Uno de los deportes sociales favoritos de este país es el “batacazing”. Consiste en aupar a una persona a lo más alto para que cuando caiga el batacazo acabe con él.
Fernando Simón lo está experimentando en carne propia. Cierto es que el anonimato era su mejor escudo ante la repercusión social y mediática. Rota su privacidad se abrió la veda. Comenzó la caza. Ha cometido los mismos errores que el resto de gestores de la pandemia en todo el mundo incluida la OMS (Organización Mundial de la Salud). En lo personal, nunca debió ser objeto de evaluación. Primero fue un viaje a Portugal para practicar surf con sus hijos y luego la participación en un programa de televisión durante su tiempo de vacaciones.
Ahora al margen de su privacidad, los Colegios de Médicos piden su dimisión, están en su derecho. De un tiempo a esta parte su respetable y admirable trabajo ha pasado a segundo plano para caer en las fauces de aquello tan pernicioso como es la presencia social. Ya poco importa ser funcionario público. Ser un prestigioso epidemiólogo. Poseer un currículum envidiable. Ser un médico de reconocida experiencia. Ser la cara de la sanidad en estos momentos de zozobra. Nada sirve ya. Manifiesto mi humilde solidaridad y admiración hacia la persona y el profesional.
La asamblea de Colegios Médicos, no todos, piden su dimisión por decir que “Ahora los profesionales sanitarios tienen un aprendizaje respecto a la primera ola. Los sanitarios tienen un mejor comportamiento evitando contagiarse fuera de su espacio de trabajo”. Le acusan de haber fallado en la evaluación y la gestión de la crisis, cuánto talento desperdiciado en este país por parte de unos profesionales de la medicina tan inteligentes como ignorados.
Que los profesionales de la sanidad han sido y son la punta de lanza en esta pandemia es reconocido y agradecido. Pero no deja de ser su trabajo, por el cual cobran mensualmente y realizaron un juramento hipocrático para atender en cualquier situación a un enfermo. Como Ud. en su trabajo: realiza una determinada función que se le remunera periódicamente.
La ausencia de material en el principio, la saturación de horarios y otras contingencias adversas ¿también son culpa de Fernando Simón? En la petición de los Colegios de Médicos se desliza un sentimiento corporativista tan ancestral como que se remonta a la Grecia Antigua. Hipócrates de Cos era visto como un ser superior porque salvaba vidas. Médicos como en toda profesión los hay buenos, regulares y malos.
Piden la sustitución de Fernando Simón y la creación de un “Comité de Expertos Independiente” ¿Más expertos que Simón en este país? ¿Independientes de quién? Si es funcionario público, no se debe a nadie.
Bajando a los abismos de los catedráticos epidemiólogos de twitter y opinadores de todo con la credencial de la farándula: Pablo Motos, Carmen Lomana o Ramoncín por poner ejemplos de representantes de una fauna tan lamentable como ignorante se permiten la licencia de criticar a alguien como Fernando Simón, sin más argumentos que la banalidad, basada en una ignorancia supina respecto a una alarma mundial como el virus del Covid-19. Quien atienda a sus procaces opiniones es más ignorante que ellos. No hay nada peor que un ilustre ignorante que se cree sabio y además se postula permanentemente.
Pasando a otra cosa, una de aquí. Convendremos que una de las recomendaciones básicas en el Estado de Alarma es la distancia. Un lugar: la calle Sant Duc con la Plaza del Beato. Una situación: personas sentadas en el restaurante Primera Estación, en la Plaza del Beato. Un hecho: gente corriendo procedente de un gimnasio de la calle Sant Duc. Una circunstancia: corren, exhalan su aire impregnado de las fatídicas gotitas, efecto aerosol, hacia la gente que ocupa la terraza del restaurante que está consumiendo sin mascarilla. Ellos también corren sin mascarilla, claro. Una extrañeza: tanto la Policía Nacional como la Local discurren por esa zona observando el cumplimiento de las normas y viéndolos correr pero ignoran los hechos relatados.
Aquí falla algo o yo me he perdido algo. A los hosteleros les acotan horarios, obligan a distancia entre personas, mascarillas obligatorias e higiene general. ¿Y a los que corren cerca de las personas exhalando a pleno pulmón sus efluvios: ni mascarilla, ni distancia, ni horario, ni higiene en plena calle del centro ? Como decían en Astérix y Obélix “Están locos estos Romanos”.