Matilde Llòria. Una poeta en tres lenguas

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La escritora Matilde González Palau siempre firmó sus obras como Matilde Llòria. Desarrolló su obra poética en tres lenguas: castellano, catalán y gallego. Y lo hizo en años de dictadura franquista, en los que dos de ellas se enfrentaban a serios problemas para sobrevivir. Hoy es una autora casi desconocida, tanto entre los especialistas como para el público en general.

 

 

Matilde González Palau nació en Almansa en 1912, aunque poco después sus padres fueron a vivir a Alzira (Valencia). De allí era su madre. En Alzira conoció al médico Frederic Llòria, con quien se casó en plena guerra civil (1937) y del que tomó su apellido como pseudónimo para la escritura. De sus catorce poemarios, tres son en catalán, tres en gallego, y ocho en castellano. Además, publicó algunos poemas sueltos en revistas en gallego.

 

 

Forma parte del grupo de valencianas que escribieron en catalán durante el franquismo, como Maria Ibars, Beatriu Civera, Maria Beneyto, Carmelina Sánchez-Cutillas y algunas más.

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La excepcionalidad de Matilde Llòria reside en su trilingüismo literario, que podríamos calificar de militante por el compromiso que supone. Ello la convierte en un caso único dentro de las escritoras durante el franquismo.

 

 

Matilde Llòria siempre habló castellano en su casa, aunque desde pequeña vivió en Moixent, pueblo donde el valenciano ocupaba casi la totalidad del espacio público. Una vez establecida en Valencia, este bilingüismo funcional se mantuvo. Comenzó su formación como poeta autodidacta en castellano y, en esta lengua, escribirá sus primeros versos. Su matrimonio con el doctor Federico Llòria, que provenía de la zona de Utiel, acentuará el uso del castellano como lengua familiar.

 

 

Cuando acaba la guerra, se ve forzada a exiliarse durante veintisiete años a Galicia. Su esposo había prestado servicios médicos en la Segunda República y era militante del partido comunista. Tras la guerra, fue represaliado y se le prohibió ejercer la medicina en Valencia durante cinco años.

 

 

La familia va donde estaba encarcelado su cuñado, el también médico Robert Llòria en el campo de prisioneros políticos y civiles de O Cumial (Ourense). Parece ser que los dos hermanos ayudaron, como médicos, a la guerrilla antifascista que actuaba en la zona de Ourense, y que Federico perteneció a la cúpula del Partido Comunista orensano al menos entre 1945 y 1948. Profesionalmente, Federico Llòria ejerció de médico en la zona de A Merca, y después fue nombrado médico del Instituto de Previsión de Ourense hasta 1969.

 

 

Cuando Matilde Llòria llega a O Cumial, el pueblo donde pasará los primeros años de exilio, el espacio que hasta entonces había ocupado el catalán, como lengua de la calle, pasa a ser ocupado por el gallego. El doctor Llòria Llovera, a cuyos enfermos del Seguro de Enfermedad recibía casi totalmente en su propio domicilio para poder atenderlo mejor, como su esposa Matilde González, fueron  valencianos que acabaron afincándose en la tierra gallega.

 

 

Matilde Llòria escribió en esta época numerosos artículos y dictó conferencias sobre literatura gallega.

 

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En una entrevista de 1957, Matilde Llòria hace pública la estima que siente por la lengua gallega y habla de sus referentes literarios: Tagore, Juan Ramón Jiménez y Góngora, principalment, pero también Lorca, Alberti, Walt Whitman, Paul Claudel, Valery, Juana de Ibarburou, Stella Corvalán y, naturalmente, Rosalía de Castro, entre otros. Paralelamente al aprendizaje que lleva a cabo en Galicia, y a seguir publicando en castellano con cierto éxito, Matilde Llòria demuestra una clara voluntad de mantenerse vinculada a la cultura que había dejado en Valencia.

 

 

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Para superar el alejamiento de Valencia, se matriculó en los cursillos por correspondencia que el también escritor y gramático Carles Salvador ofrecía a través de Lo Rat Penat, la única institución cultural de tipo valencianista que toleraron las autoridades franquistas.

 

 

Gracias a ellos, Matilde Llòria aprende a escribir el valenciano culto y pone en funcionamiento un tercer sistema lingüístico al servicio de la creación poética, cosa que la hace entrar con fuerza en el circuito literario valencianista. En 1953 aporta sus poemas a la V Taula de Poesia mientras que su obra Bri d’amor queda como finalista en el Premio Valencia de Poesía (en catalán).

 

 

El crítico y escritor Joan Fuster (1956) la incluye en su Antologia de poesia valenciana 1900-1950. A su entender, Matilde Llòria forma parte de aquel conjunto de “escriptors convertits a la llengua, incorporats després de passar pel castellà”. Como generación, Joan Fuster la incluye dentro de los poetas de la posguerra. Una generación llena de mujeres que son las primeras que, en Valencia, se plantean convertirse escritoras profesionales muy diferentes en estilo, pero con fuerte influencia del simbolismo y de un existencialismo muy marcado por el hecho de ser “de los vencidos”.

 

 

[Img #22269]Matilde Llòria, además, es la primera mujer que gana el Premio Valencia de Poesía (en castellano) en 1952, con su poemario Aleluya, publicado el mismo año. En 1960 se convertirá en la primera en ganarlo en su convocatoria para obras en catalán con Altíssim regne.

 

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En 1975 gana el prestigioso premio Ausiàs March –del Ayuntamiento de Gandia-, con el poemario Lloc per a l’esperança.

 

En 1981 gana por segunda vez el Ausiàs March, ahora en castellano, con su poemario Un fulgor que se apaga.

 

El proceso de aprendizaje de las dos lenguas minorizadas y perseguidas en el franquismo -catalán y gallego- llevó a Lloria a formarse en ambas lenguas y utilizarlas como vehículo para la creación poética. Y no lo hizo como un mero pasatiempo o juego literario, sino con un objetivo claro de darles prestigio. Porque Matilde Llòria escribía en castellano y ya contaba con cierto reconocimiento.

 

 

Escribir en estas lenguas perseguidas le complicaba la vida como poeta y como persona. La hacía sospechosa de rebeldía ante las autoridades franquistas. A pesar de su esfuerzo y de su calidad como poeta, la obra de Matilde Llòria apenas ha generado interés entre los críticos del ámbito catalán o gallego. Y cabe preguntarse si esto hubiera ocurrido de tratarse de un hombre. Su olvido pude achacarse a varias causas: ser mujer, ser valenciana de origen y gallega de adopción, ser esposa de republicano durante el franquismo, ser escritora, publicar o escribir en dos lenguas perseguidas y demostrar conciencia (pluri)nacional.

 

 

Matilde Llòria, igual que otras contemporáneas suyas como Beatriu Civera, se formó en una época de libertad para las mujeres -la Segunda República-, de participación activa en la sociedad y en la política. Las mujeres tuvieron en esa época la ciudanía plena y pudieron desarrollar las capacidades intelectuales que les permitió, en 1910, el acceso a los estudios universitarios. La represión franquista pudo dificultar, pero no terminar con esta oleada de mujeres que supieron y quisieron participar en su época con todos los derechos.

 

Matilde Llòria es Hija Adoptiva de la ciudad de Orense, y en 2000 se encargó de que se cumpliera uno de los deseos de su esposo: que su biblioteca personal de más de 5.000 volúmenes, pasase a ser disfrutada por los orensanos. La Diputación de Orense es la depositaria de la misma. El matrimonio volvió a Valencia a finales de los años 60. En esta ciudad residieron hasta su muerte. Matilde Llòria siguió publicando libros de poesía cuya lírica en valenciano puede codearse con las de Estellés, Brú, Alpera o Canet.

 

 

La escritora falleció en 2002 en Valencia.

 

Como muestra de su calidad poética sirva la estrofa final de su poema Meditació en el volumen Altíssim Regne, Premio Valencia de literatura en 1960.

Els vencedors oblidaren ser pietosos

els derrocats traspuaren fel i creu,

els innocents feren de sac terrer a la barricada,

els herois pagaren per tots.

Axí nasqué, dins foc, el llampec primerenc

i el riu inesgotable de les llágrimes.

 

 

Matilde Lòria es una poeta ignorada ahora, casi olvidada siempre y exiliada desde que perdió la vida y la guerra. Ya es hora de recuperar su memoria y su poesía.

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