La paciencia de las comuniones

El mes de mayo es el mes de la Virgen María, son muchas las fiestas, devociones y tradiciones que vienen a honrar la figura de la Virgen María. En Gandia el Rosario de la Aurora, la Mare de Déu dels Desamparats o la Virgen de Gracia son una buena prueba de ello. También en este mes celebramos el día de la madre (el primer domingo del mes de mayo).

Por estar en el tiempo de Pascua es tradición celebrar diversos sacramentos: bodas, bautizos y también las comuniones. Cercana la fiesta de Pentecostés solemos celebrar las confirmaciones. 

En este artículo me quiero centrar en las Primeras Comuniones. Es obvio que estas celebraciones se han convertido en un evento meramente social, aún así no dejan de perder la importancia que supone en el crecimiento y acompañamiento de la fe para muchos niños y sus familias. 

En la Iglesia Católica son tres los sacramentos de iniciación cristiana: el Bautismo, que da el acceso y pertenencia a la vida en la cristiana (es el primero de ellos); le sigue la Confirmación, donde recibimos la plenitud de la gracia bautismal, es decir, el enriquecimiento y fortaleza espiritual que nos otorga el Espíritu Santo, ayudándonos con su presencia a ser testigos de Cristo en medio del mundo (tal y como nos señala el Catecismo); y culmina la iniciación cristiana con la Eucaristía, sacramento esencial en la vida cristiana. En él rememoramos la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor; el lugar donde Cristo se hace verdaderamente presente y se nos ofrece en pan partido y repartido; en la Misa celebramos como Iglesia que vive en perfecta comunión junto a Cristo.

Estos tres sacramentos se reciben por separado en la tradición litúrgica latina. En la tradición oriental se reciben juntos, es decir, los tres en una única celebración. Sin embargo, en la tradición latina cuando una persona es adulta y ya tiene conciencia de querer ser cristiano por voluntad propia, la Iglesia indica que se deben recibir los tres sacramentos en una única celebración.

Desde el punto de vista de la evangelización, este proceso de iniciación cristiana con los tres sacramentos en distintos momentos, ha supuesto un acompañamiento espiritual y formativo en el crecimiento de la fe (CIC c. 225). Los niños recién nacidos reciben el Bautismo y son acompañados por sus padres y padrinos durante su crecimiento. Ellos desde la promesa y compromiso que han hecho al inicio de la celebración bautismal educan en la fe a sus hijos. En esa promesa – como signo de que la fe es lo mejor que puedo ofrecerles a mis hijos – verán como necesario seguir apoyando el itinerario de la iniciación cristiana hasta completar su inmersión en la vida de la Iglesia y, por ende, en Cristo Jesús. 

La Iglesia que ejerce su maternidad en el acompañamiento de los fieles y quiere ayudar a los padres en la crucial tarea de la educación de los hijos (CIC c. 793), vio con buenos ojos acompañar a los niños a través de la catequesis preparatoria para el Sacramento. 

El Código de Derecho Canónico no dice cuánto tiempo debe dedicarse a la catequesis o a la preparación sacramental, sino que se obtenga la preparación adecuada, dejando esa “preparación adecuada” al criterio del párroco en la mayoría de las veces, pero siendo siempre el Obispo diocesano quien deberá dar normas al respecto. 

Con todo, la Iglesia, haciendo resaltar la irrenunciable importancia del sacramento de la Eucaristía en la vida cristiana, ha establecido procesos catequéticos adecuados para la concienciación en la recepción del sacramento y para acrecentar el conocimiento de Cristo y su enseñanza. 

Hay que destacar que no se trata de memorizar oraciones, adquirir conceptos o conocer meras historietas, eso se da en la asignatura de Religión o en diversos lugares de formación teológica o doctrinal. La función de la catequesis es suscitar la fe en Cristo Jesús. 

La realidad social que estamos viviendo nos pone de manifiesto que hoy los niños llegan a la catequesis sin saber ninguna oración y algunos sin saber quién era Jesús de Nazaret. El incumplimiento de los padres en el compromiso adquirido en el momento del Bautismo es bastante notorio. Por otra parte, están los que no han llevado a su niño a bautizar cuando era más pequeño, y por diversas circunstancias piden el Bautismo para poder celebrar la Primera Comunión. Puede ser el caso de los niños que han decidido tomar la Primera Comunión porque han visto u oído a otros compañeros del colegio. Pues, ¡bendito niño o niña que quiere imitar a sus compañeros!

Los sacerdotes y la gran labor de las/los catequistas es intentar hacer lo posible para remediar la carencia de una vida cristiana en las familias que se han acercado a la Parroquia.

Permitidme que ahora sea un poco más testimonial. Desde mi condición de creyente no he entendido nunca (ni entenderé) cómo hay familias que, no viviendo la fe según los criterios de la Iglesia, se acercan a solicitar sacramentos (me cuesta entenderlo). Ante esta duda he encontrado consuelo en la oración: cada persona lleva su propio camino con el Señor y cada uno tiene su tiempo. 

Cuando empecé a ser párroco (no sacerdote) las mayores quejas que recibía por parte de los padres se producían sobre el tiempo de la duración de la catequesis (en Valencia tres años, si algún cura no lo hace está desobedeciendo al Obispo). “Es demasiado tiempo”, era la queja común y más abundante.

No oculto que en las Primeras Comuniones se ha visto de todo: grandes trajes, majestuosos arreglos florales, bandas de música recogiendo y acompañando a los niños hasta la iglesia, limusinas, carros de caballos, fotógrafos, vídeos, grandes banquetes… Me causaba gran impacto ver cómo el gasto era enorme y después el donativo a la Parroquia era mínimo. Si se hacía de forma conjunta se salía a 10€ o 5€ por niño o niña. Y todavía más me indignaba saber que ese dinero no era para mí, sino que era para el mantenimiento de su templo y Parroquia: luz, agua, obras, manutención, seguros, administración… Una Parroquia tiene más gastos que lo uno cree. ¿Cómo podían gastarse tanto dinero en otras cosas y dar a su Parroquia sólo 10€?

Para recibir la Primera Comunión la Iglesia no pide trajes, banquetes, recuerdos… sólo pide la adecuada preparación. Lo otro, lo hemos añadido nosotros.

Me decía a mí mismo que si pedía dinero me acusarían de “pesetero” o “adinerado”. Si me ponía fuerte, quizás el efecto sería peor… 

Otro de los problemas que noté era cuando eran padres separados. Unos te pedían no estar en el mismo banco del templo; otros hacían un problema sobre quién iba delante o quién iba detrás (si la familia del padre o de la madre). Algunos (los más conflictivos) se negaban a que la otra parte participase de la Comunión… ¿Celebrar la Comunión ante tanta división? ¿Eran conscientes de lo que supone la Misa?

Las flores, vídeos, fotógrafos, cantos, fechas y otros detalles, suele estar arreglado en las parroquias. Se hacen varios precios, se escoge a uno y se divide. En esto ya no solemos tener problemas, gracias a Dios.

Siempre he creído que la acogida es crucial para iniciar la Evangelización. El hecho de que unos padres se acerquen a pedir el Sacramento, puede resultar un buen comienzo para la relación con el Señor. Por ello las distintas reuniones que realizaba a lo largo del curso eran cruciales para fomentar una correcta relación con ellos. Con respecto al tiempo de catequesis les explicaba todo lo bueno que tiene este proceso y el porqué de hacerlo así: una ayuda para los padres en la educación de sus hijos; el hecho de que muchas veces tenemos que comenzar desde cero en el camino de la fe; la necesaria participación semanal en la Santa Misa (crucial para la vida de un cristiano): No sé puede tener novia y no verla, como tampoco se puede estar casado y no convivir, seguro que esa relación termina rompiéndose… Les mostraba el calendario de catequesis en el que normalmente me salían entre 36 o 37 horas anuales, es decir, que, si se quisiese realizar en un par de fines de semana, podrían perfectamente cumplir con la catequesis. Les decía que la catequesis no es una hora, porque mientras llegan… entran… se sientan… se callan… y empiezan… ya es hora de acabar… Lo costoso era porque semana tras semana (como todo buen cristiano) debían coger el hábito de participar en la Misa del domingo. A una familia creyente no le supondrá un esfuerzo, pero también tenía y tengo claro que, no podemos bajar el nivel. Estamos hablando de ser cristiano, no celebrar eventos esotéricos, mucho menos sociales.

Con respecto al dinero les indiqué lo que veía viendo desde mi vida de cristiano en la Parroquia. Les mostré en que destinaba la Parroquia el dinero, y les dije que, acorde el menú que iban a contratar para el día de la Comunión deberían pagar a la Parroquia. Es decir, si yo contrabata un cubierto de 50€, pues un donativo de 50€ para la Parroquia, si era de 30€ pues lo mismo, y si era de 5€, ídem. Cada persona acorde su nivel adquisitivo que colaborase y que, evidentemente, yo no iba a controlar, cada cual será juzgado por el Señor.

Los que eran de Parroquia lo tenían claro, los otros me seguían criticando… Más que por el ofrecimiento que yo había hecho, quizás porque se había visto reflejada su incoherencia. No ponían en duda ni lo que pide el fotógrafo, ni lo que pide el/la florista, ni lo que pide la banda de música, sólo se ponía en duda la reflexión que les hacía el cura para hacerles conscientes de que la Iglesia la mantenemos los católicos, es decir, los que vamos. El proceso de conversión y cambio, morir al orgullo… es siempre un proceso doloroso, pero cuando se hace es muy satisfactorio el resultado.

Al tema de los padres separados propuse que el niño o niña puede venir en dos días distintos a la Primera Comunión (es como si viniese dos días a Misa vestido de lo que quiera). Un día para la familia de la madre y otro para la familia del padre. Así como el Bautismo y la Confirmación sólo se reciben una vez. La Misa puede recibirse todos los días. Estamos viviendo como cristianos una relación con el Señor, no la creencia de una doctrina. Pero, ¡ah!, ¿qué familia la hacía primero y qué familia después? Si suponía un problema el orden de bancos… también era la temporalidad. Entonces indicaba qué si eran conscientes de lo que suponía celebrar la Eucaristía… otro problema de orgullo, al cual había que morir… No he encontrado solución al respecto. En este tema se manifiesta la falta de conversión y fe.

Bueno, aparte, dejo el tema de invitar a la confesión antes de comulgar… Yo siempre he sido contrario a las celebraciones comunitarias de la Penitencia, es algo que la Iglesia acepta y tiene un ritual, pero nunca le he visto el atractivo, y como lo importante es el sacramento de la Confesión, lo que hacía es que dos o tres días antes de la Comunión traía un par de sacerdotes y en la hora establecida se convocaba a los padres y familiares para confesarse… Cómo era invitación y no obligación, no solía tener poco éxito. En la celebración de la Comunión, antes de comenzar o al inicio, evitaba decir nada, porque había visto que algunos curas habían sido avasallados por ello, y yo ya tenía bastante sobre mis espaldas… cómo para tener más problemas… Pero toca decirlo para enseñar a la gente… Para recibir el Cuerpo de Cristo debemos estar en gracia. Quizás falte más formación a los que reciben el mensaje y ofrecer formulas para pronunciar ese mensaje desde las Parroquias (para eso deben existir las Oficinas de Comunicación en las Diócesis). Me pensaré si trato este tema en otro artículo, puede resultar interesante…

El hecho de conectar con los padres, aprovechar para acompañarlos, realizar varios encuentros con ellos y apoyar a las/los catequistas, era y es una tarea primordial por la evangelización. Las Primeras Comuniones, aunque podamos percibirlos como meros eventos sociales, siguen siendo una oportunidad estupenda. Más cuando, por ejemplo, en Valencia, tenemos un buen itinerario catequético y una buena sintonía entre curas y parroquias. 

Si has llegado hasta aquí querido lector es porque el tema te interesa. Sé que he sido largo, pero aprovechando que el servicio online no hay límite de palabras (como sí ocurre con lo impreso), quería aprovechar para explicarme bien.

Cuando en confianza yo me quejaba a la Parroquia de estas cosas (en el Consejo de Pastoral, reuniones de catequesis, cenas con familias…), la madre de un niño me dijo: “Paco, las cosas importantes se celebran.” Aquella frase me hizo pensar, porque, aunque nosotros podamos percibirlo como un mero evento social o se manifiesten ciertas acciones de incoherencia con respecto a la vida de fe, el hecho de querer cuidar los detalles y la celebración es porque no deja de ser importante. Y si es importante requiere también la adecuada preparación.

Así pues, aprovecho este artículo para invitar a los padres a que sean conscientes de que los sacerdotes no hemos consagrado nuestra virginidad y hemos renunciado al hecho de tener familia, para ser promotores de eventos sociales. Si nos hemos hecho sacerdotes es porque queremos anunciar a Cristo y santificar al pueblo de Dios con los sacramentos. No estamos para realizar bodas al criterio personalista, Primeras Comuniones a la carta, o inventivas entretenidas… nuestra misión es hacer que la gente crea. Es más importante que se crea a que se tenga la iglesia llena un día y vacía todo el año, y siempre será mucho más importante la calidad que la cantidad. 

A propósito de esto, recuerdo que una vez me dijeron en una reunión de padres que el proceso resultaba muy exigente, y una catequista tomó la palabra y dijo: “mirad, vosotros podéis ir al mercadillo a compraros ropa o podéis ir al Corte Inglés. Esta Parroquia es del nivel del Corte Inglés.” Aquello, que me hizo reír a carcajada limpia, me gustó. Porque no podemos rebajar cuando lo que nos estamos jugando en nuestra vida es Cristo y, por ende, la vida eterna. En este caso también la fe de los niños y niñas que van a recibir la Primera Comunión.

Ánimo con las comuniones y paciencia unos con otros. A pesar de que pueda percibirse una cierta secularización, no dejan de ser una enorme fuente evangelizadora, pues habrá gente que sólo llegue a pisar el templo estos días del mes de mayo. Habrá que explicarles qué se va a realizar, cómo vivirlo, y, por supuesto, enseñarles a estar: silencio, respeto, levantarse cuando toca, no comulgar sino estás en gracia… Sin embargo, para los niños es un día importante y las cosas importantes se celebran.

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