El confinamiento en el que el coronavirus ha obligado a vivir a la sociedad desde hace ya cinco semanas está cambiando los hábitos y rutinas de todos. Pero la incertidumbre, el cansancio físico y mental, el tedio e incluso el estrés tienen otro factor añadido al encierro que agrava esa sensación de abatimiento. Y no es otra que el sol. Más bien, la falta de él.
Desde hace más de un mes, casi coincidiendo con la declaración del estado de alarma, los cielos se volvieron grises y así han permanecido hasta hoy salvo algún día suelto en el que las nubes e incluso las lluvias han dejado paso a los cielos despejados. Como reflejando el estado de ánimo de muchos y muchas, los termómetros volvieron a bajar y casi no ha dejado de llover a diario desde que comenzó la primavera. Una situación muy atípica que se refuerza con el mes de febrero más caluroso que se ha registrado en décadas.
Si se amplía el análisis del clima en la Comunidad Valenciana a los últimos 12 meses, se aprecia una inestabilidad que llama la atención. Valga como prueba un ejemplo: La evolución meteorológica de los últimos doce meses (de abril 2019 a marzo 2020) deja una precipitación acumulada media en la Comunitat Valenciana de 790 l/m2, casi un 60% superior al promedio normal anual.
En algunos observatorios del entorno del macizo del Mondúver y del circo de la Safor se acercan a los 2.000 mm acumulados en 12 meses. Si a esa cifra se le suma lo registrado también en lo que va de abril de 2020, en la Drova se acumulan 2.030 l/m2 en 12 meses, muy por encima de los máximos registrados en los últimos años.
Hace un año, coincidiendo con la Semana Santa 2019, comenzó el primero de una serie de temporales que se han sucedido los últimos 12 meses. Algunos de ellos han dejado registros históricos, no sólo de precipitación, sino también de nieve, viento y oleaje, tal y como recogen los datos de la Agencia Española de Meteorología.
Lo mismo sucedió con la DANA de septiembre. En el mes de diciembre fue un fuerte temporal de viento de poniente que en la provincia de Valencia AEMET calificó como el más intenso desde 2010, aunque en marzo se repitieron episodios aún más intensos. En la Safor, los destrozos fueron cuantiosos y destrozó numerosas instalaciones, tumbó árboles y derribó mobiliario urbano.
Apenas unos días después, a mediados de enero, llegó Gloria, cuyas consecuencias en las playas de la comarca así como en zonas de montaña, aún son visibles en algunas zonas. En casi 10 millones se calcularon los daños causados por esta borrasca que dejó fenómenos meteorológicos de todo tipo, lluvia, temporal marítimo, viento, nieve, tormentas… Bellreguard fue uno de los municipios más afectados, al que dar completamente destrozado el paseo marítimo. Tanto, que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico declaró de emergencia las obras para reparar los daños en la costa.
En febrero de este año y hasta mitad de marzo el tiempo ha sido extremadamente seco y cálido, con jornadas casi veraniegas. Fue, de hecho, el mes de febrero más cálido desde que hay registros.
El 16 de marzo de 2020 se quebró el régimen seco y cálido para dar lugar a un tiempo muy lluvioso, frío y con muy pocas horas de sol. Este tiempo de tiempo se prolonga hasta hoy y continuará los próximos días, casi coincidiendo, curiosamente, con el fin escalonado del confinamiento.