Paradojas borjanas

Según la RAE, “paradoja” es un “hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica”. La atractiva saga de los Borja, fuente inagotable de anécdotas (muchas de ellas verdaderas), nos ofrece cuantiosos y muy sugerentes ejemplos de estas contradicciones aparentes.

 

[Img #27248]

Así, por ejemplo, y remitiéndonos al principio, no deja de resultar paradójica la enorme preocupación de Isabel de Borja por la supervivencia del apellido, ajena por completo al hecho de que su hijo Roderic (Alexandre VI) acabaría haciéndolo universal.

 

 

[Img #27246]Isabel de Borja quedó viuda (1437) de su pariente Jofré de Borja con cinco hijos: los dos varones, Pere Lluís y Roderic, siguieron la carrera eclesiástica a la sombra de su tío Alfons (Calixt III).

 

 

Tecla, la mayor de todos, fue una mujer culta, que intercambió poemas con el mismísimo Ausias March; se casó con Vidal de Vilanova (señor de Anna, Atzaneta y Pego) y murió (1459) sin hijos.

 

 

Beatriu, la menor y la única que alcanzó a conocer la elección papal de su hermano, tampoco tuvo hijos de su matrimonio con Eximèn Pérez d’Arenós, de modo que solo tuvo descendencia Joana con Pere Guillem Llançol de Romaní, cuyos hijos alterarían, a instancia de su abuela materna, el orden de sus apellidos Llançol de Romaní-Borja para que el apellido Borja no se perdiera, ¡y vaya si lo consiguió, pero no por eso precisamente!

 

[Img #27247]Dando un salto de varios siglos para hablar de los bisnietos de san Francisco, que alguna vez deberemos ocuparnos de ellos, entre los hijos del VI duque Francisco Tomás encontramos a Melchor de Borja y Fernández de Velasco, general de las galeras de España, quien hubo de ser readmitido en la Armada tras prosperar el recurso contra su destitución por haber fallado en el auxilio a Rosas.

 

 

Lo que se nos antoja paradójico en este caso es que mientras no recordamos a muchos Borja gandienses con vocación marinera, por ni decir a ninguno, en cambio sí la tuviera don Melchor, que había nacido en la zamorana Villalpando, como su hermano, el poderoso cardenal Gaspar, a quien retrató Velázquez.
 

 

 

Éstas son solo dos muestras muy diferentes de las muchas paradojas que acompañan a la familia Borja. La canonización de uno de sus miembros, en cambio, solo puede resultar paradójica para quienes entienden la Historia dividida entre buenos y malos y están convencidos de que el IV duque de Gandia era santo ya en el útero materno.

 

 

Y, no; los santos no nacen, se hacen. Unos los veneran y otros nos conformamos con intentar entenderlos, pese a las eventuales paradojas, que nunca faltan.

 

SANTIAGO LA PARRA LÓPEZ

(Universitat Politècnica de València-EPSG)

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