No es un día cualquiera, aunque lo pueda parecer. El 8 de marzo está tachado en el calendario de muchas personas para recordar la valentía, resiliencia y el poder de las mujeres alrededor del mundo. Un día en el que cada año celebramos los logros alcanzados, que son muchos, pero que también nos sirve para reflexionar sobre los desafíos que todavía tenemos que enfrentar -que también son bastantes-.
Fue en 1978 cuando las mujeres españolas decidieron, por fin, salir a las calles para manifestar sus derechos reales. Y, hasta hoy, hemos sido testigos de los grandes avances en la lucha de los derechos femeninos. Porque, aunque sigamos teniendo techos de cristal, muchos de nuestros salarios sigan quedando muy por debajo que el de nuestros compañeros o no se nos visibilice nuestros éxitos propios; hemos conseguido cada vez más formar parte de una sociedad activa liderando, innovando y transformando nuestro mundo.
La brecha salarial, la violencia de género y la falta de representación en puestos de liderazgo siguen siendo realidades para millones de mujeres. En el hogar, muchas siguen soportando una carga desproporcionada de responsabilidades domésticas y de cuidado. Y muchas siguen dejando de lado sus aspiraciones por el deber adquirido de mentalidades pasadas.
Pero por todo ello, este 8 de marzo debemos de volver a alzar la voz. Renovar ese compromiso común de trabajar todos juntos para conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Empoderar a todas esas mujeres que eligen su camino, sea cual sea, pero que son libres de hacerlo para poder cumplir sus sueños.
Este 8 de marzo, recordemos que la igualdad de género es un derecho humano. Que cada uno de nosotros tiene un papel fundamental para construir una sociedad mejor. Y que, juntos, podemos lograr un cambio real.