciudad para los peatones y libre de coches.

 

Se notó la necesidad que tenía de diferenciarse de sus socios pero no hubo reproches, sino complicidad dentro de la diferencia. Algo que siempre se agradece y más en política.

 

Un hombre tranquilo que se confesó con los pies en la tierra, abierto a pactos, al diálogo  y a buscar el consenso en aras del bien de la ciudad y del progreso.

 

 

Diana Morant, actual alcaldesa y candidata por el PSOE, era la única mujer. Demostró en sus intervenciones que no sólo ha adquirido experiencia, sino que es capaz de exponer con claridad y contundencia el balance de su gestión.

 

Coincidió con Alandete en que las virtudes políticas de convivencia, respeto y servicio público son imprescindibles en toda gestión política y sobre todo en la gestión municipal.

 

Presumió, con razón, de una gestión económica impecable frente a los desmanes del pasado. Defendió una ciudad con reputación cultural y económica frente a una ciudad quebrada y manchada por la fiebre shore. Una smart city frente a una ciudad cutre. Un turismo de calidad frente a un turismo de pandereta. Una ciudad culta y educada frente a la que desprecia la cultura.

 

Habló de éxito colectivo, en eso coincidieron los dos candidatos progresistas frente al egocentrismo individualista de los conservadores. La ciudad ha logrado salir del hoyo profundo del descrédito y está en el camino de la recuperación.

 

Habló de prioridades, que son las personas y empresas que no cobraban y ahora cobran, las escoletes que han vuelto a ser públicas, las infraestructuras necesarias y el desbloqueo de proyectos enquistados, como Sancho Llop.

 

Hizo propuestas realistas en deporte, sector asistencial y cultura que revitalizarán el Centro Histórico más allá del mero comercio. Propuestas reflexionadas, no ocurrencias. Con los pies en la tierra pero soñando también, dijo en un guiño a Alandete. Y no olvidó agradecer la altura política de Palmer en aras del bien de la ciudad durante toda esta legislatura.

 

Vimos complicidad y eficiencia en el equipo de gobierno, gestión eficaz, transparencia y propuestas de futuro en una época ya menos difícil gracias al buen hacer. Se camina en la buena dirección y más firmes.

 

Enfrente vimos ocurrencias de Ciudadanos y promesa de una vuelta al pasado reciente del PP de Arturo Torró -de infausto recuerdo- con promesas que ya se han demostrado fracasadas.

 

Esta es la elección: seguir avanzando en el camino de la recuperación o retroceder a un tiempo en el que hasta el aire parecía menos limpio en esta culta y hermosa ciudad.

 

Votar es un derecho y también una obligación.  Nosotros decidimos el domingo 26. Que no falte en las urnas ni un solo voto progresista. Porque no podemos permitirnos volver a un pasado reciente, que parece muy lejano, pero que provocó ruina y vergüenza.

 

 

 

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