Comienza un nuevo año, el último de la actual legislatura, y es sin duda un buen momento de hacer un “travelling” retrospectivo del ejercicio pasado y, sobre todo, de todo un periodo iniciado en 2019 y que culmina este mismo año que acabamos de empezar. Sin duda un legislatura imprevista ante los hechos ocurridos al poco de estrenarse, que inició su andadura con una amplia mayoría alcanzada en las urnas y que cristalizó con el llamado “Pacto del Serpis” y en la que se auguraba una estabilidad política muy alejada de decisiones incontrolables propias de la iniciada en 2015, al estar el gobierno sujeto la voluntad del único concejal de C’s que decantaba la mayoría absoluta en un sentido u otro.
Ante un panorama aparentemente halagüeño, que nada tenía que ver con la catástrofe económica encontrada en 2015, la actual legislatura prometía ser un nuevo periodo de impulso sensato de la ciudad frente al desorden heredado (y arreglado). Lo único que debíamos temer era el típico choque de iniciativas de las distintas áreas gestión difíciles de viabilizar por la ineludible delimitación del perímetro presupuestario. El presupuesto de 2020 era un claro ejemplo del ímpetu político de un gobierno que, una vez puesto en hora el reloj de las finanzas municipales, acometía importantes incrementos en partidas de inversión en la ciudad, mejoras en las contratas municipales asociados a los servicios básicos, apoyo decidido al tejido productivo gandiense, respaldo a los colectivos sociales, culturales, deportivos y asistenciales con mejoras de sus subvenciones, etc, etc.
Pero la aparición de un “Cisne negro” (término acuñado por Nassim Taleb) en forma de hecho extraordinario, imprevisto y a la vez que determinante, cortocircuita toda una programación de corto y largo plazo de la legislatura al cambiar radicalmente el contexto económico, social y humano. Marzo de 2020 será un recuerdo en la memoria colectiva como un acontecimiento absolutamente desconocido y que imprimía unas pautas de comportamiento que en mi trayectoria vital (algo extensa ya) jamás se habían dado. De repente, todo tu mundo, tu entorno y tu responsabilidad se transforma y lo que ibas a hacer como gestor público te lo comes con patatas fritas y has de cambiar radicalmente de objetivo. Tu presupuesto es papel mojado ya que lo que tenías previsto a finales del 2019 es literalmente “pescado podrido” y has de dar un salto a otra dimensión totalmente desconocida.
Actualmente, enero de 2023, puede parecer una pesadilla que nada tiene que ver con una realidad que sí ocurrió no hace tanto tiempo, pero recuerdo perfectamente modificar un presupuesto municipal de 2020 acabado de estrenar y que había que destrozar dándole la vuelta con el objetivo de resolver algo tan básico como llevar bolsas de comidas a personas que no tenían ingresos por no poder trabajar, programas de ayudas a autónomos en nuestra ciudad con la actividad cerrada, renunciar a ingresos municipales por no poder exigir a pequeños negocios cobrarles por una actividad que no había podido ejercer, dejar de cobrar alquileres de viviendas públicas que no se podían pagar por falta de ingresos o cánones de explotación de ocupación de espacio público que no habían tenido actividad, etc., etc. Fue realmente duro, muy duro. Y a pesar de todo ello la solidez de las finanzas municipales resistieron de una manera encomiable los retos planteados por todo un colectivo social y económico que, como tantas otras ciudades, tuvieron que soportar el embate del puñetero bicho chino.
Como se suele decir “no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante” y con la normalización de la pandemia, Gandia volvió a ser la ciudad dinámica y brillante que tradicionalmente ha sido y con el cambio de primer edil en la persona de José Manuel Prieto éste ha mantenido con mano firme la esencia de reconstrucción iniciada en 2015 y que actualmente se ha visto premiada por parte del Ministerio de Hacienda con el permiso de una significativa reducción impositiva aplicable para este año. En 2023 Gandia tendrá 85 millones de euros menos de deuda; los ciudadanos pagarán menos impuestos (en concreto un 7,2% menos de IBI que en 2016); las cifras de paro y afiliación a la Seguridad Social son las mejores desde el año 2008; los proveedores cobran en tiempo y forma teniendo un periodo medio de pago de los más bajos de toda España; las familias más vulnerables siguen teniendo una atención preferente en las políticas municipales; todo el tejido asociativo ha mejorado las ayudas que reciben; en el comercio de Gandia se suceden las ayudas de distintas versiones de cheques (consumo, bicis y culturales-educativos) junto a sistemas que facilitan el aparcamiento en pleno centro de la ciudad a través de una APP que ha permitido en 2022 casi 40.000 horas de aparcamiento gratuito .
Las inversiones en la ciudad se suceden con la ayuda principal de otras administraciones y con cofinanciación municipal: construcción de nuevos centros educativos y remodelación de antiguos; un nuevo Palacio de Justicia en la Zona de Santa Ana; el nuevo centro socio-sanitario integral de Roís de Corella donde se dejó un edificio para derrumbar; el acceso sur de Gandia es mucho más digno con el puente ampliado y mejorado; los polígonos industriales de Alcodar y Benieto mejorados y modernizados; el polígono Sancho Llop desbloqueado y con la capacidad de darse licencias de obra en febrero de este año; la instlación de la subestación eléctrica que dotará de energía eléctrica a la zona sur de Gandia y sus municipios adyacentes; la zona de equipamientos de la playa ya empieza a verse su finalización; el cambio total que supone la peatonalización de la primera línea de la playa para los negocios allí radicados; una avenida del Grau completamente renovada; un pabellón deportivo para 3.500 personas financiado por la Generalitat, Diputación y Ayuntamiento y que podrá albergar competiciones nacionales, Congresos de todo tipo y actuaciones municipales; las ayudas europeas que no cesan de venir y que servirán para renovar el entorno urbano y mejorar los desvencijados edificios iniciados en los años 60 y 70.
En fin, toda una serie de mejoras económicas, sociales y de estructura de ciudad que relanzan a Gandia, incrementa su potencial económico dando un enorme horizonte de esperanza económica y que todo ello ha sido compaginado con la seriedad y rigor de las finanzas públicas. ¿Se puede pedir más? Es por ello que podemos asegurar que nos volvemos a presentar a la próxima cita electoral de mayo de 2023 con los deberes hechos, con la conciencia tranquila y con el valor del trabajo y el esfuerzo realizado por nuestra ciudad sin ningún tipo de duda acerca de que la sociedad podrá volver a refrendar su confianza en nosotros.
Los profetas del desastre, solo han demostrado que son un desastre de profetas.