Hay decisiones que lo cambian todo. Un paso al frente, una audición, un instante de valentía… y, de repente, la vida da un giro inesperado. Esto es justo lo que le ocurrió a Pablo Verdeguer, quien pasó de cantar a escondidas en su habitación a subirse a los escenarios de La Voz y ahora a abrirse camino en la música. Con una mezcla de talento, determinación y un toque de espontaneidad, este joven artista se enfrenta a nuevos retos, como la producción de su primer EP y la oportunidad de telonear a Sofía Ellar en Gandiautor este viernes 7 de marzo.
En esta entrevista, nos cuenta cómo ha vivido este viaje, sus miedos, sus aprendizajes y la pasión que lo impulsa a seguir adelante. Porque, como él mismo dice, «si te quedas en tu habitación, nunca harás nada».
- ¿Cómo ha sido tu transición de no haber cantado en público a presentarte en escenarios importantes en «La Voz»?
Cuando fui a La Voz no tenía experiencia ni sabía nada del mundo musical, así que me abrió puertas, como la oportunidad de hacer lo que voy a hacer hoy. Sin ese empujón, no sabría qué hacer. De hecho, ni siquiera tenía en mente dedicarme a la música.
Ahora estoy produciendo mi primer EP con Pablo Domínguez, que es productor en Madrid y fue guitarrista de La Quinta Estación hasta su disolución en 2010. Son cinco canciones y en Gandiautor sonarán esos temas en directo.
Todo ha sido muy rápido. Pasé de la nada a aparecer en televisión y de repente mucha gente esperaba cosas de mí después de La Voz. Y yo pensaba: «¡Relax! Aún no tengo nada asentado». La música es algo muy complejo y hay que ir poco a poco. He estado tocando en sitios más pequeños, en bodas, en eventos… Todo eso me ha servido para calentar motores para lo que quiero construir.
- ¿Qué te motivó a participar en «La Voz» y cómo ha influido esta experiencia en tu carrera musical?
Como dije en el programa, yo no había cantado ni delante de mi familia ni delante de mis padres. Cantaba como hobby en mi habitación cuando se iban de casa. No me atrevía en absoluto a cantar en directo.
Hubo un momento en el que pensé: «Venga, voy a dar el paso porque esto no puede ser». Me gustaba la música, veía lo mucho que me movía por dentro y sabía que, si me quedaba en mi habitación, nunca haría nada. Me costó más de un año tomar la decisión. En ese momento, seguramente no cantaba tan bien porque no llevaba mucho tiempo, pero estaba practicando.
Cuando se lo conté a mis padres, les enseñé un vídeo y mi madre me dijo: «¿Por qué no pruebas a presentarte a algo así?». Nosotros hemos visto La Voz desde que yo era pequeño, me encantaba el programa. Y siempre pensaba: «Ostras, imagínate estar ahí». Pero yo no sabía si cantaba bien o no.
Probé y pasé el casting de Valencia. Luego el de Madrid. Y yo flipando. No esperaba nada. Solo quería presentarme y aprender, porque nunca había cantado en público. Así que pensé: «O se hace a la fuerza o no se hace».
Este tipo de cosas—los miedos, la vergüenza al directo—se superan diciéndote: «Hasta aquí». Hay que tener la fuerza de voluntad de cortar de raíz el miedo y lanzarse. Y bueno, flipé con los castings… ¡y hasta la final!
- Estudias Ingeniería Industrial. ¿Cómo equilibras tus estudios con tu carrera musical?
Pues estudio ingeniería industrial y es complicado llevarlo, porque es una carrera que requiere mucho tiempo. Es muy práctica y, por ahora, muy poco creativa.
Yo realmente sí que quería dedicarme a la ingeniería industrial, porque lo que me gusta de esa carrera es que, cuando acabas la teoría, puedes empezar con proyectos, crear algo, aportar algo al mundo en cuanto a ciencia. Esa es la parte que me gustaba.
Pero durante la carrera me di cuenta de que, en sí, no es creativa. Eso me vino un poco abajo y tuve una pequeña crisis, porque veía que me gustaba la música y no sabía muy bien qué hacer con mi vida. ¿Sigo la carrera, que es lo más seguro? ¿O me lanzo a la música, que es lo que realmente me llena?
Al final, he tomado la decisión de ir con más calma con la carrera y, ahora que soy joven, impulsar esa parte de mí que creo que puede salir bien. Porque me gusta. Y cuando haces lo que te gusta, yo creo que es mucho más probable que vaya bien. Pero, aunque no fuese así, al menos eres feliz. Y al final, ese es el propósito de la vida, porque luego te puede pasar cualquier cosa y te das cuenta de que no la has disfrutado como querías.

- ¿Qué influencias musicales han marcado tu estilo musical?
He escuchado de todo, desde pequeño, de todo. Hubo una época en la que tocaba metal con una banda del instituto. La música me ha apasionado siempre, pero lo que más ha marcado mi camino ha sido el pop.
En inglés, Ed Sheeran, James Arthur. En español, Pablo Alborán, Manuel Carrasco, Dani Martín, Dani Fernández, Álvaro de Luna… Y ahora mismo Morat. Morat es como mi referencia. La música que hace Sofía me gusta mucho y creo que mi composición también tira un poco por ahí.
Yo he escuchado siempre música muy tranquila, por eso también tiendo a componer de una forma más tranquila, con composiciones más relajadas. Lo que pasa es que estoy queriendo salir de mi zona de confort para hacer composiciones más del estilo Morat, con una batería súper guay para el directo. Pero a mí me mueve también lo que hace Sofía, ese tipo de composición con la guitarra tranquila, de cantautor.
- ¿Cómo te sientes al actuar como telonero de Sofía Ellar en Gandia? ¿Qué expectativas tienes para este concierto?
Ser telonero de Sofía me parece una pasada. Cuando me dieron la posibilidad de ser telonero de Sofía, dije: «¡Ostras, qué guay!». Yo ya la conocía. A los demás también los conocía un poco de nombre, pero musicalmente, de haberlos escuchado, conocía a Sofía.
Es una pasada para mí. Soy un chaval que todavía no tiene nada de recorrido y todas estas experiencias a mí me llenan muchísimo.
Entonces quiero pasármelo bien. Esa es la filosofía que quiero tener. Yo soy una persona muy tímida —cada vez menos porque lo estoy practicando— pero lo sigo siendo. Es mi carácter. Soy muy abierto cuando estoy cómodo y muy alegre, pero el miedo siempre está ahí.
Así que quiero afrontarlo disfrutando, haciendo disfrutar al público conmigo, riéndome, que es lo que más me gusta en el escenario. Ser espontáneo. Si algo sale mal, reírme con el público. Y, sobre todo, hacerles participar, porque al final la gente no conoce mi música. Solo la conozco yo. Ni siquiera la han escuchado casi mis padres. Así que pretendo que se diviertan. También quiero probar alguna cosilla divertida para que se enganchen a las canciones, pero dejando que las cosas surjan en directo.
Tengo 45 minutitos antes de Sofía, así que vamos a pasárnoslo bien y que luego disfruten a tope de su concierto, que va a ser una pasada.
- ¿Cómo te preparas antes de un concierto?
Para el día del concierto, sobre todo, hablar poco. Porque yo tengo una forma de hablar muy mala, tengo una voz muy aireada y eso me lo tengo que mirar, porque es que me revienta la voz de hablar solo. Entonces, cuando tengo concierto, me tengo que callar.
Y me preparo sobre todo con mucha calma. Cuando llegan las dos horas antes del concierto, necesito estar con mi guitarra, porque me relaja mucho. Y no hago un exceso de repaso ni nada. Creo que una vez ya has hecho todo el trabajo en los ensayos, ese día tiene que ser para descansar, para relajarse lo máximo posible. Te tomas tu infusión, estás con tu guitarra, feliz, disfrutando con los músicos en el backstage, y eso. Y no hablar mucho, porque si hablo, luego se me complica la voz.
- ¿Qué consejos darías a jóvenes que, como tú, desean iniciar una carrera en la música?
El consejo que les doy a los jóvenes como yo, porque realmente yo aún estoy en ese momento y también necesito muchos consejos, es que no se cierren a nada. Si en algún momento se te ocurre «venga, voy a presentarme a La Voz”, que no te pare nada el miedo, nada la vergüenza. Es que no vale para nada. A mí eso me ha parado muchas veces y he perdido un montón de oportunidades por culpa de ello. Y cuanto antes te des cuenta de que tienes que cortar eso de raíz, mejor. Porque luego dirás: «¡Ostras, mira lo que acabo de conseguir gracias a haberme lanzado al vacío!». Sin pensar. Sobre todo sin pensar.
No hay que pensar cuando estás en el escenario o en un momento importante. La cabeza te juega malas pasadas, la cabeza va en contra tuya casi siempre.
Eso es otra de las cosas. ¿El miedo a qué pasará si tomo esta decisión? No lo pienses, hazlo. ¿Qué va a pasar malo realmente? No va a pasar nada. ¿Qué puedes perder? ¿Te sale un gallo? ¿Qué más da? Lánzate a tu carrera y prueba. Y si no va bien, hay mucho tiempo. Tenemos la mala costumbre de pensar—y yo sigo estando ahí—que ya tenemos 20 años y que se nos va a acabar el tiempo. La vida da mil vueltas y, al final, si haces lo que te gusta, te va a ir bien.
- ¿Cómo ha sido el apoyo de tu familia y amigos en tu desarrollo artístico?
Pleno. Mi familia, por parte de ambos lados, de mi padre y mi madre, me han apoyado un montón. Mis amigos, de hecho, van a estar hoy conmigo, mi grupete, somos cinco amigos y ellos me apoyan siempre, animan a la gente en los conciertos.
Yo tengo un montón de apoyo, la verdad. Estoy muy feliz con lo que estoy haciendo ahora mismo, estoy contento porque creo que lo que estoy haciendo está siendo lo correcto.
- ¿Qué metas te has propuesto alcanzar en los próximos años en el ámbito musical?
Mi propósito para los próximos años es tener mi música ya disponible para todo el mundo. Y mi objetivo con la música es que haya mínimo una persona que esas canciones le hagan sentir lo que yo siento cuando escucho la música.
Aspiro a que en estos dos o tres años que vienen, estudiar a tope, producción a tope, a tope, a tope. Meterme en estudios para aprender de profesionales y poder producir también a la vez que estoy haciendo mis temas. Incluso producírmelos a mí mismo, porque eso también te abre las puertas a poder hacer lo que tú quieras. Porque a veces, cuando entra otra figura, pues dices «esto por aquí, esto por allá», pero si lo haces tú, puedes hacer lo que quieras con tus canciones. Eso también está muy guay.
Pretendo hacer música alegre. Me propongo conciertos del estilo Morat, saltando de aquí para allá. Esa es un poco mi idea: shows alegres, shows divertidos, acabar sudando en el escenario muchísimo y, pues eso, divirtiendo muchísimo a la gente.
- ¿Qué significa para ti la música en tu día a día?
Pues mira, la música en mi día a día es un tópico, pero es que realmente es así. A mí me evade de todo, porque cuando llegas reventado de clase o de trabajar o lo que sea, te pones con la guitarra y es que no piensas en nada. Es muy curioso, porque ya te pueden estar hablando y tú estás ahí mirando, pero si estás tocando la guitarra, estás en otro mundo.
Antes no componía, he empezado a componer ahora. Entonces ahora ya no solo es tocar la guitarra, sino que también es componer las emociones que sientes en ese momento.
Yo todavía no he vivido suficientes experiencias como para poder componer cosas muy complejas, pero bueno, al final la música es música, no tiene por qué ser súper compleja. Tiene que transmitir algo. Entonces yo estoy en ese momento, soy joven y mi música va hacia la gente joven que está en el mismo momento que yo, con sus relaciones y con sus cosas.