La Librería Rico abrió hace 90 años y desde entonces se ha convertido en uno de los locales de referencia de donde han salido miles de títulos, pero también material escolar que cada verano las familias encargaban para volver a los colegios con los mejores estuches, bolis y lápices de todos los colores.
María Brines vivía entre libros y comenzó haciendo intercambio de ejemplares mientras su marido encuadernaba. Más tarde, su hijo Vicente Rico tomó las riendas del negocio y actualmente es su nieto quien está a cargo de esta librería emblemática ubicada en la Calle Mayor, muy cerca de las Escuelas Pias. Allí, en su sede original, que ha ido renovándose y adaptándose a los nuevas demandas y los nuevos tiempos. “Cuando mi abuela empezó cambiaba novelas. Era la época de la posguerra y había mucho afán por leer pero poco dinero para comprar libros. Entonces se cambiaban ejemplares. Luego, al fallecer mi abuelo, ella fue incorporando libros, papelería y prensa”, recuerda Rico.
Pero Gandia, cuna de la literatura, ha acogido otros locales que forman parten de la memoria local. La Librería Más es otro comercio mítico de este ramo en Gandia. Paco Más Ramos recuerda los inicios también después de la Guerra Civil. “Mi señora ayudaba a su madre que era viuda en la venta de frutas y verduras en el mercado de la Plaza Prado, y desde 1951 ó 1952 incorporaron la venta de prensa en un kiosco”. Con el tiempo, a escasos metros de este puesto, en la calle Rausell, se traspasaba un pequeño local y decidieron trasladarse. Corría el año 1962 y desde entonces hasta ahora ahí sigue, con las cabeceras de papel aún expuestas a la entrada y los escaparates repletos de novedades literarias y las revistas más variadas.
Paco trabajaba en la fábrica Lombard y, siendo novios, ayudaba en sus horas libres a quien sería después su mujer, Concha Sesé Ferrer, con la librería. Ella se convirtió en la titular de la tienda y él, acabó por entrar a la empresa familiar. Concha recuerda lo difícil que resultaba compaginar la vida familiar con el kiosco, “no cerrábamos nunca, no hemos tenido vacaciones, ni sábados o domingos, tampoco festivos, siempre abríamos y estábamos al pie del cañón. Los niños salían del colegio y se venían al kiosco a ayudar”. Sin duda, un trabajo muy duro que la clientela ha valorado.
Más ya está jubilado, pero la librería sigue en manos de la familia, “ahora la llevan mi hija y mi nuera, Manoli e Inma y se han adaptado a los nuevos tiempos. Le pueden consultar telefónicamente, envían a domicilio y han creado una página web para facilitar las compras”. Pero saben que “la prensa digital y las grandes multinacionales de ventas libros han hecho mucho daño al negocio. Lo importante es que tenemos una clientela muy fiel que les agrada el trato personalizado”. Esa es la clave en el pequeño comercio, el trato y también la profesionalidad y la rapidez en los encargos. Y de eso se enorgullecen, porque “todavía hay personas que vienen de otros barrios sólo a comprar la prensa. Incluso vienen los hijos o los nietos de nuestros primeros clientes”.
LAS CRISIS
Vicente Rico enumera las crisis que han tenido que sortear, “lo notamos todos. Siempre hemos tenido empleados, pero ahora estoy yo solo. En 2008 la disminución de ventas fue brutal, pero a pesar de todo nunca me he planteado cerrar”.
Las del 72 y del 80 fueron los momentos más duros que les tocó vivir a Paco y Concha Más. “Pero, siempre viendo la parte positiva, también tuvimos momentos muy buenos, cuando los colegios comienzan a funcionar un poco mejor, la venta de material escolar fue muy buena”.
LA COVID
Con la pandemia y todas las restricciones que ha impuesto, “se vende mucho menos de todo, pero afortunadamente hay una clientela que sigue consumiendo prensa escrita, revistas y libros”, señala Rico. Si bien la prensa digital ha entrado con mucha fuerza “la gente mayor sigue queriendo más el papel”, aclara. Y es que, si hace unos años se vendían 20 ó 30 ejemplares de una misma cabecera, ahora con suerte se llega a 10. “Los periódicos han ido más a la baja que las revistas, la gente las sigue comprando”.
Paco Más recuerda que al principio, eran los únicos que vendían los periódicos: “Llegamos a vender hasta uno que salía por la noche en Valencia y lo recibíamos nosotros, ‘El Jornada’, muchos creo que lo recordarán”. Pero también en esto la pandemia ha mermardo los números en un 20% o 25%.
ANÉCDOTAS
El día que más prensa se vendió en Gandia fue el 22 de noviembre del 63, día del asesinato de John Kennedy, Presidente de los Estados Unidos. “No recuerdo la cantidad de viajes que hice reponiendo prensa, fue impresionante cómo venían a buscar los periódicos para enterarse de lo sucedido”, rememora Paco.
Otro dato curioso que aún recuerdan muchas mujeres de Gandia era que Concha, entre la venta de diario y diario, se dedicaba a arreglar las corridas de los puntos de medias, como repunte a la economía del hogar.
La gente de Gandia sigue siendo fiel a este tipo de comercio y a pesar de las grandes firmas que venden libros por internet, los gandienses siguen apostando en parte por la venta personalizada.
También ‘Gente de la Safor’ está muy vinculada al sector, ya que los quioscos siempre fueron uno de los principales puntos de recogida de nuestra revista semanal. Paco Más los recuerda perfectamente: “Teníamos muchísimos clientes de ‘Gente de la Safor’, había que guardarles los ejemplares y aún hay quien pregunta si lo tenemos”.