El presidente de los hoteleros pide la exención del 50% del IBI para compensar las pérdidas millonarias de la temporada
Luis Rodríguez de Rivera Cremades asumió el 4 de septiembre la presidencia de la Asociación Empresarial Hotelera de Gandia y la Safor (AEHGS) en relevo de Vicente Frasquet, con quien ya había trabajado en la directiva como secretario. Pertenece a una saga de empresarios muy arraigada en la comarca y, tras ejercer unos años como abogado, optó finalmente por asumir las riendas del hotel Tres Anclas, construido por su abuelo hace más de 50 años, cuando arrancaba el desarrollo urbanístico de la zona norte de la playa de Gandia.
Seis años después, Luis Rodríguez da un paso al frente y lo hace en el año más complicado para su sector, en medio de una crisis sanitaria que ha golpeado de lleno al sector turístico de la comarca, el motor económico más importante de la zona y que, lejos de acabar, amenaza también la temporada próxima. En la directiva le acompañan Pablo del Castillo (secretario), Aida Berenguer y Nieves Torregrosa como vicepresidentas, y María Martí continúa como tesorera.
– Parece de locos querer ser presidente de la Asociación en el peor año para los hoteles. ¿Por qué lo hace?
– Es cuestión de responsabilidad. Yo estaba de secretario con Vicente, conozco la asociación, y se trata de dar continuidad y defender nuestros intereses en unos momentos tan duros como estos, y hacerlo desde el punto de vista de hotelero propietario, que quizá esa una visión nueva. Pero los intereses, las necesidades y las demandas siguen siendo las mismas y además, comunes para todos los hoteles.
– ¿Cuál es el posicionamiento de los hoteles dentro del plan turístico de la ciudad?
– Mejorable. A medio plazo pensamos que puede haber una mejor cogobernanza junto a la administración y el resto de sectores, donde sí se escuche a las empresas que estamos a pie de calle, al menos, en lo que a hoteles se refiere, porque ahora mismo no tenemos esa sensación de poder participar en las decisiones. La administración nos dice que si queremos decidir, debemos poner dinero.
– ¿Será bueno el Plan de Turismo Sostenible?
– Debería. Pero lo que hemos visto es que ese plan rodea la playa, pero no tiene una intervención directa en la playa. Todos podemos ver cómo están las calles, las aceras, el mobiliario… Eso es lo que nos preocupa. Llevamos años escuchando hablar de calidad turística. Nosotros hacemos nuestros esfuerzos a nivel empresarial, pero después tiene que verse la mejora en todo el resto. Si quieres ofrecer un producto de calidad, lo primero que tienes que hace es cuidar lo que ya tienes. Y después ya veremos qué más se puede hacer. Falta mucho diálogo para que eso salga adelante de forma adecuada.
– ¿Cuál es la clave para mejorar esa calidad turística que tanto se busca?
– Creo que es muy interesante y necesario apostar por la formación de todo el sector, hoteles, restaurantes, atención al cliente y otro tipo de servicios turísticos. Creo que la clave es crear una escuela de hostelería completa, con todos los títulos, donde formar a profesionales de cocina, de sala, de recepción, de atención, de gestión o dirección hotelera, etc. Si acabas la carrera de turismo, poder hacer una especialización de calidad. O una formación profesional que aporte valor después, por ejemplo, en hostelería. El CdT funciona, pero no aporta valor a los hoteles. Además de conseguir esa calidad, vas a promocionar a la gente joven y a darles una salida. E ir más allá, y convertirte en una escuela de referencia fuera de la ciudad y la comarca, como ya ocurre en otros destinos. Sería una inversión a medio plazo, que podría surgir de una iniciativa público-privada.
– ¿Qué carencias tiene la playa de Gandia?
– En cuanto a infraestructuras, hay mucho por hacer. El estado de las aceras, de las calles… Yo no voy a exigir al Ayuntamiento que me ayude a arreglar mi jardín o cambiar mis ventanas, pero si yo hago todas esas mejoras, y después sales a la calle, esperas encontrar que todo esté en condiciones y no llegar a un cruce y que no puedas pasar, o un paso de peatones sin rampa, vas paseando y no hay papeleras o tienes hierbas a la altura de las rodillas… Hay que insistir en los parques, en las zonas verdes y otras infraestructuras, o el reasfaltado de muchas calles. Hay que actuar pensando en el impacto que vas a tener en el visitante de fuera, no pensando sólo en el ciudadano local. No es una crítica, son propuestas. Me interesa ser exigente, porque me han enseñado a ser así. Y creo que esa la clave. Porque eso sí es imagen de la ciudad. En invierno se deberían poder ejecutar las obras de mantenimiento para que en verano estuviera todo perfecto. Si haces un plan de sostenibilidad turística, has de incluir todo, no sólo la limpieza de la arena.
– ¿El transporte público?
– Es mejorable. Por ejemplo, me parece increíble que el autobús no llegue a La Vital o al nuevo hospital. Me parece fundamental. Has hecho un hospital nuevo y tienes un centro comercial, que es la alternativa de muchos turistas cuando llueve, pero la única manera que tienes de llegar es en coche.
– La crisis del coronavirus va a complicar la desestacionalización. El bono turístico que acaba de lanzar la Generalitat, ¿va a funcionar?
– Ha habido mucho interés en los primeros días de lanzarlo y parece que hasta la página se ha colapsado. Me parece una buena iniciativa para un momento concreto, pero no sé si va a generar suficiente base para que los hoteles puedan permanecer abiertos. En cuanto a lo acertado de los bonos, no sé muy bien cómo va a funcionar, porque coartas un poco el margen de elección tanto del cliente como de los hoteles, por ejemplo, que no pueden ofertar productos complementarios. Se ofrecen paquetes creados por la agencia. Pero en cualquier caso me parece una buena iniciativa que espero que funcione bien y dinamice un poco el sector.
El verdadero drama del sector es la mayor parte del personal eventual que no ha podido trabajar por la crisis sanitaria
– ¿Van a abrir los hoteles este invierno?
– En invierno, abren 3 ó 4 hoteles, porque nos guste o no, Gandia está posicionado como un destino potente de sol y playa. Y eso es de Fallas hasta el puente del Pilar, que es cuando abrimos la mayoría. Un hotel no cierra en invierno porque quiera vacaciones, sino porque no hay demanda para todos. Los que pueden aguantar son las cadenas hoteleras que tienen un fondo financiero detrás que los respalda.
– El resto de la temporada, sí suele haber ocupación elevada. ¿Hacen falta más plazas hoteleras y plazas de calidad superior?
– Desde luego es positivo para Gandia aumentar la planta hotelera. En verano, rondamos 250.000 – 300.000 personas, en un año normal, y de esas, unas 5.500 se alojan en hoteles. El número de camas con respecto al volumen total, es pequeño. Que sean de mayor categoría, es una opción, porque puede ser por nueva construcción o por reconversión de los que ya existen. Pero volvemos a lo de antes. No puedo alojarme en un hotel de 4 ó 5 estrellas, salir y pasear por una calle donde la acerca tiene agujeros, no cuadra y no compensa la inversión.
Y la otra pata importante, como comentaba antes, es la de la formación. Si una cadena quiere abrir un hotel de 5 estrellas, vendrá a Gandia a buscar personal preparado, pero no va a encontrar ese perfil profesional. Porque el servicio final es lo que cuenta, la relación con el cliente. Ambas mejoras han de ir de la mano, y ha de ser una acción conjunta, de la administración y de la parte privada.
Así que, que vengan empresas nuevas, potentes, nos parece bien, les invitaremos a que se unan a la asociación y nos compartan su experiencia. Pero debe hacerse de una forma ordenada. No es positivo que se oferte espacio hotelero sin control.
– ¿Y en el resto de la comarca?
– Lo mismo, si los ayuntamientos consideran que pueden tener espacio y oferta para hoteles, adelante, pero insisto, de manera ordenada y respetando los espacios y paisajes de cada playa. Así lo concebía ya mi abuelo cuando se urbanizó esta zona de la playa, donde ningún edificio bloquea al de atrás y se organiza el espacio para que todo quede abierto al mar. Calles amplias, espacios verdes, zonas para practicar deporte… Y así lo entiendo yo también. Ese desarrollo ordenado se debe mantener. Pero un hotel siempre es un elemento dinamizador.
– La temporada ha sido mala…
– Y a pesar de todo, mejor de lo que se pensaba. Se lanzó el mensaje de que Gandia era destino seguro, porque lo era, y lo cierto es que estábamos muy bien preparados frente al coronavirus. Y se ha demostrado, porque la gente ha venido. Ahora bien, la crisis ha sido brutal. Y el rebrote que tuvimos en julio acabó por rematar el desastre, cuando parecía que empezábamos a remontar.
– ¿Qué cifras ha dejado la temporada?
– En primer lugar, la contratación ha sido mucho menor, ha caído un 40% y la que se ha podido hacer ha sido por un periodo mucho menor. El verdadero drama del sector es la mayor parte del personal eventual, que empieza a trabajar en marzo y acaba a finales de septiembre. Justo cuando empezó la pandemia, con lo que no llegaron a incorporarse ni, por tanto, a poder acogerse a los ERTEs, y han ido consumiendo su paro. El resto que sí ha podido trabajar, lo han hecho poco más de dos meses.
De hecho, no ha habido ni un solo contagio en un hotel de Gandia.
En términos de actividad, ha caído un 60-65%. Eso acaba siendo un drama social para la ciudad. Porque de manera directa son más de 1.000 empleos, y más de 3.000 de forma indirecta. Con lo que cerca de 1.200 personas se han visto directamente afectadas.
Desde el punto de facturación, la caída es entre el 70 y el 80% en muchos casos. Hemos pasado de unos años muy buenos, con precios altos y ocupación prácticamente total, a una caída de precios del 20% y de la ocupación. La demanda empezó muy floja. Cuando parecía que habíamos recuperado el impulso, vino el rebrote y eso supuso un impacto de 2,5 millones de euros sólo en las reservas de hoteles, y exclusivamente por el rebrote. Si se suma toda la temporada, la caída ha sido brutal en ingresos.
Hemos funcionado con picos durante los fines de semana, reservas de últimas o incluso alargamiento de estancias, porque la gente venía, veía cómo funcionábamos y cómo estaba la situación, y decidía alargar su estancia, porque realmente funcionaba todo muy bien. De hecho, no ha habido ni un solo contagio en un hotel de Gandia, a pesar de que se quiera criminalizar a la hostelería y al ocio nocturno, algo que me parece completamente injusto. No se ha cerrado ningún hotel ni ha habido necesidad de aislar a huéspedes. En ese sentido hemos hecho los deberes, y la gente que ha venido lo ha visto. Pero ha habido mucha más gente que no ha venido por miedo a viajar.
– ¿Cómo se recupera eso?
– Cuando hemos planteado ayudas al sector, lo que pedimos es salvaguardar la tesorería que habíamos generado, y una forma de hacerlo es la exención del 50% IBI. Eso sí que tiene un impacto en nuestra tesorería. Es dinero que deja de ingresar el Ayuntamiento, pero hablamos de unos 650.000 euros que creemos que pueden sacar de otras partidas.
– Se han anunciado ayudas millonarias al sector turístico para paliar los efectos de la crisis del Covid-19.
– Sí, hablaban de ayudas de 2 millones de euros. Pero los hoteles probablemente seamos la parte con más peso dentro del sector turístico, y que más expuesto está a la dificultades del sector, porque no tenemos un consumo interno, dependemos casi exclusivamente del visitante de fuera de la Comunitat. Y de esas ayudas, nos han destinado 250.000 euros. Estamos, por supuesto, muy agradecidos pero generamos miles de empleos. El peso en la comarca es mucho mayor que otros negocios, y en Gandia, aún más. Así que entendemos que en eso, no se nos ha tenido mucho en cuenta.
– ¿Habla de un agravio comparativo respecto a otros sectores?
– Bueno, se han dado ayudas y facilidades a los comercios, a la hostelería, con mayores terrazas y espacios para sus negocios, y no les han cobrado más por el impuesto de ocupación de vía pública. Nos parece muy justo y lógico. Pero nosotros no podemos poner camas en la playa. Entonces ahí sí tenemos un perjuicio. No se trata de ganar dinero, sino de no gastar el que tenemos, después de las enormes pérdidas que hemos acumulado porque sólo hemos podido estar abiertos 3 meses. Nos han dado esos 250.000 euros que, insisto, agradecemos. Pero pensamos que habría sido más acertado ir por este enfoque que proponemos. O las bonificaciones en las tasas de residuos generadas durante los meses que no pudimos abrir, que estamos esperando. Tenemos un impacto en la sociedad tal como para considerar que esta ayuda pueda ser la justa. Lo he vuelto a plantear al Ayuntamiento de cara a 2021 porque estamos viendo que va a ser otro año muy complicado.