Francisco de Borja y el mundo femenino

Francisco de Borja (1510-1572), duque de Gandía y tercer prepósito general de la Compañía de Jesús, es una de las personalidades más interesantes para analizar el siglo XVI de esta Monarquía Hispánica, primero como noble, procedente de una familia muy cercana no solo a las personas reales sino también como descendiente de dos pontífices. Tras su decisión de entrar en esta nueva orden religiosa nacida antes de la clausura de Trento, Francisco de Borja se convertirá en un hombre muy atrayente –por no decir atractivo– en la sociedad sacralizada del momento, en la vida espiritual de numerosos miembros de esa misma nobleza a la que él pertenecía. Y en todo ello, no estarán ausentes las mujeres, que serán fundadoras de tantos de los proyectos que estaba desarrollando, en su vertiginoso proyecto de expansión, la Compañía de Jesús.

 

 Naturalmente, en la conferencia no podremos abordar con toda la profundidad cada uno de los ámbitos que podrían ser interesantes pero Francisco de Borja y el mundo femenino, deberíamos contemplarlo desde su condición familiar de nacimiento pero también de matrimonio, así como su actitud de servicio en la corte del Emperador junto a Isabel de Portugal, la emperatriz, con la que ha protagonizado uno de los episodios más conocidos de la hagiografía barroca.

 

También tendríamos que hablar de Borja y el mundo claustral de la reforma de las monjas clarisas, donde se encuentran implicadas algunas de sus familiares. Ya como jesuita, su trayectoria será meteóricamente emergente y su papel político como director espiritual será clave a partir de 1554 durante la regencia de Juana de Austria, hermana de Felipe II, mujer que terminará formando parte de la propia Compañía de Jesús. Borja y Juana de Austria son dos personas esenciales en la fundación del primer noviciado de los jesuitas en España, en la localidad vallisoletana de Simancas. Y a Borja, recurrirán los hijos del emperador Carlos –Juana y el futuro Felipe II– para que atendiese espiritualmente en sus últimos momentos a la reina Juana de Castilla, recluida en Tordesillas. No era un acercamiento a un moribundo únicamente. También existía el riesgo de un rechazo hacia los sacramentos que ofrecía la Iglesia. Y concluyo, en la dirección espiritual donde nos vamos a encontrar a importantes mujeres de decisión, consultando al prestigioso Francisco de Borja, incluida la propia madre Teresa de Jesús.

 

Todo ello sin olvidar que las circunstancias se complican a partir de 1559, con la celebración de los Autos de Fe de Valladolid, donde los jesuitas pretendían colaborar en la defensa de la ortodoxia, había ilustres mujeres condenadas como Ana Enríquez y Francisco de Borja se vio envuelto, con algunos de sus escritos, en las prohibiciones del Índice.

 

Javier Burrieza Sánchez

Universidad de Valladolid

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