Parece claro ya a estas alturas, que 2020 no va a ser el año de las luces, ni el de las sombras, ni el año del Gato ni el de la Paloma… Alguien sabría definir este maldito 2020? Cuál sería el título que mejor le identificaría…? 

Queriendo ser optimista no atino con un adjetivo. Pero si me pongo pesimista tengo serias dudas en adjudicarle solo uno. 

Es que no ha sido mi año, ni el de nadie, claro. Hago una retrospectiva y siento como una nebulosa amenaza con lluvia y pedrisco, como si los momentos más épicos del año no estuvieran, como si esa maldita tormenta los hubiera hecho desaparecer. No es que no recuerde esos momentos, es que no los hubo. 

Si buscamos en nuestro «yo» más profundo, evidentemente encontramos cada uno nuestras más íntimas sensaciones, nuestros anhelos, nuestras entregas al ser querido… Pero todo eso se acababa cuando salíamos a la calle a enfrentarnos con nuestro trabajo, con nuestros vecinos, con la propia calle que en este 2020 ha sido especialmente dura, soportando una pandemia que ha dejado mucha tristeza a su paso… terrazas vacías, parques cerrados, calles que clamaban al cielo nuestra ocupación, mientras nosotros, desde los balcones añorábamos ocuparlas. 

No quisiera volver a vivir aquellos días … 

Pero es que pasó el confinamiento y siguió el tormento. Nunca habíamos imaginado pasar un verano tumbados en nuestra hamaca en la playa, viendo pasar a los bañistas luciendo una mascarilla… yo? Ni en mis peores sueños… verano, tiempo de esparcimiento y relax, viendo como recelábamos con que no apareciera la policía y nos pudiera llamar la atención por no llevar tan preciada prenda. Una mascarilla por favor!. Justo, es lo que necesito! para que sean unas auténticas vacaciones de verano.

Efectivamente, no ha sido el verano de nuestras vidas. Pero lo ha sido el otoño?

No acertábamos a salir de los calores estivales, cuando ya nos estaban diciendo que nos encontrábamos en una segunda ola de la tan temida pandemia. Que no podíamos descuidarnos porque ya había comunidades autónomas que volvían a estar en una preocupante situación de ocupación en sus hospitales y que era cuestión de tiempo que lo fuera en todo el país. 

Había en ese momento mucha gente con una situación inestable económicamente hablando, con dificultades para mantenerse en un ERTE, o directamente sin un empleo para cubrir mínimamente sus necesidades básicas. A la vez que volvía otra vez el fantasma de los contagios y las ocupaciones hospitalarias, contándose por miles, otra vez, las defunciones de nuestros seres queridos. 

Yo no quería vivir esa segunda ola que causó tanto dolor!

Pero no supimos lidiar con ella, a pesar de tener ya la experiencia de la primera. Aun sigo preguntándome si no hubiera sido posible evitarla… si nosotros, sí, tu, y yo… y todos no pudimos hacer algo más… ?, si cuando nos planteaban las autoridades sanitarias los planes de contingencia no fuimos todo lo responsables que se esperaba de nosotros?

Seguramente no lo fuimos. Pero me pregunto qué más debe pasar para que realmente demostremos que somos personas adultas y con coraje? 

Recuerdo ahora con ironía como a principios de este 2020, Joaquin Phoenix interpretando al “Joker” enviaba un mensaje subliminal, duro como pocos, sobre una sociedad que lejos de aceptar el quehacer de un payaso con serios problemas mentales, solamente lo miraba con desprecio y miedo, convirtiendo a Gothan, en una ciudad peligrosa. 

Aquí, fuera del celuloide, yo confieso haber pasado este año 2020 con preocupación, de haber tenido miedo cada vez que oyendo los datos de la pandemia, resumían la noticia con el número de fallecimientos, yo, también confieso haber vivido el año peligrosamente.

Me pregunto si la solución sería despotricar de mí, o de tí, de todos? Seguramente. Porque no hemos sido ni sensatos, ni adultos y una vez más nos tendrán que rescatar a marchas forzadas con la tan esperada vacuna que con suerte, aliviará nuestra situación y nuestras propias vidas.

Porque queremos un 2021 más seguro, vamos a ser responsables!. Feliz año nuevo.