8M: La equidad social

Resulta curioso que cada vez que alguien manifiesta su opinión en contra de las movilizaciones del 8M lo tilden de machista. Los mismos que piden el derecho de manifestación se enfurecen cuando, abiertamente, no compartes su opinión. Por eso aquí, con buena letra, les diré: movimiento 8M, no me representas.

 

¿Por qué? Porque creo en la mujer, en el trabajo y la meritocracia, creo en un feminismo liberal. Para conseguir la igualdad real de nada valen los debates estériles, la confrontación, las políticas caducas y los populismos que, entre otras cosas, estigmatizan al sexo contrario. Los hombres también son fundamentales en esta lucha.

 

Y esta batalla no se gana con canciones, pancartas, música y algún que otro desnudo.
Menos en medio de una pandemia, poniendo en riesgo la salud de todas. De celebrarse, hubiéramos visto una macromanifestación en pleno centro de Madrid, encabezada por la ministra de Igualdad, que necesita como agua de mayo este tipo de actos para justificar su sueldo. Y es que poco se sabe de las políticas superigualitarias que prometió. Políticas que debería dignificar el trabajo, la figura de la mujer, y aportarle la estabilidad socioeconómica y protección que debe presuponer en una democracia constitucional, en la que no debe haber distinción de sexo.

 

 

Sin embargo, la ministra ni está ni se le espera. Es paradójico porque a muchas de esas mujeres, las que quieren acudir a las manifestaciones, no les ha fallado la sociedad, sino la administración pública. Les falla Montero y su inacción. Mucho ruido y pocas nueces.

 

Por contra, lo que hace falta para avanzar en la igualdad real son los pasos firmes de las instituciones. En este sentido, el partido político al que pertenezco, Ciudadanos (Cs), está liderado por una mujer. No pueden decir lo mismo esos que, bajo el paraguas de la rotura social, defienden que únicamente los partidos con tendencia a la izquierda protegen los derechos de las mujeres. Cs demuestra con hechos que apuesta por la mujer y por la igualdad.

 

Además, el avance debe llegar de la unión de toda la sociedad, mujeres y hombres, derecha e izquierda, porque de no ser así no hemos entendido nada. El feminismo no es patrimonio de nadie y su defensa debe partir como bandera de cada ciudadano.
 

 

Así que, a las que no respetan otras formas de ser feminista y sentirse mujer , les digo: sois vosotras las primeras en romper con la igualdad. No quiero que el vocabulario cambie para sentirme mejor, no necesito que a las pilotos las llamen pilotas porque es ridículo. Y, como este sinsentido, una retahíla de absurdos que nada contribuyen a la igualdad. Los derechos de la mujer se reivindican de otra manera.

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Defender a las mujeres es levantarse todos los días, mirarse al espejo y decirse a una misma que nada ni nadie va a poder dirigir tu camino ni borrar tus sueños. También es no rendirte, perseverar y reclamar el puesto de responsabilidad que te has ganado con esfuerzo.
 

 

Defender a la mujer es no mirar al otro lado cuando nos insultan, es no permanecer impasible ante cualquier tipo de maltrato, una lacra con la que hay que acabar. No menospreciarnos, juzgarnos y ridiculizarnos entre nosotras porque sí, aquí somos todas muy progres, las primeras en la fila para levantar pancarta, pero después nos falta tiempo para criticar el largo o ancho de un vestido.
 

 

En mi caso, me enorgullezco de ser madre, trabajadora y soñadora porque los límites no te los pone una sociedad machista, te los pones tú si no estás dispuesta a luchar por aquello que deseas. Educo a mis hijos, los tres varones, en la paridad, una palabra que me parece fabulosa, pues ellos entienden que la verdadera igualdad es dar a cada persona aquello que necesita, sin distinción de sexo.

 

Trabajo en Cs Gandia para avanzar hacia la igualdad real porque queda mucho por hacer y, como ya he dicho, las instituciones tienen un papel imprescindible para conseguirlo.

 

 

No quiero que se me reconozca el esfuerzo de ser madre trabajadora. Pido políticas de conciliación que permitan a mis hijos pasar tiempo con su madre y con su padre. Yo no quiero un mundo con mujeres guerreras, anhelo una sociedad con mujeres y hombres valientes que se traten como iguales. Quiero la equidad social.

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